Fecha de nacimiento: 2 de agosto de 1966
Lugar de nacimiento: El Paso, Texas
Padres: Roberto Corral Sáenz y Socorro Jurado Ríos
Hermanos: Patricia, de 59 años; Leticia, 57; Socorro, 55; y Roberto y Raúl (cuates), 53
Estado civil: Casado con Cinthia Aideé Chavira Gamboa
Hijos: Ninguno
Peso: 87 kg.
Estatura: 1.82 mt.
No soy autoritario: Corral
Escuchar los sermones de contenido social dirigidos por el obispo Manuel Talamás Camandari cuando era monaguillo y confrontar la realidad a través del ejercicio periodístico desde muy temprana edad, llevaron “al camino de la política” a Javier Corral Jurado, precandidato del Partido Acción Nacional (PAN) a la gubernatura de Chihuahua, cuando ni siquiera había alcanzado la mayoría de edad.
Sin embargo, en su vocación, en su quehacer y hasta en su carácter adusto influyeron también una vida de retos, adversidades y tragedias, al crecer en un barrio aguerrido de esta frontera y encarar la orfandad desde temprana edad.
“A mí el periodismo me encontró con la realidad, con sus problemas desde niño y frente a esa realidad me llamó el camino de la política, porque en realidad la política llama. Acudí al llamado de la política frente a una realidad que el periodismo se encarga de describir, de relatar, de denunciar, pero que la política busca transformar con sentido de justicia”, asegura.
El panista nacido en El Paso, Texas, pero con la nacionalidad mexicana certificada por la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), expone que por desarrollar una visión social sobre la política y criticar el modelo económico de México lo vinculan con la izquierda, cuando plantear una agenda social frente a los que menos tienen debe ser el compromiso de cualquier partido.
Mientras que de su personalidad concede que si bien el rostro se le ha endurecido y aparenta ser una persona “muy fuerte”, confiesa ser mucho más débil por dentro de lo que cualquiera se puede imaginar, pero sobre todo rechaza de manera contundente ser un autoritario.
Por lo que en esta segunda ocasión que contiende por la gubernatura de Chihuahua, el senador con licencia accede a contar aspectos íntimos de su vida privada y trayectoria política en entrevista con El Diario.
Un recorrido por sus memorias
Su lado humano
El ceño fruncido lo caracteriza. Los gestos y el tono enérgico de la voz de Javier Corral dan la impresión de que está enojado y es poco tolerante, mientras que el nivel de oratoria y liderazgo desarrollado desde que era un niño tienden a imponerse casi en cualquier lugar donde se planta.
Pese a sus habilidades para hablar en público, el legislador por Chihuahua prefiere escribir sus discursos, sobre todo el que dirigió a los militantes y simpatizantes del PAN en el primer acto de precampaña que realizó en Ciudad Juárez el 11 de febrero.
A casi una hora para que diera inicio el evento, Corral Jurado escribía en su casa el discurso porque apenas un día antes oficializó su registro como precandidato a la gubernatura en la sede nacional del PAN, en la Ciudad de México.
Por lo que esa misma noche viajó a Juárez, ciudad donde creció y ha mantenido su domicilio particular los 49 años de vida que tiene, y casi de madrugada realizó una reunión con un grupo de colaboradores para afinar los detalles del evento que desarrollaría esa mañana.
Durmió apenas unas horas y antes de que saliera el sol despertó para escribir el discurso y atender la entrevista con El Diario en su casa, ubicada en el fraccionamiento Villa Alegre.
Pasaban pocos minutos de las ocho de la mañana, se prepara un café y se dispone a revelar su lado humano, el que regularmente cubre con la apariencia de un hombre hosco y político de carácter fuerte.
“A veces aparezco como muy fuerte por fuera pero soy mucho más débil por dentro, creo que este es una especie de caparazón que uno va haciendo en la vida frente a tantos retos, adversidades y algunas tragedias. Ese tránsito por la vida puede ir endureciendo el rostro, pero conservo mi talante, no soy esa impresión que se tiene de mí”, dice.
Sentado en la sala de una pequeña casa de un solo piso que compró hace 28 años con un crédito hipotecario y los recursos que le correspondieron por la venta de la casa que construyó su madre, concede que si bien su apariencia es la de un “hombre duro” y “muy formal”, lo que muchas veces se traduce en lejanía, en realidad es una persona muy cercana a los verdaderos sentimientos.
Se define como un hombre alegre y de muy buen humor, tanto que hasta dice ser capaz de reírse de sí mismo y le gusta mucho convivir con las personas, sobre todo con su familia y sus amigos, con quienes se considera muy leal.
Cuenta que, como muchos fronterizos, nació en El Paso, porque esa era la ilusión de su madre, Socorro Jurado Ríos, quien de esa forma buscaba proteger a sus hijos y de los seis que tuvo cuatro son de Estados Unidos: Socorro, Javier y los cuates Roberto y Raúl; porque las dos hijas mayores, Patricia y Leticia, son juarenses.
“Nací del otro lado, pero soy juarense 100 por ciento”, subraya y añade que apenas salió su madre del hospital y se lo llevó a la casa donde ya lo esperaban sus tres hermanas mayores, en la calle Mariano Abasolo 240 sur, en la colonia Barrio Alto.
