El impostergable debate nacional

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Uno de los engaños más perniciosos se hace falsificando el lenguaje; y la repetición constante de un embuste sirve para juzgar hechos y afirmaciones, principalmente si son de índole política.

En nuestra vida pública se da el absurdo de tener gobernantes ampliamente aceptados, que son simultáneamente reprobados por sus acciones, omisiones y resultados. Lo anterior se explica porque se ha impuesto en la cultura popular la idea de que el mejor gobierno es el que da más dinero a los pobres y que en eso deben consistir los verdaderos “programas sociales”. Las demás acciones a cargo de las autoridades son prescindibles y de poca o nula importancia.

La falacia consiste en querer colmar las obligaciones del gobierno con la entrega de dinero a millones de gobernados, y entre más distribuya, más humano y mejor calificado será, aunque endeude criminalmente al país.

Gran parte de la población olvida o ignora dos verdades. La primera: que todas las acciones de las autoridades sólo se justifican ética y políticamente si redundan en un genuino beneficio social. La segunda, consecuencia de la otra, es que las entregas de dinero público a particulares no son, ni con mucho, las únicas ni las mejores políticas sociales que están obligados a llevar a cabo los gobernantes.

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Los millones de mexicanos que queremos superar el impacto de las tramposas dádivas gubernamentales en las elecciones de 2027 (que el próximo año serán de más de mil millones de millones de pesos) debemos hacer buenas propuestas de gobierno, presentar candidatos con prestigio y poner al centro del debate nacional las carencias del país; porque todas las familias de México sufren la inseguridad en sus vidas y patrimonios; la falta de médicos, equipos y medicinas; la falta de escuelas dignas donde la juventud se cultive y desarrolle; la falta de empleos liberadores; la falta de infraestructura nacional; la falta de seguridad jurídica y crecimiento económico; y un interminable etcétera. En pocas palabras: debe ser cotidiano nuestro reclamo a los gobernantes por torpes y tramposos; por la insolente publicidad que se hacen con los recursos que ellos no generaron; por la coacción a través de esas dádivas, y por su descomunal latrocinio que supera por mucho todos los precedentes de nuestra historia.

Si “sacaron de la pobreza a 13 millones de mexicanos”, ¿por qué siguen dándoles dinero que otros producen? ¿Por qué ocultan que ellos tripulan la criminalidad que destroza al país? ¿Por qué no escuchan los gritos de dolor en los abandonados centros de salud “para el bienestar”? ¿Por qué tantos miles de mexicanos huyen año con año al extranjero? Y son muchos más los reclamos.

Contra el gobierno inepto y cínico, gangrenado y purulento, los ciudadanos debemos construir un México unido y libre, próspero y respetado.

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