El reto de gobernar

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En los discursos de los políticos, de manera regular se alude al reto de gobernar, pero sin especificar a qué se refieren con ese tema. Para muchos, el reto es establecer políticas públicas específicas en asuntos tales como el combate a la corrupción o a la pobreza, aunque para otros es hacer más eficiente la administración pública. No obstante todo lo que se pueda decir, son pocos los resultados que se pueden presumir.

De retos

Tomemos como ejemplo, recordando eventos pasados que inspiraron la columna de hoy, el primer encuentro nacional de legisladores del PAN que se realizó el 25 de agosto de 2001, titulado precisamente “El Reto de Gobernar”. En ese momento, un panismo orgulloso por la victoria del año anterior sobre el PRI, reunía a sus diputados locales, federales y senadores para analizar las perspectivas de la nueva administración federal.

         Además de los coordinadores parlamentarios federales, fueron invitados gobernadores, exgobernadores y secretarios de Estado para compartir sus expectativas, visiones y experiencias del gobierno, con el fin de generar estrategias para apoyar a la presidencia de Vicente Fox.

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         Entre las ideas que rescatamos y que nos ayudarán a tener una visión más clara de lo que en ese momento, y para ese partido, era el reto de gobernar, el presidente del Partido en ese entonces, Luis Felipe Bravo Mena, apuntó una serie de metas a cumplir por parte de los legisladores y los gobernantes del blanquiazul:

  • “Que la política tenga un sentido integrador y trascendente y no sólo a la lucha por la obtención y conservación del Poder”.
  • “Que la economía sea capaz de elevar la calidad de vida de la mayoría de los mexicanos”.
  • “Que la sociedad encuentre en la libertad y la democracia nuevos espacios de participación responsable y colaboración solidaria”.
  • “Que se revalore la función pública, la confianza en las instituciones y la fe en las posibilidades de una mejor futuro para el país”.

Sin duda, a la luz del tiempo transcurrido, se puede comprobar que dichos preceptos señalados por el dirigente nacional panista no se vieron reflejados en la realidad del sexenio foxista –ni tampoco en el siguiente o en el actual–, por lo que el reto de gobernar sigue siendo una asignatura pendiente de nuestra clase política.

Y para comprobar lo anterior, veamos ahora las palabras que el pasado 12 de julio dijo Enrique Ochoa Reza al tomar posesión como presidente del PRI: “Nos han acumulado viejos y nuevos problemas; en esta compleja hora de México están a prueba nuestras instituciones y está a prueba nuestra capacidad de concebir y proponer soluciones democráticas. Soluciones democráticas para dignificar la política y para conectar de nuevo con los ciudadanos”.

     Sin duda, las similitudes saltan a la vista entre las visiones de ambos personajes. De hecho, Ochoa Reza agregó que “tenemos que ser un Partido que señale la corrupción de los gobiernos emanados de nuestras filas, que exija su fiscalización, incluso su destitución”.

     Es así que la gran pregunta que surge tras leer ambos discursos es, ¿cuándo se hará realidad lo que ha sido expresado en palabras?

     La verdad es que los resultados de nuestra clase política han dejado mucho que desear.

     Los gobernantes no han entendido que la ciudadanía espera no sólo eficiencia sino honradez, además de que ésta ha aprendido que puede castigar en las urnas a los malos gobernantes, como ocurrió en junio pasado en varios estados del país. El reto, pese a lo mucho que se menciona, es cumplir con las expectativas de la población y resolver sus necesidades, pues –como regularmente se cita en los discursos– llegar a un cargo público es para atender a los demás, no para aprovecharse del puesto y enriquecerse.

     Esta diferencia en las visiones entre lo que mucha gente espera de la política y lo que hacen quienes están inmersos en ella, es lo que hace que haya tanta decepción y abstencionismo en las elecciones, además de la existencia de protestas cada vez más violentas, reflejo del cansancio ciudadano.

     El reto de gobernar está claro, lo que no lo está es la voluntad para hacerlo realidad de acuerdo al bien común, pues los recientes escándalos vinculados a la corrupción han hecho evidente que se trata de algo que difiere de lo que se espera de los servidores públicos.

     No es de extrañar que en las mediciones que monitorean regularmente la confianza ciudadana, los partidos y los legisladores se ubiquen en el sótano de las mismas. Quizá llego el momento de pedir menos discursos y más acciones.

Del tintero

Continúan las reacciones por el hecho de que un partido de izquierda eligió como presidente a una millonaria, pero lo mismo sucede en el PRI o en otros institutos políticos, pues como apuntó en su momento Carlos Hank González, un “político pobre es un pobre político”, por lo que no nos debe extrañar que los principales dirigentes partidistas sean dueños de cuantiosas fortunas. Esto es parte del atractivo que muchos le ven a la política, pese a iniciativas como la #3de3.

 

@AReyesVigueras


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