El pronóstico de crecimiento económico para los países de América Latina y el Caribe, según el documento, indica que la región continuará inmersa en una dinámica de bajo crecimiento, de acuerdo al último reporte de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) de la ONU.
A continuación, se detalla el pronóstico:
Crecimiento regional general: Se proyecta que el crecimiento del PIB real para América Latina y el Caribe será del 2,2% en 2025 y del 2,3% en 2026. Estas cifras representan una moderación en comparación con el 2,3% registrado en 2024. La estimación para 2025, de 2,2%, es una ligera corrección al alza respecto al 2,0% anticipado en abril de ese año, debido a mejores desempeños en el primer trimestre.
Contexto de bajo crecimiento histórico: La región ha tenido un desempeño económico deficiente durante la última década, con un promedio de expansión del PIB de solo un 1,2% en el período 2016-2025, lo cual es incluso inferior a lo registrado en la década de 1980 (la «década perdida»). Este ritmo de crecimiento se considera insuficiente para revertir las brechas sociales, de empleo formal y de inversión.
Crecimiento por subregión:
- América Latina: Se proyecta un crecimiento del 2,2% en 2025 y 2,2% en 2026.
- América del Sur: Se espera un crecimiento del 2,7% en 2025 y una desaceleración al 2,4% en 2026. La expansión en 2025 se explica principalmente por las dinámicas en Argentina y Ecuador, que pasan de contracción a crecimiento positivo, y la aceleración en Colombia y Paraguay.
- Centroamérica y México: Tendrá un crecimiento más débil, con 1,0% en 2025 y 1,7% en 2026. Esta subregión es la más afectada por el debilitamiento de la demanda externa, especialmente de Estados Unidos. Países como Guatemala, Panamá y República Dominicana mostrarán resiliencia relativa, mientras que México verá una revisión a la baja en su crecimiento.
- El Caribe (sin incluir Guyana): Se prevé un crecimiento del 1,8% en 2025 y 1,7% en 2026, una desaceleración significativa en comparación con 2024, debido a la normalización de los flujos turísticos y la ralentización de la demanda mundial de servicios. Guyana, por su parte, mantendrá tasas de crecimiento robustas debido a inversiones en hidrocarburos.
Factores que influyen en el pronóstico:
- Contexto internacional desfavorable: El escenario global estará marcado por una moderación del crecimiento económico mundial (2,8% en 2025), tensiones geopolíticas, aumento del proteccionismo y desaceleración sincronizada de economías avanzadas y emergentes. Esto limitará el impulso externo para el crecimiento regional.
- Demanda interna débil: El consumo privado, aunque sigue siendo el principal motor del PIB, perderá dinamismo debido a la débil creación de empleo, baja confianza y altas tasas de interés. La inversión también se verá limitada por condiciones financieras restrictivas y elevada incertidumbre.
- Vulnerabilidad externa: La región presenta una alta vulnerabilidad externa debido al aumento del déficit de la cuenta corriente y una mayor dependencia del capital externo. La desaceleración económica de los principales socios comerciales limitará la demanda de exportaciones primarias.
- Empleo: El crecimiento del empleo se mantendrá bajo, con proyecciones del 1,5% en 2025 y 1,2% en 2026, inferior a años anteriores. Aunque se espera una leve disminución de la desocupación e informalidad, persisten brechas de género importantes.
- Inflación: Se espera que la inflación regional se mantenga estable y cercana a sus niveles objetivo (alrededor del 3%) en 2025 y 2026, aunque con riesgos al alza por posibles aumentos de precios internacionales y tensiones geopolíticas.
En resumen, las proyecciones para América Latina y el Caribe en 2025 y 2026 confirman un período de crecimiento modesto, condicionado por un entorno internacional desafiante y vulnerabilidades internas estructurales.
Contexto internacional
El panorama económico internacional para 2025 y 2026 se describe como complejo, incierto y con una dinámica de bajo crecimiento, lo que limitará el impulso externo para la región de América Latina y el Caribe.
A continuación, se detallan los aspectos clave de este panorama y sus riesgos:
Crecimiento económico mundial moderado: Se proyecta que la tasa de crecimiento del PIB mundial se desacelerará al 2,8% en 2025, una cifra por debajo del 3,3% registrado en 2024, y será la más baja desde los años posteriores a la pandemia de COVID-19, excluyendo la crisis financiera mundial de 2009. Se espera que se estabilice en torno al 3,0% en 2026. Esta desaceleración será generalizada, afectando tanto a economías avanzadas como a las en desarrollo, en un contexto de alta incertidumbre y crecientes tensiones comerciales.
