Luego de la sentencia que el juez Brian Cogan dictó en contra de Genaro García Luna, las redes sociales explotaron en contra de Felipe Calderón, el presidente que tuvo al ahora sentenciado a 38 años de cárcel en su gabinete, cuestionando su supuesta ignorancia acerca de la relación del exfuncionario con miembros del Cártel de Sinaloa.
Muchos aseguraron que no era posible que Calderón no supiera de las actividades de su subalterno, tema que no dejó de estar en la conversación pública a pesar de la aclaración, mediante su cuenta de X (Twitter) del exmandatario, quien señaló que «nunca tuve evidencia verificable que lo involucrara con actividades ilícitas, ni tampoco recibí información en ese sentido de agencias de inteligencia, mexicanas o extranjeras, que entonces confiaban en él e interactuaban con él».
Pero poco importó en un sector de la opinión pública esta aclaración, en especial entre los propagandistas y fanáticos de la 4T, quienes dijeron que no era creíble que Calderón Hinojosa no supuera de las actividades de su secretario de Seguridad Pública.
Esas mismas cuentas y personas, más preocupadas en difundir lo que les conviene para justificar lo malo de su líderes y del lopezobradorismo, dejaron de participar en la conversación pública en cuanto les recordaron que entonces tampoco era creíble que Andrés Manuel López Obrador no supiera del dinero que recibía René Bejarano, entonces su secretario particular, de manos de Carlos Ahumada.
También callan cuando les cuestionan que no era creíble que Claudia Sheinbaum no supiera lo que hacía su entonces esposo, Carlos Imaz, quien también recibió dinero de Ahumada, incluso con el señalamiento de que parte de esos recursos se usaron para que la pareja viajara a Europa.
En realidad, tienen razón, no es creíble que el jefe –o la esposa– no supiera de los malos pasos de sus subaleternos –o del esposo–, en especial cuando hay dinero involucrado.
Pero además de mostrar cinismo, buena parte de nuestra clase política ha hecho suyo y utilizado como lema eso de «sólo sé que no sé nada», y de la complicidad hablamos en otra ocasión.
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