Las declaraciones de funcionarios gubernamentales festinan que la economía mexicana está boyante y que no ha dejado de crecer. Incluso el líder nacional del partido en el gobierno se atrevió a declarar que el crecimiento económico actual es superior al habido en el sexenio anterior, cuando los números indican exactamente lo contrario. Viven en un mundo distinto al de la inmensa mayoría de los mexicanos.
Si el Presidente dice que en el sexenio se han creado 1,300,000 nuevos puestos de trabajo en México y que ha habido inversión extranjera por montos superiores a 75 mil millones de dólares, no falta a la verdad. Lo que no dice es que cada año más de un millón de jóvenes buscan por vez primera un trabajo y pocos lo encuentran. Omitió decir que casi tres millones de jóvenes arribaron a la edad de trabajar en su periodo de gobierno, y que menos de la mitad encontró un empleo. Y de los que sí lo encontraron, son pocos los bien pagados; sólo una minoría disfruta de puestos de trabajo adecuadamente remunerados.
Sin querer decir que mienten, si afirmo que no han querido describir el panorama completo, que sólo repiten las cifras que les conviene. Con ello profundizan el abismo entre dos partes muy distinguibles de México: por un lado la parte del país que es industrializada y rica, que florece y exporta, mientras que otra parte -a la que pertenece buena parte del país sobrevive en una economía de subsistencia. No dudo que los funcionarios sólo quieran vivir en la abundancia, pero su obligación es para todos. Es evidente que en su lógica enfatizan el aumentar la recaudación, debiendo darle preferencia al crecimiento de la economía, en especial, la popular.
Mientras sigan hablando de sus logros y triunfos en la forma sesgada que lo hacen, la brecha se seguirá ampliando. Hay que forzar a los funcionarios a abrir los ojos y a darse cuenta que México es mucho más grande de lo que ellos parecen pensar. Son muchos los mexicanos, quizá más de 60 millones, que no están integrados a la economía de la que hablan y que merecen su atención. No tienen derecho a ignorarlos. México necesita crecer económicamente, no darle prioridad a la recaudación.
A los economistas les gusta hablar del progreso de un país en términos del crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB), pero al ciudadano de a pie le interesa más que se hable del crecimiento del PIB por habitante, y de la justa distribución de ese ingreso promedio por habitante. Eso queremos y necesitamos oír de nuestros gobernantes lo que hacen porque aumente el ingreso promedio y para que se distribuya mejor. Ocupamos el lugar 12 por el tamaño de nuestra economía, pero el lugar 92 por el monto del PIB por habitante, y un índice de desigualdad de 48.3 similar al de China o Madagascar.
De nada le sirve al mexicano de a pie saber que seremos la séptima economía mundial en 2050 y que habrá para entonces más de un centenar de mexicanos millonarios (en dólares) en la lista de Forbes. Más le importa que se eleve el PIB por habitante en México logrando que millones de desempleados encuentren oportunidades por sí mismos abriendo pequeñas y medianas empresas o en empleos bien pagados. México necesita crecer.
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