La llamada ‘ley guadiana’

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Al más rancio estilo priísta de hace décadas, el viernes pasado el Congreso de Coahuila aprobó al vapor reformas a la Ley de Protección y trato digno de animales, para prohibir las corridas de toros en la entidad, incluidas las tientas. ¿Por qué al más rancio estilo priista? Por razones de forma y también de fondo.

De forma, porque su proceso legislativo fue muy veloz. De esta manera se evitó su socialización y correspondiente discusión pública. Para la mentalidad típicamente autoritaria siempre es mejor así. Por ello, en unos cuantos días se dictaminó la propuesta y se sometió de inmediato al pleno de la Legislatura. Obviamente conformada ésta por una dócil mayoría oficialista, decidida a apoyar al gobernador –quien por cierto fue el autor de la iniciativa- como en los viejos tiempos del priísmo: bajo la más rígida disciplina y hasta la ignominia.

Además, aunque parezca increíble, tales reformas se procesaron en un periodo extraordinario de sesiones de la Legislatura. ¿Ameritaba el asunto que así fuera? ¿Había verdadera urgencia en aprobar la prohibición de la tauromaquia? Por donde se quiera ver, no.

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Priísta además en el fondo. Porque la propuesta no sólo es incongruente con los argumentos que invoca, hasta el extremo de llegar al ridículo, sino porque se trata de una norma jurídica que, contrariando a su naturaleza, se dicta con el evidente propósito de perjudicar específicamente a alguien. Es una ley con dedicatoria.

En el caso, contra el ganadero (de reses bravas) y empresario coahuilense Armando Guadiana, expriista que en los últimos años se ha caracterizado por ser un fuerte crítico del tándem de hermanos Humberto y Rubén Moreira (el primero heredó la gubernatura al segundo), porque Guadiana expresó su intención de participar como candidato independiente a la gubernatura dentro de dos años.

Y la tauromaquia la vino a llevar, porque cree Rubén Moreira que con este tipo de manotazos, como acostumbra, afectará de tal manera al empresario taurino que desistirá de su propósito. Qué equivocación tan grande. Creer que este tipo de desplantes autoritarios van a dar resultado siempre, es un grave error de apreciación. Alguna vez habrán de fallar, y es probable que ésta sea la ocasión.

De fondo también porque el argumento toral de Moreira y su secuaces lo hacen consistir en que lidiar toros es un crimen por el maltrato a que se somete a los animales, en mengua de su dignidad (así lo dicen, de veras), espectáculo que además fomenta la violencia. Si en realidad así piensan, ¿por qué entonces no prohibieron la cacería, las peleas de gallos, la lucha libre, el boxeo y finalmente hasta la operación de los rastros?

Curiosamente, este mismo gobernador, tan compasivo con los toros de lidia y de la dignidad de éstos, es el principal promotor de la despenalización absoluta del aborto en Coahuila, sobre lo que ha enviado una iniciativa al Congreso. ¿Quién, congruente con una línea de pensamiento, defiende a los toros y propone que sin más se mate a los bebés no nacidos?

Más todavía. En Saltillo existe un Museo de la Cultura Taurina, inaugurado en julio de 2006 cuando era gobernador del estado Humberto Moreira. Este Museo se creó como un espacio dedicado al toreo en sus diversos aspectos culturales. Cualquiera pensaría que este museo desaparecería de inmediato, en tanto instrumento que fomenta la violencia. Ah, pues no, continuará funcionando. ¿Hay congruencia en esto?

Se ve pues claramente que esta ley fue dictada para afectar a una persona en particular. Por ello en Coahuila ya le llaman Ley Guadiana. Considero sin embargo que le va mejor el nombre que los antiguos romanos le daban a una ley así. Le llamaban “Ley odiosa”.


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