¿Por qué seguir militando en el PAN?

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Ser panista no está de moda. El Partido fue arrojado del poder el año pasado; muchos ciudadanos perciben que sus gobiernos fallaron y que no cumplieron con sus expectativas; cientos de miles de panistas no refrendaron su militancia; algunos renuncian al PAN con escandaloso protagonismo y otros, en las sombras, se adhieren al PRI o al nuevo partido de Manuel Espino a cambio de que este mueva sus influencias e interceda por ellos para que conserven sus chambas en el gobierno de Enrique Peña Nieto. La sangría ha sido gigantesca.

La cuestión no acaba ahí. Quienes refrendaron su militancia lo hicieron a pesar de la desilusión de la derrota, de la impotencia de ver la falta de compromiso de muchos de quienes gobernaron a nombre del PAN, de la constatación de que ni el Partido ni sus gobiernos confiaron en ellos para invitarlos a asumir la responsabilidad de gobernar. No faltan quienes sufrieron agravios al buscar puestos directivos o candidaturas y fueron víctimas de prácticas corporativas o de operaciones políticas destinadas a frustrar sus aspiraciones, y que hacen patentes su desconfianza y sus críticas en el marco del proceso de análisis que promueve la Comisión de Evaluación y Mejora. La confianza y el ánimo entre los militantes del PAN han sido mermados seriamente.

En estas condiciones, asoma una Asamblea Nacional que debiendo ser el punto de partida para el relanzamiento del Partido, se anticipa como la ocasión para ajustar cuentas, para manifestar la inconformidad reprimida en contra de la dirigencia, los liderazgos, las normas o todo aquello que se interprete como causa de la debacle. En tanto, los mandos del Partido sufren las presiones y el acoso de campañas sucias de toda naturaleza, ya sea para intentar someter su participación en las negociaciones del Pacto por México o para tratar de obligarlos a romper con el mismo; ya sea para debilitarlos o para tratar de impulsarlos en sus aspiraciones futuras. Son muchos los intereses en pugna que se enfrentan a diario y que se dirigen a un encuentro incierto en la próxima Asamblea Nacional.

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Con estos y tantos otros problemas existentes ¿Qué caso tiene seguir en el PAN? ¿Será en realidad competitivo el Partido en las elecciones del presente año y en los próximos? ¿Es realista el discurso que insiste en recuperar el poder en 2018?

Acción Nacional está obligado a seguir haciendo política y necesita renovar, al mismo tiempo, sus prácticas de acción política. El PAN tiene que reencontrarse con sus principios humanistas, éticos y con su identidad democrática y, a la vez, incorporar en sus rasgos históricos la experiencia adquirida en la responsabilidad de gobernar, en el ejercicio del oficio político, así como desterrar las ambigüedades del puritanismo opositor, o la ingenuidad de creer que el poder puede asumirse ajeno a la naturaleza de la actividad política, los intereses, las miserias y las limitaciones de cada político en concreto.

Los panistas del presente están llamados a emprender un camino de dos vías: por una parte, tendrán que seguir cumpliendo con los inevitables compromisos de acercarse y hacer política con los ciudadanos en busca del apoyo y del voto, participar en las elecciones con buenas plataformas y candidatos representativos, negociar reformas y participar en acuerdos en los Congresos, dialogar e interactuar con otras fuerzas políticas, administrar los estados y municipios que les corresponda gobernar, así como criticar las políticas y decisiones de los gobiernos ajenos. Nada de esto puede dejar de hacer el PAN.

Sin embargo, es tiempo ya de que los panistas transiten simultáneamente la otra vía: el reencuentro del PAN con sus principios e identidad, llámese como se le llame, debe ser un proyecto que recupere los grandes objetivos históricos del Partido, el cual supone dedicar los esfuerzos necesarios para poner en el centro de la vida institucional los actos trascendentes, los significados democráticos y las conductas honradas que son indispensables para que el reencuentro del PAN consigo mismo sea tal y no un ritual de engaño o simulación.

Sí es posible recuperar un Partido donde sus miembros conozcan y compartan los principios y la trayectoria histórica; sí es posible tener una institución cuyos militantes se respeten y reconozcan mutuamente sus méritos y realizaciones; sí es posible que el PAN vuelva a luchar contra la mentira, la corrupción, la simulación, el abuso y la injusticia; sí es posible que los panistas readquieran la capacidad de debatir, de expresar propuestas generadas en los más caros anhelos de México y de ser los líderes que conduzcan al país hacia un futuro mejor; sí es posible que Acción Nacional vuelva a ser el instrumento para hacer realidad las expectativas y vocaciones de sus miembros: hacer realidad esto sí daría motivos para seguir militando en el PAN.

La clave para recuperar ese Partido donde militar no se encuentra exclusivamente en la reforma estatutaria que acuerde la próxima Asamblea Nacional, como tampoco en los ajustes a los programas de trabajo y las actividades que realizan los comités panistas en todo México. Recuperar al PAN supone extirpar el corporativismo y recobrar la dignidad y la libertad de decisión de cada militante; recomponer el prestigio y la autoridad de los organismos internos, librándolos de los intereses que empantanan sus decisiones y nulifican su capacidad de acción; reimplantar las prácticas de la deliberación y el debate interno en las asambleas para construir en común las plataformas, las candidaturas y las decisiones; no olvidar que el primer curso de la escuela de ciudadanía es el proceso democrático interno donde hay voto libre, autoridades imparciales, candidatos viables y juego limpio.

