El gran problema de México es la corrupción política y el deterioro del sistema de partidos para enfrentarla.
Pasó prácticamente un mes de la campaña electoral que renovará en Chihuahua la gubernatura del estado, los sesenta y siete municipios y el Congreso local. Es un proceso corto, pero intenso. A la vuelta de la esquina, es decir, dentro de otros treinta días, la suerte sobre el destino de Chihuahua estará echada. Nos empeñamos en que lo que venga sea un futuro con provenir. Los chihuahuenses anhelamos una vida digna, vivir en paz y armonía.
La gran mayoría de los ciudadanos, siete de cada diez, queremos un cambio de fondo. La inconformidad con el actual estado de cosas es casi generalizado y toca las filas del propio Partido del Gobernador. Lo importante es lograr que esa inconformidad se traduzca en participación electoral, y que quienes queremos el cambio no terminemos dispersos, fragmentados en el objetivo de instaurar un gobierno comprometido con el combate a la corrupción y la impunidad.
Ni más ni menos ese es el desafío ciudadano que toca a las puertas de los demócratas opositores en Chihuahua: si seremos capaces de unirnos en un único proyecto para derrotar a este sistema corrupto y corruptor, que ha permitido que un vulgar ladrón se enriquezca a costa de todo un pueblo. Lo que está en juego es si vamos a ser capaces de usar nuestro voto para transformar a Chihuahua, para romper el pacto de impunidad y recuperar a nuestra tierra, demostrar que hemos despertado de ese letargo, de la apatía… o seguimos igual.
Por supuesto que se corre el riesgo de que éste despertar cívico, ésta extendida inconformidad ciudadana, sucumba por la permita que la pandilla de siempre se vuelva a encumbrar en la impunidad, que alargue un lustro más esta noche obscura por la que atraviesa nuestra tierra.
Duarte supo desde el principio que un Frente Democrático opositor en el Estado, a partir de una alianza electoral entre partidos pondría en franco riesgo su proyecto de impunidad transexenal con Enrique Serrano. Por eso se apresuró a enguirse al PRD y al Movimiento Ciudadano mediante la cooptación, no sólo para colocar en ellos a dos de sus personeros, sino para mantener la fragmentación presumiblemente “opositora” a través de otras “opciones”. Así lo ha hecho el PRI a lo largo y ancho de su historia, ha sido una de sus estrategias más rentables, conforme a ese viejo adagio de “divide y vencerás”. El objetivo es muy claro, que los siete de cada diez chihuahuenses que estamos indignados, no nos sumemos.
Desde el Poder Legislativo apoyé decididamente el reconocimiento de las candidaturas ciudadanas llamadas independientes. Dije en el debate de las comisiones y del pleno que se constituirían en un acicate para que los partidos políticos se acerquen a las causas de la gente. Mi propia candidatura de unidad en el PAN no se entendería sin la asunción de este fenómeno. Frente al hartazgo de un sistema político corrupto, corruptor, cínico e inepto, los partidos tendrán que optar por sus mejores cuadros y voltear obligadamente la mirada a sus militantes más honestos y consistentes. Los ciudadanos que abrazan y se organizan genuinamente ante esos proyectos, que realmente buscan un mejor futuro para todos, sólo me merecen mi reconocimiento. No descarto tampoco que esas candidaturas sean utilizadas para negociar intereses estrictos de personas o grupos, y por lo tanto se termine engañando a la gente.
Comparto pues los motivos que impulsan a los ciudadanos a buscar una opción diferente a los partidos, su indignación y sus sueños: su amor a Chihuahua, a México, a lo que es justo, a lo que debe ser. Si esos apoyadores de los candidatos independientes revisaran mis acciones legislativas, posiciones políticas y mis exigencias dentro de Acción Nacional, se darán cuenta que he dado esa batalla desde dentro del sistema de partidos, a favor de una democracia que funcione y en contra de los poderes mezquinos que afectan el bienestar de la sociedad.
Lo he manifestado antes y lo sostengo hoy, estoy consciente que el régimen político de México está en crisis; que en los hechos los partidos no son bienes públicos. Busqué ser presidente nacional del PAN el año pasado, precisamente para propiciar una profunda reforma e incidir en el resto de las organizaciones políticas. Su falta de democracia interna y de representatividad es la principal causa de la corrupción rampante que se sucede actualmente en la nación mexicana y particularmente en Chihuahua. La regresión autoritaria que vuelve atentar contra las libertades públicas, la desigualdad social, la colusión entre partidos, la claudicación a ser oposición, y la subordinación de los poderes e instituciones autónomas del estado, son otras consecuencias de la complicidad que gradualmente se consolida entre las élites políticas que dominan las instituciones partidistas. El gran problema de México es la corrupción política y el deterioro del sistema de partidos para enfrentarla.
Pero la solución no es la fórmula fascista que propone extirparlos o eliminarlos. De lo que estoy absolutamente convencido es que hay que reformarlos, remoralizarlos, transparentarlos, recuperarlos para la sociedad y obligarlos a que sean democráticos, representativos, y rindan cuentas no sólo a sus militantes sino a los ciudadanos.
