Ciertamente nuestra vida está llena de incertidumbres desde el día en que nacemos, pero en estos momentos México tiene más de las que necesita. Las más graves son las económicas, pero también las hay políticas, sociales, medioambientales y sísmicas.
Después de más de veinte años de estabilidad cambiaría, este sexenio hemos sufrido un proceso devaluatorio que recuerda las momentos más angustiosos de la segunda mitad del siglo pasado. En este gobierno el dólar ha subido de 13 a casi 20 pesos (53%) por razones tanto externas como internas. Entre las externas destaca el débil desempeño de la economía mundial, lo que ha llevado a todo el mundo a refugiarse en el dólar, impulsado además por las medidas financieras de Estados Unidos.
Entre las razones internas, también está la misma reacción de desconfianza: los mexicanos prefieren conservar sus recursos cambiando sus pesos a dólares. Pero también están el renovado aumento de la deuda pública gubernamental y la disminución de las reservas internacionales. Son variaciones que envían mensajes de desconfianza sobre nuestras finanzas y las posibles dificultades para defender el peso en caso de especulación. Por supuesto generan incertidumbres.
Para acentuar el escenario incierto, el jueves 22 los británicos votan su permanencia a la Unión Europea (UE), cuyo resultado no logran anticipar las encuestas. De por sí éstas no siempre muestran lo que sucederá (recordemos las que preveían los resultados del 5 de junio en México), pero ahora nos dicen que puede ganar cualquier alternativa, y que la que gane lo hará por una diferencia de menos del uno por ciento.
La incertidumbre de este resultado tiene consecuencias muy serias para el mundo. Si se aprueba la salida británica de la UE se estima se dará una fuga de capitales hacia Estados Unidos, afectando también al peso. Sería una tormenta en el mercado cambiario, en la que México, por la exposición que describo líneas arriba, se vería en situación comprometida que nos llevaría a un tipo de cambio por encima de los 22 o 25 pesos por dólar.
Nos espera la incertidumbre. En estos momentos el gobierno mexicano tiene muy poca capacidad de maniobra para enfrentar una tormenta que no previó. Aunque suceda lejos del territorio nacional, puede dañar seriamente nuestra economía. No sólo en el mercado cambiario, también afectando nuestras exportaciones. Aunque una devaluación puede hacernos un país más competitivo, no es previsible que tan profunda sería la recesión en que podrían caer muchos países.
Si finalmente los británicos votan por la salida de su país de la UE, aprendamos de lo qué suceda al interior de Gran Bretaña. Podría México enfrentar algo parecido si Donald Trump llegara a ganar la presidencia de Estados Unidos y denunciara el Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Entonces sí que tendríamos una enorme incertidumbre.
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