Desempeño de las principales economías:
- Estados Unidos: Registrará la desaceleración más pronunciada entre las economías avanzadas, con un crecimiento proyectado del PIB real del 1,8% en 2025 y 1,7% en 2026, en comparación con el 2,8% en 2024. Esto se debe a la mayor incertidumbre sobre la política económica, el impacto económico de los aranceles (que incrementarán el nivel de precios de los bienes finales en un 1,7% y podrían aumentar la tasa de desempleo en un 0,4% a finales de 2025), y las elevadas tasas de interés a largo plazo que persisten desde el fin de la pandemia, intensificadas a partir de abril de 2025. A pesar de esto, el mercado laboral sigue mostrando resiliencia, con una tasa de desempleo baja (4,2% en mayo de 2025). El déficit fiscal de EE. UU. alcanzó los 2 billones de dólares en 2024 y podría superar el billón en 2025, impulsado por el aumento de los pagos de intereses de la deuda.
- Zona del Euro: Mantendrá un escaso dinamismo, con un crecimiento del PIB real limitado en torno al 0,8% en 2025 y 1,2% en 2026. Esto es resultado del fuerte impacto de los aranceles en las economías manufactureras, la débil competitividad, la baja inversión y productividad, y el bajo dinamismo de la inversión y la productividad. La inflación general se situaría en un promedio del 2,3% en 2025 y 1,9% en 2026.
- China: Su PIB crecería por debajo de su meta oficial del 5%, en un rango del 4,0%-4,5% para 2025. El país enfrenta una caída del consumo, una crisis inmobiliaria, deflación persistente (con la tasa de variación anual del índice de precios al productor en terreno negativo), y una disminución de la demanda externa. Las medidas arancelarias de EE. UU. han afectado sus exportaciones, aunque la depreciación del yuan ha contrarrestado parcialmente este efecto.
- Economías emergentes y en desarrollo: Continuarán contribuyendo significativamente al crecimiento mundial, pero también experimentarán una desaceleración en el aumento del PIB. Se prevé una disminución del volumen del comercio mundial de bienes, lo que afectará a regiones dependientes de las exportaciones.
Contexto de liquidez global y mercados financieros:
- La liquidez global mantuvo una trayectoria expansiva en el primer semestre de 2025, liderada por Estados Unidos y la zona del euro, aunque con respuestas monetarias diferenciadas entre los principales bancos centrales.
- El dólar se ha depreciado frente a otras monedas principales en 2025, a pesar del alza en los rendimientos de los bonos del Tesoro, debido a la incertidumbre por la guerra arancelaria y el creciente déficit fiscal estadounidense. Esta depreciación rompe patrones históricos. Sin embargo, el dólar mantiene su posición dominante como moneda de reserva internacional.
- Las condiciones financieras internacionales presentan riesgos crecientes, con una falta de sincronización en las políticas monetarias de los bancos centrales que aumenta la incertidumbre para las economías en desarrollo. La volatilidad de los precios de productos básicos y la exposición a fenómenos climáticos extremos podrían generar presiones inflacionarias.
Vulnerabilidad externa y financiamiento:
- El déficit de la cuenta corriente de América Latina y el Caribe enfrentará mayores presiones en 2025, llegando al 1,1% del PIB, y se espera que se amplíe al 1,3% en 2026.
- La región sigue dependiendo de la inversión extranjera directa y del endeudamiento externo, en un contexto de menores entradas de capital y aumento de los costos financieros.
- Se prevé que los pagos netos por renta factorial seguirán afectando negativamente la cuenta corriente debido al peso de los pagos de intereses, exacerbados por las altas tasas de interés en un entorno incierto.
- Las remesas actuarán como amortiguador, pero su impacto será limitado frente a otras presiones, y corren riesgos por posibles impuestos o cambios en la política migratoria de EE. UU..
- Aunque la emisión de deuda aumentará, impulsada por el sector privado, las emisiones temáticas (bonos verdes, sociales) mantendrán una contribución marginal.
Riesgos persistentes y estructurales:
- Tensiones geopolíticas: Conflictos bélicos (como el de Israel y la República Islámica del Irán) podrían tener repercusiones significativas en la inflación mundial debido al aumento del precio del petróleo, y generar disrupciones en el transporte marítimo.
- Aumento del proteccionismo y fragmentación geoeconómica: La política arancelaria afectará el comercio mundial y las expectativas de crecimiento. La guerra arancelaria iniciada en abril de 2025 empeoró el escenario, afectando flujos financieros y comercio.
- Volatilidad financiera y endurecimiento de condiciones: La mayor incertidumbre global, la volatilidad cambiaria y el aumento de los rendimientos de los bonos del Tesoro de EE. UU. endurecen las condiciones de acceso al financiamiento para economías emergentes.
- Choques de oferta: Posibles alzas en el precio internacional de los alimentos y la energía, así como fenómenos climáticos extremos, pueden generar presiones inflacionarias y limitar el margen de acción de las políticas macroeconómicas.
En síntesis, el escenario global para América Latina y el Caribe en 2025 y 2026 estará marcado por un crecimiento económico mundial moderado, presiones inflacionarias persistentes en algunos componentes, condiciones financieras restrictivas, alta volatilidad y una acentuación de las vulnerabilidades externas debido a factores geopolíticos y comerciales.
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