La obsesiva popularidad

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Lo único que los mueve es la imagen presidencial. Hemos constatado, una y otra vez, la indolencia frente a toda clase de problemas, revelaciones y escándalos, pero eso cambió con el asesinato de Carlos Manzo porque la indignación social alcanzó a la presidenta Sheinbaum y, frente al deterioro del país y el desgaste de Morena, la necesitan en la boleta para atemperar el voto de castigo.

Por lo mismo, la respuesta se centra en la propaganda. Para el obradorato, gobernar es comunicar, buscando, ante todo, incidir en la percepción ciudadana. El Plan Michoacán lo presentaron en la Ciudad de México, y no en Morelia, porque el impacto del atentado fatal contra el alcalde de Uruapan fue nacional y piensan que el alcance del mensaje presidencial se amplifica si se da en Palacio Nacional.

En tal lógica mediática, no importa que, al cabo del tiempo, la violencia siga igual o peor, sino pasar el momento difícil y que las aguas regresen a su nivel. Anunciaron militares, recursos y programas sociales, nada que no estuviera en anteriores planes para el mismo estado. Si parece mensaje de campaña no es coincidencia, nunca dejan de pensar en las elecciones y necesitan votos, así sean comprados, pero lo que hoy les urge es evitar que las protestas se mantengan y extiendan. Promesas para enfriar a la sociedad en un momento crítico.

No está claro de donde saldrá el dinero y no se molestan en informarlo. Además, presentan como nuevo el desglose de lo ya aprobado. El plato fuerte es la presencia militar: anunciaron 10 mil efectivos. No deja de ser curioso que lo hagan después de culpar a Felipe Calderón, 13 años después de dejar el cargo, alegando que la “guerra contra el narco” generó la violencia que mató a Carlos Manzo por mandar al Ejército a enfrentar criminales. ¿Y a qué los manda ella? ¿A abrazarlos como hizo López Obrador?

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La primera reacción fue visceral. Al constatar la magnitud del enojo ciudadano, la mandataria arremetió contra medios, periodistas, opinadores y tuiteros por reclamarle a su gobierno el dejar solo a Carlos Manzo. No sé qué esperaba, éste se la pasó invitándola sin éxito y pidiendo ayuda a la federación. Cuando por fin le enviaron 200 efectivos de la Guardia Nacional, se los quitaron a las dos semanas. Además, el alcalde fue muy vocal en denunciar el contubernio de autoridades con el crimen, es decir, el elefante en la sala que el gobierno federal insiste en no mirar.

Mientras el crimen tenga al poder político en la bolsa poco se podrá hacer. En 2021 era prioridad del entonces presidente López Obrador pintar de guinda al país. En dichas votaciones fue notoria la operación de los cárteles, sobre todo en el Pacífico. Se anularon municipios en Michoacán por esa razón, pero al Tribunal Electoral le dio frío ir a fondo en la elección de gobernador y modificar el resultado, pues eso lo hubiera confrontado con el régimen al que, poco tiempo después, se le plegaría hasta la ignominia.

No es casual que Sinaloa esté en las mismas que Michoacán y, en ambos estados, sostengan al mandatario estatal a pesar de que están en el centro del problema por sus compromisos con quienes azotan a la población. La federación prefiere ignorar el contubernio para no toparse con correligionarios y exhibir la complicidad que, de cualquier modo, la población conoce y padece.

El plan no contempla el fortalecimiento del municipio y sus policías que, además, en muchos casos deben depurarse. Es groseramente centralista y, por lo mismo, está en concordancia con el acentuado presidencialismo que retornó con el obradorato. Más ahora que, con el pretexto de la revocación del mandato, quieren poner a Sheinbaum a hacer campaña a favor del oficialismo en 2027.

Por eso la expusieron en irresponsable control de daños, dándole un baño de pueblo en plena crisis por el asesinato de Manzo. Un sujeto se le acercó para acosarla en penoso episodio que exhibió tales fallas de seguridad que algunos dudan de su autenticidad. Pero, eso sí, renuncia a inaugurar el Mundial de futbol del próximo año para evitar que la abucheen. La popularidad de la Presidenta puede servirle a su partido, pero no para darle tranquilidad a los michoacanos. ¿Cuál es la prioridad?

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