Tanto la convocatoria como la marcha en más de sesenta ciudades de la República el pasado sábado quince de noviembre, marcan un hito histórico en México ante el anuncio de participación generado por la Generación zeta, la cual despertó gran expectativa e incómodo a la administración en turno.
El gobierno hizo todo lo que estuvo a su alcance para minimizar e inclusive desestimar el movimiento. A partir –como es costumbre– de hacer señalamientos sobre patrocinadores y personas involucradas que pertenecen a organismos contrarios a la cuarta transformación; además de ubicarlo desde una perspectiva ideologizante, todo bajo el ánimo de reducir la protesta en su contra.
Preparo un escenario inhibidor, todo el zócalo rodeado por vallas, solamente podía ingresar la gente por una sola entrada: la calle cinco de mayo. Nunca se había visto una limitación de esa naturaleza, era el miedo del gobierno reflejado en impedir fotografías de una plancha llena. En realidad y pese a que muchas personas decidieron no ingresar por el temor a verse acorralados y agredidos, el zócalo con todos sus obstáculos se apareció repleto.
Caen en lo mismo de siempre, el gobierno de la Ciudad de México reporta cifras de participantes ridículas y, la mañanera del lunes diecisiete de noviembre Claudia Sheinbaum, trata de desestimar el movimiento adjudícaselo a la marea rosa, alardeando que hubo pocos jóvenes, afirmando que en su mayoría eran personas mayores, como si tal cosa fuera suficiente para borrar los motivos de la marcha.
Lo que es patente y, queda claro, consiste en la frustración de muchos ciudadanos que mantenían la esperanza y ahora consideran que su gobierno es un verdadero fracaso. No le agrada que se lo digan, como tampoco está dispuesta a corregir el rumbo, se encuentra aferrada a un proceso de continuidad en áreas estratégicas que se consideran terribles.
Eso no es lo peor, mandar infiltrados a esos movimientos como la marea negra, provocadores para justificar la represión en contra de los manifestantes, no tiene nombre. Esa argucia que conoce a la perfección, fue utilizada con la intención de deslegitimar las causas y desviar la atención, estrategia, que no le funcionó.
Podemos decir que la convocatoria y sus causas tuvieron éxito, el grito desesperado de los ciudadanos se hizo presente, sin embargo, la abulia gubernamental sigue sin entender, se resiste a escuchar a un pueblo que ya no aguanta la ineficacia.
A un escaso año de haber tomado posesión como primera Presidente de México, Claudia Sheinbaum, enfrenta problemas complejos y, de gran trascendencia, sin que esté a la altura para dar solución. Ese es el gran desafió que se reclama, que se le exige y por el cual se le hacen muestras de insatisfacción, lo único que obtenemos son los oídos sordos.
El que salga gente a las calles, es un motivo de molestia, sin importar el número, no obstante, en esta ocasión fue importante, a grado tal, que se hizo nota en la mañanera. Lo curioso, es que la respuesta, es insolente e indigna, impropia de cualquier gobernante que se precie de ser demócrata.





































