¿Y ahora que sigue?

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Dos acontecimientos marcaron la semana anterior como preludio de futuros indeseados: Nochixtlán y el «Brexit» (separación del Reino Unido de la Unión Europea). El primero en nuestro entorno inmediato y el segundo con implicaciones económicas para el mundo entero. Sin haber relación entre ellos, ambos parecen ser parteaguas de la historia contemporánea.

La votación que decidió iniciar la salida del Reino Unido de la UE tiene repercusiones económicas en todo el mundo: hizo caer bolsas de valores, que el dólar se revaluara y que aumenten la tasa de interés. Falta ver implicaciones comerciales y reacciones políticas, porque han aflorado mociones no esperadas al interior del Reino Unido (Escocia, que pudiera desear la independencia) y en países de la UE se ha fortalecido la extrema derecha.

México no ha escapado indemne por más que la autoridad fiscal diga que no nos afecta: no sólo el peso siguió su carrera a la baja, sino la propia autoridad decretó un nuevo recorte al gasto público. 31 mil millones de pesos no son poca cosa, y más afectando programas de educación y salud. Falta ver con qué más saldrá cuando se conozcan los efectos de disminución de exportaciones y turismo.

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Más allá de la balanza de pagos y de las reservas internacionales, el problema es mantener empleos e inversiones para ofrecer trabajo a los jóvenes que llegan a la edad laboral. Con la baja en las bolsas de valores muchas inversiones pueden aplazarse, sin contar que la UE entre en recesión (el Reino Unido seguramente estará así un par de años mientras recuperan sus mercados), significando menos exportaciones mexicanas.

Pero la pregunta es igual de válida para el problema con los maestros que explotó en Nochixtlán: ¿Estamos en camino a una solución pacífica y constructiva o ya se deterioró la autoridad del Estado Mexicano y estamos frente a enfrentamientos cada vez más desgastantes? Si bien los maestros forman parte del mayor sindicato de América Latina no por ello tienen autoridad para atentar contra el Estado de Derecho.

Mucho más trascendente que el levantamiento zapatista de 1994, los motines magisteriales a lo largo y ancho de Oaxaca y Chiapas parecen encaminados a imponer una ideología obsoleta. Ya no son tiempos de la Revolución Cubana, o del fallido intento del Che Guevara, que siguieron un camino que la mayoría de países han dejado de lado por ineficaz para mejorar la vida de los menos afortunados.

No es válido usar el argumento de estar en contra de la Reforma Educativa por considerarla que afecta sus derechos laborales. Esos reales o supuestos maestros convirtieron desde antes a esos estados en los más atrasados del país, y quieren seguir manteniéndolos así. Son el peor ejemplo de dedicación magisterial y al mismo tiempo escuela de agitación.

Sin intentar hacer una defensa del actual sistema educativo, alzo la voz contra quien realiza lo contrario a lo que ofreció dedicar su vida, y se aferra a dejar sin futuro a la niñez de esos estados, y quizá del país entero.


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