Cancha pareja

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A las mujeres que se parten el alma
en las canchas de futbol y en las de la vida.

La semana pasada, una nota decía que la Federación Mexicana de Futbol (FMF) consultó a la Federación Internacional de Futbol Asociación (FIFA) sobre si la sanción de jugar dos partidos a puerta cerrada por la expresión homofóbica que la afición mexicana no cesa de gritar podía ser pagada por la Selección Nacional Femenil (SNF), lo cual causó revuelo e indignación.

Ante los cuestionamientos, el presidente de la FMF, Yon de Luisa, desmintió la información y explicó que será la FIFA quien establezca en qué partidos y de qué selecciones deberá de aplicarse el castigo. Cabe mencionar que el grito acreedor de la sanción sucedió en un partido de hombres de una selección menor.

El tema fue ampliamente abordado por los medios de comunicación y llegó hasta la Cámara de Diputados, desde donde varias legisladoras expresamos nuestro absoluto rechazo a que sea la SNF la que pague: no pasemos de la homofobia al sexismo. Y es que, aunque la coyuntura del calendario de partidos agendados de las distintas selecciones nacionales pudiera orillar a que uno o ambos partidos sancionados sean de la selección femenil, de suceder así, el mensaje sería terrible y abonaría a la de por sí abismal disparidad entre mujeres y hombres en el futbol.

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Tras décadas de lucha, la participación de las mujeres en muy diversos ámbitos se está ensanchando, quizás el más destacado es el ámbito político, donde estamos logrando la paridad en todos los cargos públicos, pero nuestra presencia en otros espacios como los deportes también avanza, aunque a paso más lento y con enormes dificultades.

La liga femenil nació en 2017, lo cual profesionalizó la participación de las mujeres en el futbol. Sin embargo, los salarios son muy bajos, no sólo en comparación con los salarios varoniles, sino en relación con casi cualquier profesión. Mientras el sueldo mensual promedio de ellos ronda los 540 mil pesos, con un mínimo de 25 mil pesos, el sueldo promedio mensual de las jugadoras es de 3 mil 420 pesos, lo cual no llega siquiera a ser el salario mínimo de 3 mil 696 pesos al mes.

Otro tema son los bonos que se otorgan a las y los seleccionados nacionales por parte de la FMF, en los que también hay disparidad en razón de género. Llama la atención el caso de quien fuera la mejor jugadora del mundo en 2018, la noruega Ada Hegerberg, quien se negó a jugar el Mundial de Francia 2019 porque las bonificaciones entre hombres y mujeres de la selección noruega eran distintas, logrando así la homologación de los bonos por 690 mil dólares.

Otro ejemplo es la resolución del juez federal de Estados Unidos, Gary Klausner, quien en 2020 ordenó que los vuelos, hoteles y el apoyo de personal profesional fuera equitativo entre las selecciones varonil y femenil.

Sabemos que el futbol femenil es incipiente y que se hacen esfuerzos por desarrollarlo como el fondo mundial de mil 500 millones de dólares que la FIFA ha destinado para ello, lo cual es positivo. Otro hecho alentador es la designación de la primera mujer como directora técnica de la selección femenil, Mónica Vergara, quien ha abierto brecha no sólo a las niñas y jóvenes que quieren desempeñarse como jugadoras profesionales, sino como entrenadoras. Sin embargo, aún hay mucho por hacer para que mujeres y hombres jueguen en una cancha realmente pareja, y en ese sentido, los mensajes de justicia y equidad cuentan, y cuentan mucho.

Exhortaremos formalmente a la FIFA y a la FMF a que no sean las mujeres las que paguen una sanción que, en nuestra opinión, no les corresponde y llamamos a la afición a que pare la homofobia en los partidos. Sepan nuestras jugadoras que verlas en el campo nos inspira y que no están solas.

 


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