En Chihuahua se puede dar la alianza amplia inobjetable. Ese estado es gobernado por un cacicazgo priista autoritario, corrupto y corruptor que no le pide nada a los de Veracruz y Quintana Roo, es decir, el viejo régimen sin máscaras que amenaza con perpetuarse con su estela de descomposición política y social. El ya candidato por el PAN, Javier Corral, no sólo es el principal opositor al gobernador César Duarte sino que además es un político que se ha destacado por su rectitud, compromiso democrático y valentía con la que se ha enfrentado a poderes fácticos y enarbolado causas progresistas desde su militancia panista, lo cual explica la simpatía que goza tanto en la sociedad civil como en la izquierda.
Javier Corral ha promovido junto con muchos ciudadanos y organizaciones sociales un amplio y plural frente contra el mal gobierno en Chihuahua, Frente Político por la Unidad Democrática, sin duda el principal polo de denuncia a la corrupción, nepotismo, conflicto de interés, infiltración del crimen en las instituciones y autoritarismo del Ejecutivo estatal. Alejado del centro del país y con el viejo estilo del control a los medios de comunicación, muchas de las fechorías del Duarte del Norte -no es lo mismo, pero es igual que el Duarte del Golfo- hubieran quedado ocultas para la opinión pública nacional si no fuera por la voz fuerte de Corral en el Senado.
Es tal la desfachatez de César Duarte que compró un Banco donde puso recursos públicos del estado. En cualquier país con un mínimo de pudor democrático y un sistema de justicia con atisbos de independencia se le hubiera separado de su cargo y fincado cargos, pero México es el paraíso de la impunidad y el conflicto de interés parece deporte entre los servidores públicos. Por eso resalta aún más la figura de Javier Corral y su entereza. Ha pisado muchos callos de gigantes poderosos y sí lo ha podido hacer es porque no tienen de dónde agarrarse para desacreditarlo y las infamias y calumnias que le lanzan se caen solas al no tener asidero.
He tenido el privilegio de compartir causas y dar batallas con Javier Corral. A veces hemos discrepado, pero es un gusto debatir con un elocuente orador que sustenta sus dichos y busca persuadir con inteligencia. Sea en el Congreso, en un foro o en la herradura del INE, Javier apuesta a las ideas y pone por delante su convicción democrática y la fuerza de sus valores éticos, los cuales lo han llevado en ocasiones a votar en conciencia en contra de la línea oficial de su partido, tal y como sucedió en la reforma energética. Ha pagado altos costos por enfrentarse a los intereses duopólicos de la televisión y no obstante sigue firme.
Así que tenemos un estado caciquil que representa la restauración autoritaria del viejo régimen y un candidato, Javier Corral, que representa la lucha democrática y la insurrección cívica contra la crisis de ética pública que padece el país. Es la alianza paradigmática PRD-PAN, la que es más fácil de defender y enarbolar. Sin embargo, aún no está decidida porque la garras corruptoras deCésar Duarte han llegado a los partidos de oposición y el PRD local no es la excepción. Por eso, perredistas que promovieron una vergonzosa alianza con el PRI hace tres años en contra de la determinación del CEN y que han alejado a los cuadros de mayor prestigio en la entidad, ahora proponen a un personaje menor sólo para dividir la oposición y así ayudar a Duarte a heredar el poder y cubrirse las espaldas.
Por fortuna para este caso -en otros la mano de Osorio Chong ha intervenido para frustrar alianzas- el Estatuto y un acuerdo del Consejo Nacional del PRD otorgaron al CEN la facultad de decidir dónde hacer alianzas y con quién, con la comprensible excepción del PRI -con ellos ni a la esquina. Confío en que no se equivoque mi partido y apruebe respaldar la candidatura de Javier Corral y así en Chihuahua enfrentemos al pernicioso estatus quo con una alianza incuestionable.
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