Cuba en penumbras: los apagones que agobian a la población

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La isla de Cuba enfrenta una crisis energética sin precedentes que ha sumido a sus habitantes en largas jornadas sin electricidad, afectando gravemente su vida cotidiana. En lo que va de 2025, los apagones se han convertido en una constante, con cortes que alcanzan hasta el 60% del territorio en los momentos de mayor demanda, según reportes de la Unión Eléctrica (UNE), la empresa estatal encargada del suministro. Este viernes, por ejemplo, se registró un nuevo colapso del sistema eléctrico nacional tras una avería en una subestación cercana a La Habana, dejando a millones de cubanos a oscuras.
 
La raíz del problema está en el deterioro de la infraestructura eléctrica, que depende en gran medida de siete centrales termoeléctricas construidas hace más de 40 años y que operan muy por debajo de su capacidad debido a la falta de mantenimiento y combustible. En un país donde la demanda eléctrica ronda los 3,200 megavatios (MW) diarios, la generación apenas supera los 1,600 MW en los mejores días. Para ponerlo en perspectiva, esto equivale a que una ciudad como Monterrey, en México, con una población similar a la de Cuba (alrededor de 11 millones), perdiera más de la mitad de su energía disponible de forma simultánea.
 
Los efectos en la población son devastadores. En provincias del interior, los cortes superan las 20 horas diarias, mientras que en la capital, La Habana, los apagones rotativos oscilan entre 4 y 6 horas. Esto ha paralizado actividades esenciales: las bombas de agua no funcionan, dejando sin suministro a miles de hogares; los alimentos perecederos se echan a perder por la falta de refrigeración; y los hospitales luchan por mantener operativos sus equipos con generadores limitados. “Es como vivir en el siglo pasado”, comentó un residente de Camagüey a medios independientes, reflejando el sentir de muchos cubanos.
 
La crisis energética también agrava una situación económica ya crítica. En 2023, el Producto Interno Bruto (PIB) de Cuba se contrajo un 1.9%, y en 2024 no mostró signos de recuperación. Los apagones han detenido la producción en fábricas y comercios, mientras que la inflación y la escasez de alimentos y medicinas, que Cuba importa en un 70%, golpean aún más a la población. En febrero de 2025, el Observatorio Cubano de Conflictos registró 609 protestas, muchas motivadas por los cortes eléctricos y la falta de víveres, un indicio del creciente descontento social.
 
El gobierno cubano atribuye la crisis al embargo de Estados Unidos y a la reducción de envíos de petróleo desde Venezuela, que han caído a unos 22,000 barriles diarios frente a los 100,000 de años anteriores. Sin embargo, expertos señalan que la falta de inversión en energías renovables y la dependencia de tecnología obsoleta agravan el problema. Mientras tanto, los cubanos enfrentan un 2025 incierto, atrapados entre la oscuridad y la esperanza de una solución que, por ahora, parece lejana. Para un lector mexicano, esto recuerda que, aunque los retos energéticos existen en muchos países, en Cuba se viven con una intensidad que redefine la vida diaria de sus habitantes.

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