Hace unos días, nos enteramos que uno de los militantes con mucha historia dentro del Partido Acción Nacional, aproximadamente unos 25 años, anunciaba su salida de la institución porque su ciclo dentro de la misma terminó y ha dejado de coincidir en cómo se hace hoy la política dentro del partido.
Juan Ignacio Zavala ha sido un hombre prolífico dentro del PAN. Miembro del partido desde su juventud, estuvo siempre al frente de batalla en los momentos más difíciles, en aquellos tiempos en donde Acción Nacional difícilmente tenía representación en el país, cuando los militantes salían a las calles a pintar las bardas de sus candidatos y se paraban en cada esquina a ‘botear’ para poder llevar a cabo una campaña. Cuando el partido no ofrecía más que sus causas y bandera, cuando la militancia se formaba por convicción y no por algo a cambio.
Zavala, como todos los panistas lo conocemos, formó parte de tres comités de campañas presidenciales —dos ganadas y una perdida— fue asesor del PAN en numerosas ocasiones y ocupó cargos dentro del partido y el gobierno Federal. En cada uno de sus encargos su trabajo siempre se distinguió por su profesionalismo, su entrega, su peculiar forma de decir las cosas y la agudeza de su razonamiento. Como militante siempre se manifestó dispuesto a salir a defender al PAN, aún en la derrota, pero también consciente de las fallas de nuestro partido fue sensato en su diagnóstico.
Hoy Acción Nacional pierde a un miembro valioso, un militante que aportó toda su capacidad y voluntad para hacer del PAN una opción política importante, un panista que creció y maduró con el partido, un mexicano que se comprometió con la lucha democrática y desde su trinchera construyó, junto con muchos otros, la transición política de nuestro país. Sin duda el futuro que le espera a Zavala lejos del PAN es más que promisorio, su experiencia en comunicación política le seguirá siendo útil a México.
Sin embargo, el PAN —con un valioso militante menos— tiene frente a si la gran tarea de reconstruirse. Hoy el partido atraviesa por un momento complicado, luego de una renovación de la dirigencia llena de desencuentros que provocó la segregación de su militancia y la carencia de una clara agenda de partido y de políticas públicas.
Hasta el momento, después de casi cinco meses de las elecciones internas, la dirigencia no ha podido hacer un llamado a la integración de las diferentes visiones que existen y conviven en el PAN. Y es que es evidente que dentro de un partido hay diferentes opiniones, pero es justo la pluralidad de sus miembros lo que distingue y hace fuerte a una opción política. Aún en el marco del 75 aniversario de Acción Nacional, la dirigencia dejó pasar la oportunidad de convocar a la reconciliación total del partido y crear una plataforma única, clara y contundente.
Así, si en los próximos meses la dirigencia no logra unificar a la militancia a partir del reconocimiento de las diferencias que nos mantienen siendo una opción política; si no se convoca a la construcción de una plataforma congruente con nuestro papel de oposición; si no se crean nuevas propuestas que generen esperanzas y banderas que den respuesta a la actualidad de nuestro país y si quien encabeza la dirigencia no hace a un lado sus intereses personales, el PAN no sólo no podrá volver a aspirar a la Presidencia de la República, el PAN dejará de existir.
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