75 años del PAN

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Este 16 de septiembre, Acción Nacional cumple 75 años de su fundación. Fue obra indiscutible del Chihuahuense Manuel Gómez Morín, quien depositó en ella lo más decantado de su experiencia personal, profesional y académica; no sólo las luces más brillantes de su pensamiento político, sino la madurez de su visión humanista, los valores del alma con los que se nutrió nuestra organización.

De acuerdo con Efraín González Luna, su compañero en la obra fundacional, Gómez Morin "reclutó el equipo inicial, erigió la estructura doctrinal, movió las almas tras el ideal resucitado o recién nacido… instauró métodos y estilos, definió objetivos fue jefe y recluta, maestro y aprendiz, propagandista y candidato, periodista y tribuno, ejemplo, estímulo, animador infatigable, amigo generoso y fiel camarada en la noble faena".

Siendo como lo describe González Luna, el promotor esencial, convicción y motor de los seis meses previos de trabajo a la asamblea fundacional y luego al frente del partido los diez primeros años, Don Manuel tuvo el cuidado de "defender su obra del peligro de la dependencia personal". Por eso la institución persiste a nuestros días.

Aquel fue el espíritu constructor. El momento fue un cruce de caminos. En el turbulento México de la época, desgarradora la condición de los mexicanos, entronizado ya un partido oficial en la mera explotación del poder, sucesión de luchas intestinas y traiciones entre los mandos de ese poder, instalado el fraude electoral como la bancarrota de la revolución usufructuada, una generación, la de 1915, optó por el deber de la acción política responsable, que significan doctrina y organización, y de esa generación, uno de sus miembros más lúcidos, se separó de la "mecánica de la opción" y optó por la "opción moral" dando origen a Acción Nacional.

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Don Manuel Gómez Morín lo explica así a la Asamblea Constituyente en el discurso de bienvenida el 14 de septiembre de 1939: "Nació la idea de un grupo de jóvenes en el umbral de la vida pública, puestos ante la encrucijada de caminos y solicitaciones, de obstáculos y de repugnancias que siempre, pero más particularmente ahora, se presentan al que empieza a vivir. Mas particularmente ahora, porque la preparación previa es más deficiente, más llena de elementos contradictorios, más insegura y vacilante; porque la vida es más contrastada de dificultades y amenazas de un lado, de fáciles satisfacciones del otro; porque la sociedad actual está sacudida desde sus cimientos y parece haber perdido la noción misma de trayectoria y de destino; porque México pasa por una época de especial confusión y los problemas tradicionales trágicamente intactos, se agravan con problemas nuevos de extrema gravedad; y porque una pesada tolvanera de apetitos desencadenados, de propaganda siniestra, de "ideologías" contradictorias, de mentira sistemática, impide la visión limpia de la vida nacional".

De los documentos fundacionales, discursos y ensayos, de los informes que Gómez Morín rindió al Consejo Nacional durante su primer decenio, no hay duda de que en el ánimo del PAN -su alma- estuvo como principal y rectora intención la rehabilitación moral de la política. La consecución del poder estuvo siempre ligada a ese espíritu, y por ello mismo tuvo la fortaleza para enfrentar durante más de seis décadas a uno de los sistemas políticos más autoritarios y cínicos, de cuantos se puedan enumerar en América Latina. Insertar en la vida pública de México un concepto de ética para la política, y un objetivo de Bien Común para el gobierno, fueron parte de su consistencia, como motivo transformador.

Que pena que deba escribir de esos objetivos en tiempo pasado, me gustaría afirmarlos con toda contundencia en el ejemplo presente, pero hemos perdido fuerza moral para hacerlo. En la medida en que el PAN llegó al poder, demasiado tarde y demasiado lento para una inspiración así -llegamos a ser el partido de oposición más antiguo del continente-, las fibras morales y los resortes éticos se fueron aflojando, con silencios e impunidad inexplicables. Una dinámica de absurda "sobrevivencia" nos metió en un tobogán de ocultamientos, que dio pie a la complicidad. Se colaron en el alma de la institución insospechadas ambiciones personales, intereses estrictos, acción de facciones por encima del interés público.

A manos de una buena parte de sus propios dirigentes, Acción Nacional es brutalmente traicionado. Se instalaron en la mediocridad, el interés propio, la simulación y la mentira. Este 75 aniversario del PAN, causa sentimientos encontrados: por un lado el orgullo de la épica gesta de dirigentes idealistas y ciudadanos completos que a lo largo de muchas décadas arriesgaron su propia vida; pero por otro, el dolor y la decepción de los últimos años.

En su última intervención pública, una entrevista que publicó Excélsior el 9 de enero de 1970, Don Manuel Gómez Morín, volvió a trazar la esencia de su preocupación y podría valer hoy mismo como necesario llamado a quienes dirigen al partido: "México necesita una revolución real, estructural, que no sea solamente el cambio de grupos personales. No hablo de lucha armada, porque no creo en ella… En el fondo de todo, lo imprescindible es un cambio de actitud, un paso hacia la autenticidad, hacia la sinceridad. Esto implica una profunda cuestión de orden moral, perdida de vista en medio de una larga, muy larga simulación".


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