Ver a los ciudadanos

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El pasado 14 de junio a través de un mensaje hice clara mi intención de que, en su momento y de acuerdo a la ley electoral, buscaré la Presidencia de la República. Había pasado una semana de las elecciones, y al día siguiente era probable que anticiparan la renovación de la dirigencia del PAN. Había que tomar decisiones y ese era el momento para hacerlo.

Varias cosas me movieron especialmente:

  1. — La claridad de las intenciones que en nuestra democracia los ciudadanos nos demandan a quienes participamos en la vida pública. Saber las aspiraciones que tenemos los que nos dedicamos a la política es una petición elemental que debe ser correspondida de manera honesta y transparente. El doble lenguaje ha sido una de las causas por las que los ciudadanos no creen en la política ni en quienes nos dedicamos a ella.
  2. — El claro reclamo que los ciudadanos nos han hecho a quienes aspiramos a representarlos. Se trata de una brecha entre ciudadanos y política que se ha abierto peligrosamente y que urge cerrar. El notable castigo hacia los tres partidos tradicionales (perdieron millones de votos) es merecido. En el caso del PAN, es una llamada de atención para revertir una política de ensimismamiento, donde se ha cerrado la puerta a los ciudadanos y se ha marginado su interés para subordinarlo al interés de los grupos internos y de los dirigentes en turno. El PAN dedica casi todos sus recursos, su energía y su tiempo a mirarse a sí mismo, y no a mirar a la ciudadanía. Es hora de trabajar hacia la sociedad y no hacia adentro del PAN. Eso voy a hacer.

Tenía que decidir cómo cumplir lo que considero un deber de participación en la vida pública y hacia donde encausaría todo lo recibido en mi vida, mi experiencia, mis capacidades y limitaciones; si lo dedicaba al interminable desgaste interno del PAN o lo entregaba hacia fuera, con los ciudadanos y para México. Decidí lo segundo. Estoy segura que tomé la decisión correcta y sé que muchos panistas y ciudadanos me acompañarán.

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Aunque tenemos una ley electoral cada vez más restrictiva de nuestras libertades, nuestra Constitución y nuestras leyes aún permiten las libertades más elementales: el decir lo que pensamos, el reunirnos los ciudadanos para abordar los temas públicos, el encontrarnos con las organizaciones sociales, con las mujeres, con los estudiantes. Hay mucho de qué hablar en México y ese encuentro permitirá construir un proyecto nacional más sólido.

Además de las elecciones, la democracia se vive también en la protesta pacífica, en lo que los medios expresan, en los consejos consultivos y sociales, en las asociaciones de profesionistas, en las de padres de familia, estudiantes, empresarios, personas con discapacidad, vecinos y en los cada vez más numerosos observatorios ciudadanos. Acercarse a todas estas organizaciones intermedias es vital para el reencuentro con la ciudadanía.

Más allá de mis aspiraciones, buscaré primero promover la participación ciudadana en la vida pública. Sé que juntos encontraremos la manera de dignificar la política que no es más que un camino para construir el bien común en nuestro país que todos decimos amar.


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