La autarquía: vicio común de México y Estados Unidos

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Nuestra presidenta Claudia Sheinbaum reacciona en defensa de la farsa electoral que su partido Morena realizó el 1 de junio, que construía la parte central de la llamada reforma judicial que desde hace más de un año fue anunciada por su antecesor, López Obrador, y que tiene por finalidad central hacer de México un régimen autócrata y personalista.

La OEA tuvo una certera crítica a dicho ejercicio electoral señalando que las irregularidades detectadas a través de los “acordeones instructivos” que Morena elaboró y repartió, orientando así el voto de sus adherentes a su favor, lo cual hacía que la elección estuviera manipulada políticamente. A mayor abundamiento, subrayó la escasa participación cívica que ni siquiera alcanzó  13% del padrón electoral, lo cual hacía imposible calificar de democrático este ejercicio.

A este hecho habría que añadir el crecido porcentaje de votos nulos. Estos hechos concretos de aritmética pura nada tienen que ver con tendencias ideológicas atribuidas por la izquierda. 

La llamada reforma del Poder Judicial en México, hoy en manos del Poder Ejecutivo, corre en paralelo a lo que está haciendo el presidente Trump, que ha quebrantado a cada momento cuanta ley existe.

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Como lo ha denunciado enérgicamente el economista y premio Nobel Joseph Stiglitz al señalar: “Lo que sí veo es que con Trump es posible que la democracia desaparezca de Estados Unidos. Cuando un presidente desobedece las decisiones judiciales entramos en territorio desconocido. El sistema no ha sido capaz de parar a Donald Trump. Vemos acciones que van en ese sentido como silenciar a las universidades y a la prensa… Y sólo estamos al principio de su mandato”.

Trump, además, amenaza con encarcelar a todo aquel que está en desacuerdo con sus políticas. Las recientes medidas de Trump hacia los indocumentados son también instrumentos de un sistema autócrata. Tanto en México como en Estados Unidos, el tema migratorio ha hecho crisis y ha dado origen a los violentos disturbios en ciudades como Washington, Nueva York, Filadelfia, Omaha y Seattle, por decir unas cuantas.

La política migratoria perseguida por ambos gobiernos ha destrozado la vida de familias enteras de los miles de trabajadores migrantes que, como se ha dicho insistentemente en los últimos días, constituye en Estados Unidos una proporción importante de la fuerza laboral agrícola e industrial.

Estados Unidos se encuentra en un momento de crisis económica y política sin paralelo. En lo internacional, amaga a países amigos con su política oscilante de aranceles. Sus vaivenes erráticos desconciertan y distorsionan la realidad que reflejan sus caprichos, sembrando desconcierto y confusión en las normas comerciales. Su relación con China, caracterizada por una intensa rivalidad entre las dos potencias, anuncia una prolongada etapa de difíciles negociaciones en todas las áreas cuyos resultados son imprevisibles. El epílogo de éstas afectará también la suerte de los países que giran en torno a ambas potencias.

México no puede estar de acuerdo con la estrategia hegemónica de Estados Unidos, pero, por otra parte, al ser miembro del T-MEC, se nos abre un vasto abanico de relaciones económicas, sociales y culturales.

La administración de la presidenta Sheinbaum debe alejarse de los defectos que le atribuimos a Trump a fin de enderezar el curso de México hacia una democracia plural e incluyente, en lugar de un sistema unipartidista dictatorial que se anuncia con los ajustes que ha venido introduciendo a su gobierno.


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