Las candidaturas ciudadanas son acicate para los partidos, pero están muy lejos de ser la solución a nuestra joven democracia: No existe en el mundo, en especial en los países desarrollados, una democracia consolidada que funcione sin un sistema de partidos políticos. Estos son síntesis de pensamientos, valores y creencias de cómo debe ser nuestra vida en sociedad; cada uno es una actitud ante la vida, ante el otro. Pero sobre todo, son las instituciones que le dan origen directa o indirectamente a los poderes del estado; ordenan la competencia por el poder público y enmarcan el rumbo ideológico al que puede aspirar la ciudadanía; institucionalizan los esfuerzos a favor de una manera de representar el mundo.
Por otro lado, una candidatura ciudadana ganadora es una golondrina que no hace verano, aunque gane una detrás de la otra. El arreglo institucional del estado provoca que no estén representados en el Poder Legislativo; que no haya certeza en el derrotero ideológico que va a seguir ese gobierno; y que el esfuerzo ciudadano por impulsar ese proyecto se disipe al término de la campaña. Lo más preocupante es que el discurso antipartidos, antipolítica termine nutriendo el riesgo de mesianismos autoritarios y populistas. Como lo dice Diego Valadés: “Será deplorable que el miedo a la democracia se enseñoree en el país para hacer creer que el mejor futuro se construirá al margen del sistema de partidos y del sistema representativo”. Pero lo reitero, son un esfuerzo encomiable de la ciudadanía, que estremecen al sistema de partidos; son una llamada de atención: le sirven al pueblo o se van.
Desde el primer momento en que acepté participar como precandidato del PAN a la gubernatura del estado, puse como condición a nuestros dirigentes nacionales que si a José Luis Barraza le alcanzaba, yo declinaría. Después de una larga discusión, aceptaron mi condición. Puse por encima de todo, que no podía volver a ganar el PRI en Chihuahua, y que debíamos hacer todo, con generosidad y altura de miras para evitar que el vulgar ladrón se coronara con el triunfo en las urnas. Al primer momento de mi precandidatura, confirmé en entrevista con Ciro Gómez Leyva, esa misma disposición. Durante los primeros días de la campaña lo repetí. Me encargué de que éste mensaje se escuchara.
Las señales que ha mandado Barraza son que él no desea la unidad y que continuará hasta el final, no importa que se disperse la fuerza opositora. Más aún, me llamó la atención verlo montado en el engaño de las encuestas, y él mismo entrarle ya a la vil mentira con motivo del debate que estaba programado para el 4 de mayo y que por instrucciones del PRI al Instituto Estatal Electoral se canceló. Afirma Barraza en un video que fueron “los partidos” quienes lo cancelaron, y se dirige a Serrano y a mi haciéndonos responsables. Me sorprende verlo mentir, a sabiendas de que miente. Fuimos los únicos que dimos realmente la pelea para que hubiera dos debates; ahí están las actas que ponen a cada quien en su lugar. Pero la mentira de Barraza es un signo muy preocupante. ¿Es Barraza un hombre que no se conduce con la verdad? ¿A qué realmente ha venido Barraza a esta elección?
Las encuestas no cuchareadas señalan con toda claridad que Barraza ya no levantó. El mayor promotor de los independientes, Jorge G. Castañeda, en el programa “La Hora de Opinar” de Foro TV, conducido por Leo Zuckerman y Javier Tello, y con la participación de Luis Carlos Ugalde, lo confirmó recientemente: “Al independiente en Chihuahua ya no le dio; al PRI se le enredó la elección pero por Corral”; todos estuvieron de acuerdo.
Los esfuerzos por la unidad, por construir un proyecto común, una gran alianza ciudadana por Chihuahua no sólo no deben terminar, hay que impulsarlos con más fuerza, pero es el momento de llamar directamente a los seguidores de Barraza a que construyamos una alternativa democrática para nuestro estado. Deberán obrar conforme a su conciencia: meditar y resolver de manera eficaz si nos mantendremos divididos, con el riesgo de que el PRI pase por en medio y Duarte se salga con la suya, (no sólo que logre la impunidad sino también dejar a su mayor cómplice, ni más ni menos el principal operador en el Congreso del Estado – como coordinador parlamentario del PRI – del mayor y más irresponsable endeudamiento público de Chihuahua, una de las fuentes del enriquecimiento brutal de César Duarte) y permitir que se alargue un lustro más esta noche obscura por la que atraviesa nuestra tierra; o si vamos a ser capaces de usar nuestro voto para transformar a Chihuahua.
Lo importante en este momento es convocar a los seguidores del Chacho, hombres y mujeres de buena voluntad y recta intención a que no fragmentemos el voto. Lo tenemos que utilizar para transformar Chihuahua y brindarle un mejor futuro a nuestros hijos. Para hacer justicia y sentar un precedente nacional de castigo a la corrupción.
Estoy convencido de que la Reforma más importante que puedo encabezar en el estado, es una profunda renovación del modelo político para que nuestra democracia y sus instituciones funcionen, y motiven a la participación y corresponsabilidad de la ciudadanía. Puedo demostrar a los que apuestan por un gobierno ciudadano, honesto y transparente, que mi agenda legislativa y política ha ido más allá. Este es el verdadero desafío ciudadano: La necesaria unidad.
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