La presidenta Claudia Sheinbaum goza actualmente de niveles de aprobación similares a los que tuvieron Vicente Fox o Felipe Calderón, superando en este rubro a su antecesor, el expresidente López Obrador, pero conviene revisar cuál es el motivo de esta calificación.
Esto por el hecho de que el gobierno federal es reprobado en temas como seguridad pública, salud, corrupción o economía, como lo muestra la encuesta que Consulta Mitofsky llevó a cabo para El Economista correspondiente a marzo de 2025.
¿Cuáles son las razones para esto, la presidenta no es vista como quién gobierna y es responsable de los resultados de la administración pública federal, como sí sucedió con Calderón y su guerra contra el narcotráfico o Peña Nieto con la corrupción de su gobierno?
Desconexión entre la figura presidencial y la gestión gubernamental
– La presidenta puede ser vista como una figura carismática, cercana o confiable, pero el gobierno federal es percibido como un ente más amplio e impersonal. Los ciudadanos pueden separar su opinión sobre la líder política de los problemas estructurales o sistémicos que afectan al país.
– Este fenómeno no es exclusivo de México; en muchos países, los líderes políticos son valorados por sus cualidades personales (como simpatía, honestidad percibida o cercanía) mientras que las críticas se dirigen hacia las instituciones o políticas específicas.
El papel de la narrativa y la propaganda
– Si la presidenta ha logrado construir una narrativa efectiva que la presenta como una figura distinta o ajena a los problemas del gobierno, esto podría explicar la diferencia en las percepciones. Por ejemplo, si comunica que está enfrentando resistencias internas o trabaja para mejorar temas heredados, los ciudadanos podrían atribuir los fracasos del gobierno a otros factores y no a su liderazgo directo.
– Además, si la oposición o los medios críticos enfocan sus ataques en las políticas o funcionarios específicos, en lugar de la figura presidencial, esto también puede contribuir a mantener su popularidad.
– La aprobación de un líder político a menudo depende de las expectativas que genera. Si la presidenta Sheinbaum es percibida como alguien que está intentando resolver problemas heredados o enfrentar desafíos históricos, los ciudadanos podrían ser más indulgentes con los resultados inmediatos.
– Sin embargo, si los problemas persisten durante mucho tiempo sin mejoras visibles, existe el riesgo de que la aprobación personal se erosione, ya que eventualmente los ciudadanos pueden responsabilizarla por el desempeño general del gobierno.
– El gobierno federal no es una entidad monolítica, sino que incluye múltiples actores, dependencias y niveles de decisión. Los ciudadanos pueden distinguir entre la figura presidencial y otros componentes del gobierno, como secretarios de estado, gobernadores o funcionarios locales, asignando responsabilidades específicas a cada uno.
– En este sentido, si los problemas en áreas como seguridad o economía son atribuidos a factores externos, burocracias ineficientes o decisiones previas, la presidenta podría ser vista como una figura que no tiene control total sobre esos asuntos.
– En contextos polarizados, como el de México, los ciudadanos tienden a dividirse en bloques que apoyan o rechazan al gobierno actual. Para quienes apoyan al partido o movimiento político de la presidenta, es probable que mantengan una alta aprobación hacia ella, incluso si critican algunos aspectos del gobierno.
– Por otro lado, quienes se oponen al gobierno pueden tener una percepción negativa tanto de la presidenta como de las políticas implementadas, aunque sus voces no necesariamente reflejen la mayoría en las encuestas.
Sin embargo, esta desconexión entre la aprobación personal y la evaluación de las políticas públicas no es sostenible a largo plazo; si los problemas persisten, es probable que la popularidad de la presidenta se vea afectada eventualmente.
There is no ads to display, Please add some