Contaminación, motores 2016 y otras linduras

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Durante toda la temporada de contingencias ambientales de este año, aquí hemos venido señalando que las autoridades encargadas de las políticas ambientales –tanto federales como locales–, así como los técnicos y asesores de políticos, dependencias oficiales, secretarios de estado, senadores, diputados y las no oficiales como las famosas ONG’s –como la del Premio Nobel Mario Molina–, han venido mostrando una sorprendente incapacidad para resolver el problema de la contaminación.

Los políticos y sus asesores han improvisado tanto y tan rápido que los errores que han cometido se han convertido en la comidilla de los ciudadanos y, por otro lado, la prensa ha comenzado a dar una batalla que será muy difícil detener pues los errores de los encargados de las políticas han sido tan graves y absurdos que no es posible pasarlos por alto.

La Norma Oficial Mexicana de Emergencia (NOM-EM) que hizo pública el Secretario del ambiente federal, Rafael Pacchiano, fue pensada e impulsada sin que nadie de los famosos asesores de todos los niveles hiciera seriamente su trabajo.

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Los asesores jurídicos no asesoraron adecuadamente y gracias a ello el gobierno federal emitió una norma que literalmente fue elaborada con las patas.

En entregas anteriores ya vimos que la Norma Pacchiano, su Norma de Emergencia, no tiene sustento jurídico y por lo tanto su publicación se hizo violentando la Ley Federal de Metrología y Normalización, por favor vea los siguientes artículos http://ow.ly/4ZX6301utQ3 y http://ow.ly/LCR3301uuaK

Pero para acabarla de fastidiar, durante este proceso se ha presentado más información documental que demuestra el grado de lentitud mental que tienen los famosos asesores y sus jefes.

Hace unos días en el diario El Financiero, Salvador Camarena publicó un artículo titulado «Autos, verificación y sentido común» que se viene a sumar a toda la demoledora evidencia que demuestra palmariamente dos cosas: primero, la ineptitud de quienes están a cargo de las políticas ambientales y, segundo, la socarrona complacencia de diputados y senadores que conociendo sobre este problema prefieren hacerse de la vista gorda y dejar que las cosas sigan el curso que llevan ¿la razón? ¿Usted estimado lector tiene el mismo mal pensamiento que yo?

¿Pero que escribió Salvador Camarena en su columna?

A raíz de la verdaderamente absurda declaración de Pacchiano de que sólo los autos modelo 2016 estarían exentos de verificar por 4 años y por supuesto podrían circular diario, era evidente pensar que para poder dar esta facilidad a dichos modelos esta decisión estaba fundada en criterios científicos y, sobre todo, a que todos los vehículos fabricados este año en sus motores ya tienen incorporadas nuevas tecnologías que los hacen más eficientes y menos contaminantes que los de 2015, 2014, etc…  Pues finalmente, lo que contamina el ambiente es el motor, así que Salvador Camarena, y la reportera Diana Higareda, investigaron en varias de las principales ensambladoras cuales eran las diferencias entre los motores de algunos de sus modelos.

¿Y qué cree usted? Que de la lista que el columnista y la reportera preguntaron a las agencias, estas les informaron que desde el 2014 se sigue usando exactamente el mismo tipo de motor.

¿No es aberrante? ¿Cuál fue el misterioso criterio que el secretario del ambiente utilizó para definir que los autos 2016 contaminan menos cuando el motor de un auto 2016 es exactamente el mismo que usa uno 2015 o 2014?

¿Cómo es que ningún miembro de la CAMe se dio cuenta de esto? ¿Dónde estaban los asesores de la CAMe, de Pacchiano, de Müller, de los diputados, de los senadores, de la fundación Mario Molina? Si… usted adivinó estimado lector, cobrando su salario y haciéndose como el tío Lolo.

Otro dato que el lector debe considerar es que durante los primeros días del mes de mayo, la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz (AMIA) y la Asociación Mexicana de Distribuidores de Automotores (AMDA) anunciaron que en el pasado mes de abril las ventas de autos nuevos en todo el país llegaron a 118 mil 407 unidades lo que representó un incremento de un 25% en sus ventas.

Un mes después el reportero Ulises Díaz informó que Guillermo Rosales presidente de AMDA dio a conocer que de enero a abril en la CDMX se vendieron 82 mil 677 vehículos nuevos, lo que significa que el 69.82% del total de los autos comercializados en el país se vendió en dicha urbe.

Para Guillermo Rosales el número de unidades vendidas en la CDMX no representa un aumento significativo en sus ventas.

¿A qué viene esto? Que si el gobierno federal manifestó que por medio de su flamante NOM-EM disminuiría la contaminación, pues lo que en realidad hizo fue tratar de dorarle la píldora a los ciudadanos y engañarlos, pues los motores de los autos 2016 son los mismos desde el 2014, también manifestó que su norma desalentaría el uso del automóvil y el resultado es que tampoco le salió porque las ventas a nivel nacional subieron un 20% en promedio, mientras que en la CDMX se mantuvieron al mismo nivel.

Pero el golpe más severo que recibieron Pacchiano, Müller y toda la bola de «asesores» que tienen, vino por parte de los verdaderos investigadores del aire, pues se ha demostrado –y aquí ponga mucha atención estimado lector–, que según el Programa para Mejorar la Calidad del Aire de la Zona Metropolitana del Valle de México 2011-2020 (Proaire), programa del Gobierno de la CDMX, se afirma que los sábados y domingos baja la cantidad de autos en circulación y exactamente esos días las concentraciones de ozono aumentan.

¿Cómo ve? Si no fuera un problema serio, las «soluciones» de los políticos y sus asesores serían de risa loca.

Estos errores son tan elementales, tan absurdos, que el secretario del ambiente federal y la secretaria del ambiente de la Ciudad de México deberían renunciar no sin antes derogar la NOM-EM de Pacchiano por su evidente incompetencia y si no lo hacen deberían ser removidos de su cargo con una patada en salva sea la parte.

El problema es que en la CDMX no se ha estudiado con seriedad el problema de la contaminación ambiental.

¿Y nuestros diputados y senadores? Si, en la baba.

 

@EnriqueDavilaV


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