Recuerda que la vida en esa colonia no era nada fácil, porque quedaba en medio de sectores en los que se registraba una confrontación entre barrios: la Chaveña contra los de la Bellavista y la Altavista.
Además, a unas cuadras estaba el mercado, donde trabajaba en las bodegas mientras estudiaba en la Primaria 18 de Julio, que anteriormente había sido el Tribunal para Menores, una escuela que describe como muy pobre porque no tenía patio, había sólo seis salones y conservaba incluso rejas y hasta una especie de calabozo.
“Me tocaron épocas muy duras de niño porque estaban los enfrentamientos de pachucos y de cholos, aunque a mi me respetaban un poco porque hacía valer mi condición de monaguillo”, dice entre risas.
Javier, quien fue bautizado con ese nombre en honor al cantante y actor mexicano Javier Solís –fallecido unos meses antes de que él naciera–, cuenta que durante muchos años fue monaguillo en la Misión de Nuestra Señora de Guadalupe, donde acompañó a sacerdotes como Isidro Payán, Abraham Bautista, Hesiquio Trevizo Bencomo y al primer obispo de Juárez, Manuel Talamás Camandari.
“Don Manuel Talamás es, por cierto, una de las figuras que más influye en mí no sólo en mis convicciones religiosas, sino en mis convicciones políticas. Le escuché a don Manuel unas predicaciones, sermones, de enorme contenido social, a mi me estrujaba muchísimo escucharlo”, narra.
Dice que su ocupación como ayudante de los sacerdotes se la debe en parte a su abuela materna, Elisa Ríos, quien era devota de San Lorenzo y lo llevaba al templo, donde entraban juntos de rodillas desde el atrio hasta el altar principal.
Además, porque le impresionó mucho ver la reconstrucción de la Catedral en la década de los 70, cuando fue demolida en partes porque presentaba fallas estructurales y hundimientos, para luego ver un edificio nuevo en el que sólo respetaron las torres.
“Entonces fue donde me acerqué a la Iglesia y fui monaguillo y después hasta jefe de monaguillos”, comenta.
En tanto que Javier se acercaba con más fuerza a la Iglesia católica y rezaba de lunes a viernes el rosario en la Catedral, su abuela se retiraba cada vez más de la práctica religiosa dolida por los golpes que le dio la vida, porque todos sus hijos se le murieron jóvenes, cuatro de ellos en accidentes.
“A mi abuela el último golpe que le dio la vida fue la muerte de mi madre, la retiró un tanto de la Iglesia porque lo natural es que los hijos sobrevivan a los padres, pero mi abuela sobrevivió a todos sus hijos porque todos se le murieron”, menciona entre largos silencios: “eso la marcó”.
Su madre, cuenta, murió completamente quemada en 1978 en un accidente ocurrido en la autopista México-Querétaro, cuando se dirigía a Guadalajara a comprar ropa y joyería, que era en lo que se ocupaba para mantener a sus seis hijos porque ya se había separado de su padre.
Describe que el camión foráneo en el que viajaba su madre junto con su hermano Roberto tuvo un accidente con un camión cisterna que transportaba gas, lo que generó una explosión en la que su mamá resultó muy quemada y después de varios días murió en el Hospital Rubén Leñero, en la Ciudad de México.
Mientras que su hermano, quien fue protegido por su madre con su cuerpo, resultó sólo con quemaduras en sus manos y cara, por lo que estuvo internado un año.
Menciona que el accidente fue de tal magnitud que hubo alrededor de 200 víctimas mortales, porque el gas se extendió a lo largo de las rancherías y se generó una gran explosión en la zona.
“Cuando muere mi mamá tuvimos que enfrentar una realidad, estábamos huérfanos en la práctica y al cuidado de mi abuela. Eso mismo nos impuso un sentido de la vida, todos salimos a trabajar, nadie debía dejar de estudiar, pero las muchachas fueron claves para nosotros, sobre todo Patricia, mi hermana, asumió la tarea junto con mi abuela de sostén de la casa. Luego Leticia empezó a trabajar”, refiere.
Por lo que él empezó a ocuparse como bolero en la Plaza de Armas, a trabajar en las bodegas del mercado y desde esa edad, a los 11 años, empezó a ejercer el periodismo al fundar un periódico denominado “El Chisme, que hacía solo y vendía en la colonia y en la escuela, por lo que pronto obtuvo gran notoriedad incluso a nivel internacional.
Las experiencias difíciles y “traumáticas” para Corral no terminaron con su infancia, pues revela que como adulto, casado desde hace 18 años con Cinthia Aidee Chavira Gamboa –una periodista a la que conoció cuando era jefa de Redacción en El Sol de Parral–, la naturaleza los ha privado de la posibilidad de ser padres.
Comenta que hicieron varios intentos para concebir por métodos de reproducción asistida que terminaron en situaciones “muy dramáticas”, porque incluso en uno de los intentos, cuando parecía que el bebé se iba a lograr y hasta escucharon el latido de su corazón, finalmente lo perdieron.
“Ya no hemos vuelto a intentar esa vía porque son experiencias muy traumáticas. Ahora ella es la parte más importante de mi vida, de mis decisiones”.
Por ella, a quien el panista define como una mujer muy inteligente, con un gran compromiso social, culta, hermosa por fuera y preciosa en su interior”, tomó la decisión de postularse por segunda vez a la gubernatura de Chihuahua.
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