El incidente diplomático: metida de pata de EPN

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Estas últimas semanas, sin lugar a dudas, han sido las más intensas para Enrique Peña Nieto, hubo muchos incidentes que al darse uno detrás del otro fueron acumulando tensión en la oficina de Los Pinos. La denuncia mediática del plagio de su tesis de licenciatura y la escuálida y poco inteligente defensa de la Universidad Panamericana, su alma mater, dieron la nota inicial para una caída de imagen muy intensa.

La franca hostilidad y rebeldía de la CNTE que ha debilitado hasta el ridículo la gestión del Secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño, ha minado por completo la legitimidad de la Reforma Educativa y evidenciado la mínima autoridad del mismo Presidente, quien a pesar de las múltiples amenazas mediáticas y discursivas que ha protagonizado no ha podido someter a la legalidad a la CNTE, además de poner sobre la mesa un posible doble juego de uno de los principales secretarios de estado, que se dice que por un lado negocia y por el otro solivianta.

El muy preocupante incremento de la violencia en el país que va llenando los vacios de poder que el gobierno de la República va dejando.

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Las amenazas e insultos de Donald Trump, quien a lo largo de un año los ha proferido sin descanso contra los mexicanos, latinos y en general con los inmigrantes que no son de raza blanca y la nula respuesta del gobierno de México (ya sé, ya sé, pero entra en la ecuación, ya verán).

La presión sobre la moneda mexicana que la economía mundial ha ejercido a lo largo del sexenio y que ha provocado una devaluación del peso en un 54% ($19.95 pesos por un dólar) y promete llegar a más allá del 85% ($24.00 pesos por dólar) durante los próximos 30 días.

La caída de los precios del petróleo es otro de los grandes escollos que no ha podido sortear el gobierno federal, a pesar de que México ha adquirido la Cobertura para los Precios del Petróleo, estas han sido solamente un paliativo y han quedado cortas las finanzas públicas

El creciente aumento de la deuda pública que se ha venido haciendo de manera irresponsable, provocó que las calificación de la deuda mexicana que hicieron Standars & Poor´s y Moody’s se hicieran a la baja lo que incrementó en demasía las presiones sobre nuestra economía.

La apertura de todos estos frentes que requerían una atención especializada en cada uno de ellos, generó un caldo de cultivo en donde cualquier error podría desatar una catástrofe para Peña Nieto.

Pero entre toda esta cantidad de conflictos hay uno en especial que genera una reacción en cadena. El Banco de México comenzó a dar advertencias sobre la proximidad de una crisis y bajó en repetidas ocasiones el porcentaje del crecimiento de la economía mexicana. Después Standard & Poor’s da la advertencia de que la deuda mexicana ha crecido mucho y que comienza a convertirse en un riesgo dado que ya existe la posibilidad de que se presente un incumplimiento en los pagos de la deuda por parte del gobierno. No detallaremos con pelos y señales este asunto pero por el momento baste decir que la declaración de las calificadoras de riesgos puso a la Secretaria de Hacienda y a la Presidencia en estado de emergencia; al recibir una calificación menor el país deja de ser seguro para invertir y los inversionistas migrarían hacia lugares más estables.

La razón para bajar la calificación del país es simple, durante estos últimos 4 años el gobierno ha apostado en gastar los dineros de la hacienda pública en proyectos electorales que no generan dinero, lo han mandado todo a la asistencia social (Sedeso) con la finalidad de ganar para el PRI la simpatía electoral de los beneficiarios de estos programas, recuerde usted que durante el año pasado el gobierno gastó miles de millones de pesos en la compra de millones de televisores para luego repartirlos «gratuitamente» justo antes y durante las elecciones del 2015.

Cuando se gasta desproporcionadamente en programas sociales se debilita financieramente y el Estado queda vulnerable por lo que recurre a los créditos para poder funcionar, primero se financia con inversionistas nacionales y finalmente recurre al exterior.

La deuda creció sin un adecuado soporte que garantice su pago oportuno, esto lo detectaron las calificadoras de riesgos y actuaron en consecuencia bajando la calificación crediticia del país.

