Cultura de la renuncia

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Las renuncias de los presidentes nacionales del PRI y del PRD, aunque por motivos distintos, han regresado a la mesa de debate el tema de la cultura de la renuncia, término acuñado por Germán Martínez Cázares cuando presentó la propia luego de la derrota panista en 2009. En un medio político como el nuestro, en donde escasea la responsabilidad, es positivo que se muestren algunas pruebas de que ésta aún existe.

Renuncia que algo queda

El hecho de presentar una renuncia es valorado como una muestra de dignidad o de congruencia, además de demostrar que se asume una responsabilidad por algún hecho negativo. Así sucede con el director de una aerolínea luego de un accidente, con un entrenador deportivo luego de una derrota que impidió a su equipo ganar el torneo – ¿les suena esto en la FMF?– o con un dirigente partidista tras malos resultados en las urnas.

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         El problema es que en nuestro país las renuncias son noticia de primera plana por lo escasas que son. Es decir, muchos empresarios se niegan a soltar las riendas de sus compañías luego de que éstas fueron responsables de algunos accidentes – ¿les suena Pasta de Conchos o lo sucedido en Sonora con Minera México?–, lo mismo sucede con dirigentes partidistas luego que sus fuerzas políticas fueron barridas en las urnas –como sucedió con Gustavo Madero luego del tercer lugar en las elecciones presidenciales de 2012–, lo que deja una impresión más cercana al cinismo que a la responsabilidad.

         Algo similar sucede en el ejercicio de gobierno. Presentar malos resultados en materia económica, como una caída en el PIB, un aumento en el número de pobres en un ejercicio bianual o pésimos resultados por no apoyar oportunamente a campesinos no provocan las renuncias de los funcionarios encargados de instrumentar políticas públicas para que, precisamente, el PIB crezca, los pobres disminuyan y los campesinos reciban apoyos para que alimenten a la población.

         En vez de eso, como perversamente acostumbra nuestro sistema, lo peor que puede pasarles a los secretarios de Estado que no cumplan con su encomienda es que los nombren embajadores o les permitan ser candidato en la siguiente elección.

         Claro que hablar de la renuncia de un presidente de la república –a la manera de lo hecho por Richard Nixon en los años 70 en Estados Unidos–, es algo impensable en México, aunque muchos lo pidan o lo deseen.

         Son tan escasas las renuncias en el medio político mexicano, que éstas se dan luego que la opinión pública presione para que se presenten tras un escándalo en medios, como sucedió en el caso del exdirector de Conagua David Korenfeld, pues de lo contrario el funcionario seguiría utilizando el helicóptero de la dependencia como si fuera su Uber particular.

         Y es que la cultura de la renuncia no es algo común en nuestros lares, por lo que llama la atención, y se vuelve noticia, si algún político de primer nivel lo hace.

         En su argumentación, Germán Martínez Cázares como exdirigente nacional del PAN, aludía a la responsabilidad por un resultado, pues la cabeza de la organización no sólo tiene a cargo la planeación sino la supervisión de sus subalternos para cumplan con metas establecidas de antemano.

         Martínez Cázares recordaría, seguramente al redactar su renuncia, lo que estudió en textos de John Rawles respectos a la ética de la responsabilidad, lo cual no es común encontrar entre nuestros políticos.

         Ahora, el tema regresa a las portadas por las renuncias que presentaron, cada quien en su partido, Agustín Basave y Manlio Fabio Beltrones. Al primero, obligado por los malos resultados y los eternos conflictos entre sus tribus; en tanto que el segundo, por los pésimos resultados en las elecciones a gobernador.

         La discusión, como suele suceder en estos casos, se centra más en las causas que originaron las renuncias y no en analizar lo que éstas implican en las organizaciones y las que deberían seguir para cerrar un ciclo que ayude a los partidos a mejorar de cara al electorado.

         Pero no será el caso. En el PRD las cosas seguirán igual de peor tras la salida de Basave Benitez y su sucesor también enfrentará a unas tribus que no se ponen de acuerdo en lo fundamental: cómo hacer que el Partido se convierta en un órgano más eficiente en el terreno político y, también, en el electoral.

         Para el PRI, la salida de Beltrones Rivera lejos de servir para que se dé una verdadera revolución y, así, se convierta en un verdadero partido, tenemos que lamentar que será para que los que se quedan –especialmente en Los Pinos– piensen que se terminó el problema y a lo que sigue.

         Y esto nos lleva a los terrenos de la Secretaría de Educación Pública, en la cual su titular, sobre todo luego de los enfrentamientos con maestros de la CNTE y los muertos que esto ha provocado, no sólo no presentará su renuncia sino que proseguirá en su estrategia que parece más dirigida con acabar con la disidencia magisterial que en alcanzar un acuerdo y sumarlos a la Reforma Educativa, en particular porque ha argumentado la importancia de llevarla a cabo.

         Algo similar podríamos decir de la dependencia que se ubica en la calle de Bucareli.

         Lo dicho, la renuncia es noticia porque son pocas las que se dan, pese a que esperamos una cascada de ellas.

Del tintero

El chiste que circula en redes, es que después de los pésimos resultados obtenidos, tendremos que prescindir de alguno de los Osorio, aunque la mala noticia es que seguramente ambos continuarán en sus respectivos puestos pese a todo.

 

Twitter: @AReyesVigueras


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