A ver, mis estimados, pónganse cómodos porque hoy vamos a hablar de un éxito rotundo, de esos que solo ocurren en los cuentos de hadas o en las urnas mexicanas. Resulta que en la pasada elección judicial, donde la democracia floreció como nunca, tuvimos la friolera de 256 casillas «zapato». Sí, escucharon bien, ¡256! Eso es más que el número de neuronas funcionando en la cabeza de algunos políticos, ¿o no?
La Magia de la Participación Sobrenatural
Y no solo eso, la participación fue tan entusiasta que en algunas casillas ¡superamos el 100%! ¡Una cosa de locos! ¿Cómo le hicieron? ¿Acaso los muertos votaron? ¿O de plano los de Morena descubrieron la forma de clonar votantes? ¡Pura magia, oigan! Me imagino a la gente formada, desbordada de civismo, votando dos, tres y hasta cuatro veces con tal de que su voz fuera escuchada. ¡Eso sí es compromiso democrático, no como los apáticos que solo van una vez!
El «Acordeón» como Herramienta Pedagógica
Lo más chistoso, o trágico, según se vea, es que los ganadores de esta joya democrática coincidieron casualmente con los nombres que venían en los «acordeones» que andaban circulando. ¿Coincidencia? ¡Claro que sí! Seguro la gente nomás vio esos papelitos y dijo: «¡Ah, mira, qué bien pensados los nombres! Esos deben ser los buenos.» No es manipulación, es orientación ciudadana, mi gente. Es como si te dieran las respuestas del examen y te sacaras diez. ¡Mérito propio!
Un Éxito Innegable, a pesar de todo
Y, por supuesto, los de Morena, con esa sonrisa de oreja a oreja que les caracteriza cuando las cosas «salen bien», salieron a decir que fue un «éxito total». ¡Y cómo no! Si lograron que la gente votara por los que ellos querían, sin despeinarse y con la «democracia» como bandera. Dicen que el pueblo es sabio, y en este caso, el pueblo fue tan sabio que hasta adivinó por quién tenía que votar. ¡Mis respetos! Si esto no es democracia, entonces yo soy astronauta.
Así que, la próxima vez que escuchen a alguien hablar de elecciones impecables, acuérdense de las 256 casillas zapato, de la participación del 100% y de los acordeones milagrosos. ¡México es mágico, carajo!
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