De las cosas buenas de la democracia

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Las mentiras en campaña nos regresan al deseo de mano dura, al autoritarismo y a otras radicalidades que no benefician a nuestro país

Terminarán las campañas en 12 estados que tendrán elecciones este 5 de junio. Y desde luego, son muchas las reflexiones que estos procesos dejan entre los analistas políticos, que han puesto la lupa en la llamada “guerra sucia”. Y con justa razón. Lamentablemente, en varias contiendas la competencia rebasó el sano límite de las campañas de contraste y crítica, y se fue a las acusaciones sobre presuntos delitos graves y supuestas relaciones de los candidatos con el crimen organizado, sin prueba alguna.

En lo personal, no me molestan las confrontaciones ni el contraste en una campaña, porque soy una firme creyente en la libertad de expresión. Pero cuando la confrontación no sólo es la más importante, sino la única herramienta que usan los candidatos, cuando la gente sólo escucha intercambios de insultos, amenazas y en muchos casos verdaderos inventos, la democracia es la que termina perdiendo. Esta mezcla de mentiras, exageraciones, calumnias y amenazas constituyen una violencia verbal que confunde la venganza con el legítimo reclamo de justicia. Y peor aún, abre la puerta al regreso del autoritarismo, al deseo de mano dura y a otras radicalidades que en nada ayudan a nuestro país.

A México le urge recuperar la confianza en la política, que la gente vuelva a ver en la política ese espacio de diálogo y de toma de decisiones colectivas que permite transformar y mejorar la realidad. Hay que recuperar el sentido de la política en términos de servicio, de honestidad, de la participación de los mejores ciudadanos y ciudadanas. Hay que recuperar la confianza en que, si elegimos bien, si participamos y exigimos, sí es posible llevar al gobierno a gente que debe hacer bien las cosas, rendirnos cuentas y respetar la ley.

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Durante las campañas estuve recorriendo el país, apoyando a las y los candidatos del PAN, incluyendo a los que fuimos en alianza con el PRD. Ahí pude ver una vez más el otro lado de la democracia: su lado limpio y constructivo. Vi la ilusión de miles de simpatizantes que acuden libremente a los mítines a apoyar a su candidato con entusiasmo y alegría. Vi a muchas mujeres valientes, candidatas trabajando día y noche en sus campañas, recorriendo pueblos y ciudades, buscando convencer con la palabra y la inteligencia a los ciudadanos. Mujeres incansables que le dan dignidad a la actividad política con su esfuerzo y dedicación.

Vi también a muchos jóvenes ir de manera voluntaria a repartir volantes a los mercados, en los cruceros, los vi subirse a los camiones a hablar con la gente sobre los candidatos propuestos por Acción Nacional y sus planteamientos. Vi también a los esposos y esposas de muchos candidatos y a sus hijos, que hacen grandes sacrificios para apoyar las aspiraciones de sus parejas y que muchas veces sufren —más de lo que nos imaginamos— por la rudeza de la confrontación política y las mentiras que afectan más a las familias de los candidatos que a ellos mismos.

A todas esas mujeres y jóvenes. A todos los candidatos y candidatas propuestos por el PAN y a sus familias hoy les quiero dar las gracias por todo su esfuerzo. A todos los mexicanos que saludé y con los que hablé en tantas ciudades, les doy las gracias por su confianza y por su alegría. Y gracias también a todos los equipos de campaña, quienes independientemente del resultado de la elección, deben sentirse orgullosos por su participación. También reconozco a quienes participan cuidando las elecciones, así como a los representantes de casilla y representantes en general. Todos ellos, todos ustedes, representan lo mejor de nuestra democracia y por eso hoy los reconozco sinceramente. Y a los ciudadanos, desde luego, los verdaderos protagonistas de la democracia, les invito a participar activamente este 5 de junio y votar.


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