Gobernanza es el conjunto de instituciones, procesos y normas mediante las cuales un Estado democrático toma decisiones consensuadas. En tal sentido, el contraste entre el viejo PRI y Morena es ilustrativo. Con todos sus defectos, el PRI funcionó como una estructura que procesaba conflictos y mantenía la estabilidad. Hoy, la carencia de una gobernanza eficaz se manifiesta en varios frentes. Uno fundamental: los escasos resultados de la militarización de la seguridad pública. Sin capacidades técnicas, institucionales y políticas, los municipios seguirán viviendo procesos de violencia, como muestra el hecho que durante el sexenio pasado sólo una tercera parte de ellos pudo avanzar en la pacificación de sus territorios.
Otro ejemplo: crece la recaudación fiscal, pero por mecanismos de presión administrativa, no por una base tributaria sólida. La desaceleración económica y los recortes al gasto en salud, educación e inversión pública muestran que la falta de reglas tributarias claras y sostenibles comprometen el bienestar. Un tercer ejemplo: en lo regulatorio, el proceso de digitalización revela una gobernanza deficiente: sin incluir a personas morales ni prever riesgos legales, esta imposición puede paralizar a empresas y vulnerar derechos.
México no saldrá del estancamiento sin un nuevo pacto de gobernanza institucional. No basta con mandar, se deben generar condiciones estables, legítimas y funcionales para impulsar el desarrollo.
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