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DeVotos y Nonsanctos: Ciro le echa la culpa al diablo… y a AMLO

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¡Ay, nanita! En un México donde los balazos vuelan más que los likes en TikTok, el compadre Ciro Gómez Leyva se planta en la Feria del Libro como un pistolero de telenovela y suelta la bomba: su librito «No me pudiste matar» no es solo un diario de balas perdidas, sino un madrazo directo al mismísimo Andrés Manuel López Obrador. Porque, según Ciro, ese intento de asesinato en diciembre del 22 no fue un capricho de narcos cualquiera, sino el remate perfecto de una campaña de linchamiento moral orquestada desde Palacio Nacional. No mames, ¿AMLO mandando a sus chairos a acosar periodistas en redes? ¡Eso sí que es novedad, como si el sol saliera por Zacatecas!

Imagínense la escena: Ciro, con su traje impecable y esa voz de locutor que parece salida de un radio de los 70, presenta el libro rodeado de Azucena Uresti y Joaquín López-Dóriga. «López Obrador me hacía trizas en la Mañanera», dice el hombre, mientras el público aplaude como si fuera el grito de independencia. Y remata: «Que Dios lo bendiga… y que se vaya al diablo». ¡Ja! Si eso no es sátira mexicana pura, que baje Dios y lo vea. Porque, vamos, durante seis años, las «mañanitas» de AMLO eran un circo de circo: un día te llama «fifi», al otro «conservador de closet», y de pilón, desata a la jauría digital. ¿Recuerdan los trends con #CiroTraicion? Miles de bots y trolls gritando «muerte al fifí», mientras el jefe moral se lavaba las manos diciendo «no soy de linchamientos». Puras chingaderas, claro.

El libro pinta el cuadro completo: balazos en la frente, pero antes, un acoso cibernético que haría sonrojar a un hacker ruso. Seguidores del de Tabasco, armados de memes y hashtags, convertían críticas periodísticas en cacerías. Ciro no lo dice con pelos y señales —porque, uy, demandas volando—, pero deja caer que ese veneno oficial creó el caldo de cultivo para el plomo real. Y ahora, con Sheinbaum en el trono, ¿cambiará algo? Ja, ja, ja. Si hasta el Bart, el tirador confeso, se lleva bendiciones en el libro, pero AMLO se come el madrazo completo. Es como si Ciro dijera: «Tú, presi, no me mataste con balas, pero casi lo logras con tu lengua viperina».

Al final, este librito es un recordatorio chusco: en la política mexicana, las palabras matan más que las armas. AMLO se fue, pero dejó herencia de rencores. ¿Y nosotros? Sigamos riéndonos, porque si no, nos gana la bronca. Salud, Ciro, por no dejarte tumbar. Y a Andrés, pues… ¡que el diablo lo cuide!


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