Las pasadas elecciones resultaron más sorprendentes de lo que se pensaba. Por supuesto que los partidos, la clase política, siempre buscan la manera de acomodarse en los resultados, de no decir que se perdió, de identificarse con el triunfo y distanciarse de la derrota. Dos ejemplos: Eduardo Sánchez. De las declaraciones del vocero presidencial se desprende que solamente el gobierno federal piensa que ganó hasta en Nuevo León y que El Bronco le debe su triunfo a Peña. No sé qué pueda pensar el lect@r de esto, pero parece que se trata de un método de análisis político electoral muy novedoso: perdimos, nos dieron hasta con la cubeta, pero eso nos permite salir como triunfadores.
El mismo método de análisis ha sido utilizado en la dirigencia del PAN. Gustavo Madero, trata de convencer a propios y extraños que le fue de maravilla en la elección. Independientemente de triunfos indiscutibles como Querétaro, Baja California Sur y algunas alcaldías, es evidente que el PAN tendrá en San Lázaro la bancada menos numerosa desde que hay elecciones confiables. Es el peor resultado desde 1991.
La coincidencia en los análisis serios es que a los partidos grandes les fue mal. Ya mencionamos lo del PAN. La debacle del PRD es generalizada y se pone peor cada vez. El PRI es incapaz de mantenerse en estados que tienden a la modernidad y se aferra a sus figuras caciquiles en donde las puede seguir imponiendo.
Otra parte está, se ha dicho hasta la saciedad, en los independientes —por cierto, quien ganó la presidencia municipal de Morelia también fue independiente: era panista—. Pero hay que meter un suceso regional en ese análisis: Movimiento Ciudadano en Jalisco. Ahí ganó Enrique Alfaro por amplia mayoría la alcaldía de Guadalajara. Pero no solo eso, el grupo que comanda se hizo de 24 alcaldías, 9 diputaciones locales y 11 federales. ¿A alguien le parece poco para una persona?
Hay que señalar un hecho no menor, aunque se trate de una diputación local en Zapopan que fue ganada por el joven Pedro Kumamoto. Su campaña y éxito fueron notables. A Kumamoto cada voto le costó 4.46 pesos contra 70 de su adversario del PAN si respetó el límite impuesto (ver texto en Nexos de Diego Petersen). Son ejemplos de cómo hacer las cosas diferentes.
Lo mismo sucede con el 3de3. A pesar de que la gran mayoría de los candidatos no cumplió con esta solicitud ciudadana, hubo contiendas en las que los principales contendientes sí lo hicieron. Felicidades al Imco y a quienes estuvieron en este esfuerzo. Ojalá no se haga ley porque entonces le encontrarán la trampa. 3de3 es una muestra de la capacidad ciudadana bien liderada para exigir cosas sensatas.
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