¿De quién es la autoridad moral?

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El intercambio en redes sociales se reduce a una presunción entre quienes dicen que tienen autoridad moral y quienes, según algunos, no la tienen. El problema es que nadie puede exhibir un certificado que avale tal cosa, aunque a muchas personas les guste presumir dicha cualidad, aún y cuando no ofrezcan argumentos sólidos o escriban con faltas de ortografía.

Autoritarismo moral

En una respuesta en Twitter se puede leer, no tanto si es cierto o no lo que el usuario escribió, sino lo que la contraparte consideraba útil para restarle credibilidad: “ex priísta de viejo cuño, acostumbrada a los deleites del poder, durante el régimen absoluto del PRI. Claro, que está inconforme con el cambio de régimen político, pues ha perdido privilegios y canongias (sic)”.

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Si uno revisa los intercambios –que no diálogos– entre usuarios de redes sociales, se podrá comprobar que una característica de este tipo de interacciones es no la discusión sobre las ideas que se plantean, sino sobre si quien emite una opinión tiene autoridad para hacerlo.

Así, investigadores que presentan las pruebas para defender las semillas transgénicas reciben insultos o señalamientos acerca de que responden a intereses de empresas transnacionales, no una discusión seria sobre las evidencias científicas.

Y es que para muchos, la autoridad moral es un privilegio que sólo ellos tienen para dictar sentencia no sobre la veracidad o falsedad de lo que se escribe o dice, sino sobre quien emite algún mensaje.

Muchos periodistas críticos hacia el actual presidente de la república ven refutadas sus opiniones con los consabidos calificativos de “chayoteros”, conservadores, y lugares comunes como que perdieron sus privilegios o vieron afectados sus intereses. Es como si esto último fuera la única motivación que se tiene para opinar o evaluar las acciones de un gobierno.

Así, el tema de la autoridad moral se convierte en una bandera que muchos ondean para acallar a la crítica, más que para otra cosa, pues desde el mismo titular del Ejecutivo Federal se ha dicho que él sí tiene autoridad moral para muchas cosas, como enfrentar al mandatario estadounidense Donald Trump y sus ocurrencias sobre migración desde su óptica racista. Que en la realidad se haga lo que se dicta en el otro lado de la frontera en este particular, es algo que los que tienen autoridad moral mejor callan, no vaya a ser.

Uno se pregunta en donde se otorgan certificados de autoridad moral, si hay que cumplir ciertos requisitos y quienes acordaron cuáles deberían ser, porque muchos aseguran que tienen autoridad moral porque nunca han cometido algún delito, lo cual haría que el universo de autoridades morales se disparara pues son millones los mexicanos que no han cometido algún ilícito.

Otros dicen que tienen autoridad moral porque son honestos, pero no permiten que otros que también son honestos discrepen de sus puntos de vista, lo que nos lleva a pensar que también esto de la autoridad tiene que ver con el bando en el que se milite.

Unos más dicen que la autoridad moral es la que los demás reconocen en una persona, citando a personajes políticos de antaño o de nuestros días, pero cuando se revisa el historial de algunos de esos personajes, se empieza a dudar acerca de si realmente pueden presumir esta cualidad, como algunos defensores de Barttlet afirman.

Muchos seguidores de la 4T fustigan a quienes opinan diferente con calificativos como priístas, prianistas, ex priísta, sin darse cuenta que entonces el propio López Obrador se queda sin autoridad moral por ser, precisamente, ex priísta y no haber informado de cuestiones tan elementales como de qué vivió en tantos años que no tuvo cargo público ni publicó un libro, eso sin contar que no ha informado, como sería su obligación, su estado de salud.

En Wikipedia –con todo y los asegunes que pueda tener esta fuente–, encontramos como definición de autoridad moral la siguiente: “en el lenguaje ético o político, se refiere al estatus de ser respetado por su trayectoria moral y seguir y defender un estándar de justicia o de bondad reconocido universalmente”.

Que cada quien diga que entiende por trayectoria moral, pues si por algo se caracteriza nuestra clase política, incluida la que ahora se ostenta bajo el paraguas de la 4T, es que no son intachables.

El portal significados.com nos ofrece otra definición: autoridad moral es “aquella que se impone mediante la coherencia que un individuo muestre entre sus palabras, sus valores y sus acciones”.

La simple palabra coherencia, en especial entre aquellos que brincan de un partido a otro, dejaría fuera de este concepto a muchos de los actuales funcionarios, por más que quieran justificar su cambio de camiseta.

En fin, si como aquel pasaje bíblico dice, “que tire la primera piedra quien esté libre de pecado”, aquí en México –salvo muy contadas excepciones– las piedras estarían de lo más tranquilas en el suelo, a pesar de lo que muchos tratan de representar en estos tiempos de polarización, por lo que es mejor recordar aquello de “farol de la calle, oscuridad en la casa”.

Ahora bien, si hablamos de la superioridad moral que algunos tratan de presumir, en especial en el terreno de las redes sociales, caemos en otro tema que ya compete a los especialistas en el comportamiento humano, por aquello de “dime de que presumes…”

@AReyesVigueras


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