El reporte de la calificadora dice en una de sus partes: “La democracia ha traído estabilidad y cambios regulares de gobierno, pero no ha creado dinamismo económico o mejorado la seguridad pública. Pensamos que México enfrenta a largo plazo un riesgo mayor debido a la pobre gobernanza y desempeño económico débil que el riesgo de un cambio radical en políticas económicas.”

El golpe fue duro para la política económica que impulsaba Videgaray. Standard & Poor’s en otras palabras dice que la política económica de México no ha impulsado a los sectores productivos y por otro lado dice que el riesgo aumenta por lo deficiente que ha sido la forma de gobernar del país.

Este tema se convirtió en una pesadilla para Peña Nieto y Videgaray pues el problema no se soluciona con discursos mareadores y afecta directamente en el ánimo de quienes han comprado obligaciones gubernamentales y de quienes deseen invertir en el país, pues dibuja un panorama incierto y de mucho riesgo.

Ambos políticos ansiosos buscaron una salida que impactara a las calificadoras positivamente y se lograra convencerlas de regresar la calificación anterior para evitar que los inversionistas entraran en pánico y comenzaran a retirar sus dineros de los instrumentos de deuda del gobierno.

Es evidente que cualquier solución sobre economía que imaginaron implementar requiere de tiempo, la desconfianza de los capitales es difícil de ganar y tiempo no es lo que les sobraba a Peña y Videgaray, falta muy poco para que den comienzo las campañas electorales en donde se juega un estado muy importante para el priismo, el Estado de México, si lo pierde el PRI pierden la presidencia y ciertamente empezar una campaña con una crisis económica severa no los ayuda en nada.

El tiempo empezó a correr y como ninguna estrategia económica  podría dar el resultado en tan poco tiempo, centraron su atención sobre el único punto que si podían intentar modificar y este era la imagen de la «pobre gobernanza» que tienen los analistas de las calificadoras de riesgos.

Mejorar la imagen de Enrique Peña Nieto es una tarea titánica, ya que lleva 4 años auto desprestigiándose y justo en estos días tiene el nivel de aceptación más bajo que ningún presidente ha tenido nunca, por eso se volvió imperante dar un golpe maestro en donde el presidente mostrara sus dotes de liderazgo, pero este golpe tendría que ser con algo que tuviera repercusión global como para que los analistas que lo habían mal calificado y los dueños del capital cambiaran su percepción y que esta pasara de «pobre gobernanza» a «fuerte gobernanza».

Se necesitaba una estrategia que fuera demoledora, que impactara positivamente a los mercados y demostrara que el liderazgo presidencial en México puede contener y manejar adecuadamente cualquier contingencia.

La idea febril aflora finalmente, si el presidente de México logra que Donald Trump baje o modere los ataques a los mexicanos en su discurso beligerante, eso daría una señal muy fuerte para los mercados y se ganaría tiempo para ver si las condiciones macroeconómicas dejan de ser tan adversas.

Las ventajas que Videgaray y Peña creyeron tener es que Donald Trump se encontraba en ese momento muy abajo de la preferencia electoral y que para poder remontar tendría que cambiar su discurso y reconocer que la migración es muy importante para los Estados Unidos, que el gran muro no se va a construir y mucho menos lo van a pagar los mexicanos y ¿por qué no? que Trump pidiera disculpas por todos sus insultos.

Se arranca el plan y deciden dejar fuera a la Secretaria de Relaciones Exteriores, Claudia Ruiz Massieu –quien por cierto y para quienes no lo saben es hija de Adriana Salinas de Gortari–, se opuso a la visita, lo que queda documentado en las entrevistas que le hicieron Adela Micha y López Doriga y otra razón más para dejarla marginada es que además no pertenece al grupo Atlacomulco, así que en secreto Videgaray y Peña elaboran las famosas cartas.

En la afiebrada mente de los dos estrategas, Peña y Videgaray, aparecen visiones donde ambos con sendas túnicas blancas y ramitas de olivo en las sienes reciben la adoración del pueblo mexicano, el reconocimiento de la comunidad internacional y las calificadoras de la deuda reconocen que se equivocaron y dan marcha atrás.

