2018

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El calendario tiene muchas fechas fatales, pero para la clase política actual ninguna tiene tanta trascendencia como el 2018. De por sí cada 6 años la renovación presidencial levantó pasiones y esperanzas, en esta ocasión la fecha las trae renovadas y aumentadas. Como nunca en el pasado se vislumbran aspirantes de varias corrientes políticas, unos de partidos políticos, y otros que ya se ven como candidatos independientes.

Desde la constitución del Partido Nacional Revolucionario en 1929 las elecciones se volvieron un ritual para entronizar al sucesor en la Presidencia y a quienes lo rodearían. A excepción del episodio de 1940, el ungido salía electo con una mayoría incuestionable, como también sucedió en casi todas las elecciones estatales y municipales de medio siglo.

Pero la política en México cambió radicalmente desde 1988. Fue el primer año en que verdaderamente se puso en jaque al partido que había sido hegemónico. Una década después, en 1997, ese partido incluso perdió la Gran Comisión que controlaba los trabajos y la vida parlamentaria de la Cámara de Diputados. Tres años más tarde se dio la primera alternancia pacífica en la vida política del país, en donde el triunfador logró menos de la mitad de los votos emitidos (43%), gracias a que la competencia fue principalmente entre tres candidatos.

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En 2006 y en 2012 la competencia por la Presidencia también fue entre tres partidos. El triunfo se dio por un porcentaje mínimo de votos de diferencia entre los dos punteros en el primer caso, y en el segundo, el triunfador obtiene el triunfo holgadamente, pero también con menos del 40% de los votos. Esta elección da paso a la segunda alternancia pacífica.

Para 2018 se vislumbra una competencia mayor y aún más incierta con la posibilidad de que habrá uno o más candidatos independientes. Nadie puede prever con certeza quien será el triunfador. Habrá muchos escenarios sabiendo que quien triunfe podrá hacerlo con menos de la tercera parte de la votación total, un escenario poco deseable porque llegaría al poder con más de dos tercios de los votantes en contra.

Aunque la ley electoral prevé que las campañas comiencen en enero de ese año, unas ya comenzaron o están por hacerlo. Un candidato está en campaña desde 2006, y proviene de una autonombrada izquierda, la que está dividida, pero pudiera volverse a unir alrededor de él para obtener más de un tercio de la votación e intentar ganar.

Por su parte el partido actualmente en el gobierno tiene que buscar llegar unido a la elección. Si de él se escinden candidatos como en 1988, seguramente no alcanzará un tercio de la votación y no podrá aspirar al primer lugar. Ya se habla de algunos Secretarios (Hacienda, Gobernación, Educación, etc.) como posibles candidato; pero falta ver quien prevalecerá.

Del resto de los partidos, sólo el PAN puede llegar a tener más de un tercio de los votos, y eso si se desprende de quienes lo han desprestigiado con actos de corrupción. Pero también sin dividirse a la hora de elegir candidato. Si se divide, podría ser que una candidata independiente muestre que puede más el carisma que todos los demás recursos.


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