A mayor adversidad, mayor la gloria

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A Claudio X. González (hijo) y a Mexicanos Primero

En estos aciagos días digamos: PATRIA, DALE EDUCACIÓN A TUS HIJOS Y ELLOS TE DARÁN SU AMOR.

Por ese derrotero, lo demás le llegará por añadidura.

Son dos los más grandes acontecimientos de los últimos tiempos en México; han rescatado el alma, la libertad y el destino de un millón de niños y jóvenes oaxaqueños; salvan, también, a las nuevas generaciones.

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EL PRIMERO: la fundada, valiente y patriótica ejecutoria de la Suprema Corte de Justicia de la Nación que declaró constitucional la nueva ley educativa y negó amparar a la CNTE, sección 22.

Al establecer, de manera clara e inatacable, que ningún derecho laboral está por encima del derecho de los niños y jóvenes de recibir educación de excelencia, descalificó las alegaciones de unos cuantos líderes sin escrúpulos y despejó pretextos y miedos de gobernantes. El imperio de la sentencia protege a nacidos y por nacer, libera a docenas de miles de maestros que se hallaban secuestrados por una cúpula corrupta y conmina a las autoridades a cumplir, sin excusas, ese supremo y venerable deber.

EL SEGUNDO: la no menos fundada, valiente y patriótica acción del gobierno federal —que presionó y apoyó al local— para rescatar del putrefacto instituto de educación de Oaxaca a ese millón de niños y jóvenes, que son, por supuesto, de los más pobres y abandonados de México; regresó, también, la dignidad a no menos de 80 mil maestros cuyas plazas, permanencias y ascensos los decidía una truhanada.

¡Quién dijera que esa disidencia magisterial surgió hace dos décadas para combatir la corrupción de su sindicato nacional!; pero el gobernador de aquel tiempo y lugar —para contubernio electoral del PRI— le entregó el manejo absoluto, discrecional e irresponsable de la educación pública. Quedó así —como consecuencia refleja— arteramente privatizada la tarea educativa en ese estado. No se entregaron educadores y educandos a particulares sujetos a normas, vigilancia y control, sino a un puñado de vivales que malversaron impunemente muchos miles de millones del erario, permitiéndoles enriquecerse, desafiar al Estado y cometer un sinnúmero de delitos.

Al volver a ser pública la educación en Oaxaca, el gobierno debe dotar a esas comunidades de escuelas dignas, capacitar y pagar mejor a los maestros, y abrir horizontes de realización humana al más grande tesoro de la nación: sus hijos. Ellos, así, no tomarán el atajo de la violencia y amarán a su Patria.

La sentencia de la Corte y la acción del gobierno deben ser cimientos de la casa grande y limpia en la que todos podamos vivir. Constituyen la verdadera alborada de México y anuncian el anhelado amanecer.

ADENDUM. Con honor personal y de soldado, el secretario de la Defensa Nacional defiende al Ejército en los casos de Ayotzinapa, Tlatlaya y otros más, y señala como presuntos criminales, ya en prisión militar, a un capitán, dos tenientes y un subteniente, por la brutalidad en Calera, Zacatecas.


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