El viernes 26 de agosto se mandan las cartas invitación a los dos candidatos (demócrata y republicano) a la presidencia de los Estados Unidos debidamente firmadas por Peña Nieto, se espera que la respuesta a esta invitación tarde cuando menos unos quince días si las cosas marchan rápido, pues los equipos de campaña tienen que analizar cual es la fecha más oportuna para realizar los encuentros.

Pero como con Peña y Videgaray nada puede ir bien, el asunto se sale de control.

En los Estados Unidos en el bando demócrata están muy contentos porque las encuestas le dan un triunfo claro a Hillary Clinton, mientras que Trump va en caída casi vertical por la imagen que ha proyectado con un discurso incoherente, racista y con muy pocas posibilidades de implementarse.

            Peña y Videgaray nunca supusieron que la respuesta de Donald Trump sería tan rápida, esperaban que pasara primero el informe de gobierno, así que Trump agarra de sorpresa a Peña y Videgaray.

La noticia de la visita se dio un día antes de que se llevara a cabo la misma, el 30 de agosto, y es el mismo Trump quien por medio de su cuenta de Twitter da cuenta de ello, lo que significa que la invitación la analiza el grupo de Trump el lunes 29 y el martes 30 se ultiman los detalles por la mañana.

El equipo de seguridad de Trump, a cargo del Servicio Secreto, se opuso a la visita pues no había tiempo para coordinar con el Estado Mayor la seguridad del candidato, sin embargo Trump insistió que visitaría a Peña Nieto antes de su informe de gobierno, y así fue. 

Hillary Clinton y su equipo ven el verdadero alcance que tiene dicha invitación y en las redes sociales y en cuanto medio de comunicación tuvo disponible manifestó que esa visita no borraría un año de agravios en contra de los mexicanos.

Pero Peña Nieto ya había metido la pata y la metería aún más…

El día de la visita el ejecutivo le brinda a Trump un recibimiento que solo está reservado a los jefes de estado.

Sobre lo acontecido en México durante la visita de todos conocida, Trump se adueño de la conferencia de prensa conjunta y siguió con su mismo discurso antiinmigrante y remataba diciendo «los mexicanos pagarán por el muro, sólo que ellos no lo saben».

Pero lo que definió la suerte de Videgaray estaba por venir.

Hillary Clinton en muchas oportunidades manifestó que la visita de Trump a México había ocasionado un «incidente diplomático». Un incidente diplomático siempre requiere que haya una parte que transgrede y una parte afectada y regularmente se resuelve con notas diplomáticas en donde el agraviado manifiesta su descontento, es aquí donde las palabras de Clinton reflejan lo que el gobierno de los Estados Unidos percibió con la visita de Donald Trump a México.

El hecho es que la invitación que hiciera el gobierno de México a Trump fue una franca intervención a la política interna de aquel país pues después de la visita el comportamiento electoral cambió drásticamente, Trump subió en las encuestas y emparejó a Hillary Clinton.

Este cambio en el comportamiento electoral molestó a Hillary –y por supuesto a Obama–, y se generó una nota de protesta por la intervención del presidente de México en la política de Estados Unidos.

Y es en este punto donde Peña en sus justificaciones reiteradamente utiliza la frase “la invariable posición que tiene el gobierno de México para mantenerse absolutamente respetuoso del proceso democrático que viven los Estados Unidos”, más adelante dice que por parte de Obama “hubo claridad para que nos mantuviéramos así hasta el final de su gestión”.

Y vuelve a insistir en que “hubo una gran receptividad, y yo reiteré estos dos puntos: reconocimiento hacia su Gobierno, respeto al proceso electoral de los Estados Unidos, y sí interés de México por simplemente insertarnos en un espacio de diálogo”.

¿Qué señal podría enviar México para dar a entender que verdaderamente no volvería a interferir en la política interna de Estados Unidos, dejar sin castigo a quién metió la pata sugiriendo el desatino de la invitación? El que Videgaray siguiera en su puesto mandaría a Obama y su gobierno una señal negativa.

Así que un día temprano Videgaray es inducido a renunciar y Peña a aceptar la renuncia.

 

@EnriqueDavilaV


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