La afectación podría derivar en un nuevo recorte del gasto público ante menores ingresos por el energético.
La caída en los precios del crudo afectó el programa anual de cobertura petrolera de México —el más grande en su tipo en los mercados de materias primas— y aumentó el temor de que el gobierno pudiera recortar el gasto justo cuando la economía empezaba a crecer.
Este mes, el secretario de Hacienda, Luis Videgaray, tomó la extraordinaria medida de confirmar que el programa, altamente secreto, había iniciado. Sus comentarios se produjeron después de que Financial Times diera a conocer los términos de los contratos de cobertura de México de una nueva base de datos de derivados.
Desde entonces, empezaron a caer los precios del petróleo a su nivel más bajo en casi cuatro años, empujando el costo de venta del principal flujo de crudo de México por debajo de los 83 dólares, que fue la base que se tomó para el presupuesto del próximo año. Una tercera parte del presupuesto de México está financiado con los ingresos petroleros.
“Tienen un dilema: ¿vuelven a calcular sus balances con un precio menor, lo que será una acción con una alta carga política, o se quedan quietos y esperan lo mejor?”, dijo Pierre Lacaze, de LCM Commodities, un corredor de opciones petroleras.
El crecimiento de México paró en seco el año pasado después de que el gobierno se demoró en empezar a gastar el presupuesto, pero datos recientes indican que la economía tuvo un crecimiento mayor al esperado de 2.52% en julio. Si el gobierno se viera obligado a recortar el gasto podría poner en peligro la recuperación.
Los costos para los programas de cobertura también han aumentado. El último lote de 5 millones de barriles de opciones de venta que aparecieron en la nueva base de datos de derivados de EU mostró un alza de casi el doble del costo del primer lote doce días antes. La prima actual incluso podría ser mayor si México negociara en este momento.
Por cada dólar que cae el precio de petróleo a México le cuesta cerca de 30 millones de dólares, de acuerdo con Marco Oviedo, economista en jefe de Barclays en la Ciudad de México, un golpe, pero uno manejable, para las finanzas públicas.
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