El discurso, en los partidos políticos, es también una oportunidad de diferenciarse al igual que sus respectivas ideologías y propuestas que impulsan en el marco de una campaña electoral. En nuestro país, este tipo de elementos se ha comenzado a igualar haciendo difícil que se aprecien los verdaderos rostros de los institutos políticos, algo que se suma a la crisis que viven este tipo de organismos.
Identidad
Si preguntamos a cualquier ciudadano en que se diferencian los partidos políticos nacionales, además de sus siglas y emblemas, una posible respuesta estará en los discursos que pronuncian sus líderes y candidatos. Pero sucede que las distintas fuerzas políticas en México hablan de democracia, libertad, bienestar, entre otros términos que acaban por difuminar las barreras que los hacen distinguibles.
Si bien esto tiene que ver con aspectos tales como la incorporación de nuevos militantes que dejan de lado el lenguaje particular de cada partido, una búsqueda de adaptación a los intereses de los ciudadanos, contagio de modas discursivas –incluso de otros países–, intentos por hacer los mensajes más accesibles, entre otros, la realidad es que el lenguaje particular de cada partido se ha ido perdiendo en una forma de estandarización del discurso.
Así, ahora es difícil distinguir por el simple discurso a un militante de un instituto político de otro de sus adversarios.
Como ejemplo, tenemos a Acción Nacional. En dicho partido, al estar basado en lo que Efraín González Luna denominó “humanismo político”, basado en la doctrina social de la Iglesia Católica, el discurso panista durante muchos años incorporó términos basados en lo que llaman “pilares del humanismo”: solidaridad, subsidiariedad, bien común, respeto a la dignidad de la persona.
Pero con el paso del tiempo, este tipo de palabras se fueron volviendo menos comunes en los discursos de los panistas, llegando incluso al grado que uno de dichos términos, solidaridad, fue el nombre que durante el sexenio de Carlos Salinas de Gortari se utilizó para su programa estrella de combate a la pobreza. Hasta un municipio mexiquense fue nombrado con dicha palabra: Chalco Solidaridad.
Otro tanto ocurrió con la izquierda, en cuyo caso el lenguaje con inspiración marxista cayó en desuso en muchas ocasiones, siendo reemplazado por frases que cualquier otro político de distinto giro ideológico utilizaría.
Ahora los panistas hablan de bienestar dejando de lado al bien común, llaman a crear una cultura ciudadana en vez de apelar a la solidaridad o a la subsidiariedad y abordan la problemática de los derechos humanos sin referirse a la necesidad de luchar por el respeto a la dignidad de la persona.
Es tal el giro que en materia de discurso se ha tenido, que hasta se han dado el lujo de invitar a activistas antiaborto, como Martha Lamas, a que les dé conferencias. Y no es que tenga algo de malo que los panistas busquen escuchar a los opositores a sus planteamientos, sino que se invierten recursos en este tipo de conferencias sin que se impartan alguna otra que hable de sus principios, reforzando sus banderas.
Las palabras son una de las principales herramientas para contribuir en la construcción de una imagen de cara a la ciudadanía. Emplear frases prestadas de otros órganos partidistas sólo contribuye a que el elector se sienta más desencantado por las opciones que ofrecen, pues al igual que el lenguaje partidista que se deja de lado por falta de convicción, los principios serán lo próximo que se guarde en el cajón de los recuerdos.
La tendencia actual es jugar con elementos provenientes de la publicidad, para construir la “nueva” imagen del líder, candidato o del instituto político y entre más corta sea la frase, se espera que dé mejores resultados, pues se piensa “de que se puede se puede”.
Quizá en este ámbito, como diría en alguna ocasión Groucho Marx, estos son nuestros principios pero si no le gustan tengo otros.
Del tintero
Como comentamos en la colaboración anterior, se cumple un año de la salida del noticiario de MVS Radio de Carmen Aristegui y su equipo. Para sus admiradores, se cumplen doce meses de una gran pérdida para la libertad de expresión por la cancelación del espacio noticioso sin igual en este campo. Para sus detractores, fue un error de la conductora y de los dueños de la estación, sin más repercusión. Para otros, es uno más de los acomodos regulares que se tienen en los medios de comunicación, como el cambio de Ricardo Alemán de El Universal a Milenio, o los movimientos por la salida de la cadena de televisión de Grupo Imagen al aire en próximas fechas.
En tanto Aristegui encuentra de nueva cuenta espacio, parte de las redes sociales se mueven para exigir su reinstalación y llorar su ausencia.
Y ya que hablamos de redes sociales, es curioso el comportamiento de muchos usuarios que se rasgan las vestiduras si se critica a López Obrador, pero que en nada apoyan si se dice que estamos en una crisis económica por la irresponsabilidad del gabinete económico federal. ¿Será que su presencia en redes es nada más para apoyar a una candidatura y no, como ellos dicen, ver por el país?
Twitter: @AReyesVigueras
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