Recuperar al PAN implica además formar a los liderazgos y gobernantes del mañana; convertir al Partido en el espacio idóneo para el desarrollo de la vocación política, cultivar el oficio político, aprender las sutilezas de las relaciones humanas y las técnicas para convencer y lograr el voto, amén de prepararse para ejercer el poder y la función de gobierno. Querer un Partido así no es ninguna utopía: así funcionó en sus primeros años y, en términos generales, así puede funcionar con las lógicas adaptaciones a la realidad política del presente de México y a la situación de un Partido que gobierna, legisla, propone y opina.

Quienes somos panistas sabemos que Acción Nacional es tan sólo un instrumento para la realización de fines de orden superior; sabemos que la filosofía humanista que lo inspira es intemporal y que existió antes y existirá después de que concluya la historia del PAN; sabemos que es un proyecto que ni se limita ni se agota en la dimensión del trabajo que corresponde a un partido político; sabemos que es una obra humana en manos de almas a las que mueve la inquietud de transformar a México por los azarosos caminos de la política; sabemos, también, que en la ruta de construir el bien existen insuficiencias, debilidades y circunstancias propias de la naturaleza humana y de la realidad social, que día tras día ponen a prueba el honor, la templanza y la fortaleza con la que se cumple la vocación más trascendente y desdeñada en la vida pública.

Por eso es importante recuperar al PAN. Porque en tanto perdure su misión es trascendente y porque militar en el mismo representa hoy la posibilidad de trabajar en la lucha histórica por el rescate de México. Para expresar estas razones nadie mejor que el propio fundador del Partido, Manuel Gómez Morin, quien tras perder la votación de su propuesta sobre la participación de Acción Nacional en la elección presidencial de 1940, tuvo la fortaleza y la claridad para afrontar a la Asamblea expresando lo siguiente:

“Se ha hablado aquí doblemente de la técnica de la salvación y de la técnica de la derrota. Yo quiero recordar a Acción Nacional que hay otra técnica, la técnica de la victoria. Queremos la victoria, y es por eso que debemos usar esa técnica; no deseamos la victoria para nosotros, queremos la victoria para el bien de México, porque estamos convencidos de que la que nosotros proclamamos no es una verdad circunstancial, sino una verdad eterna, y estamos convencidos de que lo que nosotros afirmamos es para el bien de México.

“Esa técnica de la victoria es ahora, la misma que fue en 1909, y que debió serlo en 1929, y cito estos dos casos porque son tal vez los únicos dos casos en el presente siglo en que se manifestó la conciencia ciudadana de México. En 1909 y en 1929, lo esencial fue esa labor que aquí se ha calificado de ilusa, de utópica, fue la labor de hacer sentir a todos los mexicanos la trayectoria y el destino de la Nación.

“Yo recuerdo a todos los que con tanta urgencia han resuelto a favor de la intervención electoral, yo les recuerdo que el triunfo de Madero no fue electoral. El triunfo de Madero no se expresó en votos, sino en otra forma muy distinta. Recuerdo la otra ocasión que he mencionado y que es para mí particularmente cara: la dolorosa aventura de 1929. Allí entramos muchos, no porque creyéramos un solo momento en la posibilidad de un triunfo electoral; jamás lo creímos, nunca lo pensamos, y estoy por afirmar que quien fue el jefe de esa empresa, tampoco lo creyó. ¿Cuál fue la razón del intento del veintinueve? El justo deseo de remover el pantano moral en el que México se encontraba; de levantar cuando menos la esperanza ante una Nación inmóvil; de conmover la conciencia nacional que parecía perdida.

“Y entonces cometimos un error: en vez de hacer la intensa y ardiente campaña de apostolado, limpia de todo interés personal, absolutamente pura y desinteresada, pensando sólo en los valores de la Patria, nos dejamos llevar por la ilusión de que la actividad electoral era, como decía hace poco el señor licenciado Herrera y Lasso, el instrumento único que se ofrecía a nosotros. Tal vez por ello, hasta al jefe echamos a perder; tal vez por ello, México no recibió el gesto gallardo del heroísmo, del martirio de algunos de los que tomaron parte en la empresa de veintinueve, todo el fruto que debe recibir la Patria de la sangre de sus hijos…

“Sí en 1929 se hubiera hecho un partido de principios permanente, si en vez de la preocupación de la elección inmediata y del grito de rebelión y de esa neurosis, la escaramuza a que González Luna se refería hace un momento; si en vez de dejar suelto el muy humano instinto de actuar inmediatamente, hubiéramos pensado en lo esencial, hubiéramos pensado en que la Patria no somos los que en estos momentos estamos padeciendo la opresión, si hubiéramos pensado que la Patria desde hace siglos sufre y es burlada, no habríamos cometido el error de ver todo el empeño, de ver todo el esfuerzo, todo el inmenso valor del sacrificio, puesto al resultado de un albur que íbamos a jugar con trúhanes profesionales y con cartas marcadas…”

Si los panistas del presente aciertan a retomar los motivos de orden superior para reencontrar la misión y la identidad histórica de Acción Nacional, seguirá habiendo bastantes razones para seguir militando en el PAN.


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