El árbol caído

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Sin hacer leña por la renuncia del Dr. Luis Videgaray a la Secretaria de Hacienda, y con independencia a que ésta sea o no consecuencia de una desatinada recomendación, asevero que quien más se beneficiará será la economía nacional. Ésta sufre desde el primer momento del gobierno de Peña Nieto con la fatídica Miscelánea Fiscal de 2013. Desde entonces el crecimiento del PIB se reduce y el ingreso de los mexicanos languidece.

Por impactos externos, en especial por la caída del precio del crudo, tanto la economía nacional como las finanzas públicas se vieron afectadas, pero la solución aplicada fue equivocada: privilegiaron los ingresos fiscales sobre la promoción de inversión y el empleo. Se redujeron exenciones, se cambiaron procedimientos y se apretó a los causantes. Ciertamente la recaudación se incrementó, pero a costa del ingreso de los mexicanos: Al tiempo que la recaudación del ISR aumentó 18%, el crecimiento del PIB descendió a la mitad y la pobreza llegó al 55%.

La Secretaría de Hacienda además endeudó al país, pero no para fomentar la economía o el empleo. Lo hizo para tener recursos y hacer obra para dejar huella como Salinas lo hizo en el sexenio 1982-88. Financió obra pública que pagarán los mexicanos del futuro, que aunque llegue e ser muy útil, no ayuda al presente. El endeudamiento externo (casi el 50% del PIB) llegó a un nivel tan peligroso que las instituciones fiduciarias internacionales ya alertan sobre el riesgo.

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El Presidente Peña estuvo por años deslumbrado por Videgaray, lo conocía hacía más de una década. Había sido su secretario de Finanzas y su jefe de campaña. Siempre confió en sus sugerencias por lo que apoyó la política recaudatoria. Aunque los causantes manifestaron su molestia por varios caminos y movieron contactos para mostrar su desagrado, la opinión de Videgaray se impuso. Aumentó la recaudación e incluso el número de causantes registrados, pero la actividad económica lo resintió y el crecimiento de la economía se hizo más lento. El Presidente durante cuatro años vio al Secretario de Hacienda como pilar de su administración.

Si la invitación al candidato republicano Trump hizo abrir los ojos al Presidente, o si todos los comentarios negativos a la política fiscal finamente fructificaron, el Supersecretario perdió la confianza. Ha sido relevado por un funcionario excepcional, que sin tener un carácter partidista, por quinta ocasión ocupa una Secretaría de Estado en dos sexenios distintos de dos partidos muy diferentes.

El recién nombrado Secretario de Hacienda, José Antonio Meade, ya estuvo en el mismo cargo en la pasada administración, y es de esperar que realice mejoras que, sin reducir los ingresos fiscales ni aumentar la deuda pública, permitan animar la decaída economía nacional y los ingresos de los mexicanos menos afortunados.

Si Meade logra rehacer la economía al menos como estaba en 2012, será la única consecuencia positiva de aquella impopular invitación.


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