Borrando el pasado

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Si alguna enseñanza dejo la pasada contienda electoral, es que a muchos candidatos no les ayudó su pasado. Estrategias como la emprendida por el Blanquiazul, que buscó recordar lo mal que gobernó el Tricolor en sexenios anteriores, se convirtió en un bumerang por la misma razón. Para muchos políticos, la cola larga que arrastran es un impedimento para sus carreras políticas, pero al ser un sector con recursos, han surgido opciones que les ayudan a borrar el pasado, principalmente en Internet.

Eliminando huellas

Sin contar con una máquina del tiempo, y escrúpulos que les permitieran arrepentirse de errores anteriores, muchos políticos se enfrentan, al momento de emprender una campaña electoral, con la forma en que sus adversarios les recuerdan algunos detalles de su pasado. A Luis Alberto Villareal, actual legislador federal azul, le perseguirá la imagen de Villa Balboa, en la que lo vemos bailar con una mujer en una fiesta que, aún hoy, no se sabe a ciencia cierta quien la pagó y porqué motivo.

De igual manera, Humberto Roque Villanueva y su ademán en la sesión en San Lázaro en la cual se aprobó el aumento al Impuesto al Valor Agregado (IVA), será un ícono a utilizar cuando se busca presentar argumentos en contra del Tricolor.

Ni que decir de René Bejarano y el video en el que recoge el dinero de Carlos Ahumada, llevándose incluso las ligas, que fue ampliamente difundido en televisión y redes sociales.

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Se trata de ejemplos de actores políticos que tardarán mucho en recomponer su imagen por el conocimiento que el público tiene de sus actos. Esto cobra una importancia especial, pues al existir las redes sociales cualquier ciudadano puede comentar estas anécdotas y apoyar la campaña negativa, o de contraste, que se esté dando en pleno proceso electoral.

Incluso los propios partidos impulsan este tipo de información, no sólo a través de sus mensajes, sino incluso en los debates que sostienen entre sí. Cabe recordar lo sucedido en la interna blanquiazul, cuando Ernesto Cordero presentó la relación de asistencias como diputada federal de Josefina Vázquez Mota, lo cual dejaba mal parada a quien terminara esa etapa como candidata presidencial del PAN, pero que tuvo que enfrentar el mismo cuestionamiento de sus rivales en la campaña de 2012.

En tiempos en que gracias a Internet todo se sabe, los políticos tienen el riesgo que el pasado los alcance. Aunque eso puede revertirse.

Opciones para el olvido

En fechas recientes han surgido empresas como @Eliminalia y @Borrame_es que ofrecen servicios para borrar los rastros, principalmente los negativos, que se encuentren en el ciberespacio.

Pensados en un principio para aquellas personas que, por un error de carácter personal, habían perdido su trabajo al haberse hecho éste público, dichos servicios se ofrecían como la oportunidad de eliminar esos episodios y que estas personas pudieran continuar su vida laboral sin riesgos.

La labor de este tipo de empresas se basa en lo que se conoce como “derecho al olvido”, que incluso ha sido incorporado a la legislación de varios países y de empresas como Google.

En la cuenta de Twitter de @Borrame_es se puede leer, a manera de presentación, lo siguiente: “Fotos, un comentario, sanciones, una noticia en prensa… todo sigue en Internet. Nosotros te ayudamos a borrarlo borrardeinternet.com derechoalolvido.eu”, incluso van más allá al asegurar, en su página web, que ayudan a quienes han sido despedidos de su puesto de trabajo, pues “las redes sociales se están convirtiendo cada vez más en una causa de despido. Ya son varios los casos en los que trabajadores han sido cesados por comentarios que han lanzado en sus perfiles sociales”.

Por su parte, @Eliminalia ofrece en la información que presenta en Twitter “la excelencia y la satisfacción de nuestros clientes, sus preocupaciones e inquietudes, son nuestros objetivos. Garantizamos los resultados”.

De acuerdo al portal Sipse.com, el costo por limpiar la reputación en Internet podría ascender a 850 mil pesos.

Esto se inscribe en una tendencia mundial que se expresa en iniciativas como el Derecho al Olvido, que ya es una realidad en la Unión Europea, así como en la Ley de Transparencia en nuestro país.

En este último caso, existe como parte de la Ley Federal de Protección de Datos Personales un capítulo dedicado a los derechos de Acceso, Rectificación, Cancelación y Oposición (ARCO), los cuales permiten a cualquier ciudadano solicitar que se borre su información en cualquier fuente.

En tanto, las 28 naciones de la Unión Europea han dado pasos para que se incluya, en el marco legal comunitario, el derecho de las personas a “ser olvidados” en la red, lo que significa que podrán reclamar el borrado de todos aquellos datos personales que consideren perjudiciales y no pertinentes.

Que los políticos utilicen este tipo de recursos, al costo que sea necesario, es algo que se puede esperar, así como el surgimiento de iniciativas que busquen preservar este tipo de información, incluso a nivel individual, denunciando a quienes han utilizado los servicios de este tipo de empresas o recursos legales para borrar sus antecedentes en la red.

En el pasado, se confiscaban o destruían las ediciones que contenían información negativa acerca de ciertos políticos, hoy éstos pueden recurrir a despachos que mediante un recurso legal hagan lo mismo. La trama de la obra de Ray Bradbury, Farenheit 451, cobra una inusitada actualidad.


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