Uno de los padres de la tragedia griega, el dramaturgo Esquilo, murió en un hecho tan insólito que parece sacado de una de sus propias obras.
Este suceso, que de tan extraño a veces se confunde con una leyenda, ocurrió alrededor del 456 a.C. en Gela, Sicilia. Esquilo era una figura enorme, considerado uno de los tres grandes dramaturgos de la antigua Grecia (junto a Sófocles y Eurípides) y un veterano de las Guerras Médicas. Se dice que se encontraba al aire libre cuando un buitre (o quizás un águila, las fuentes varían) que llevaba una tortuga en el pico para romper su caparazón y comérsela, lo confundió con una roca.
¡Imagínense la escena! El ave, buscando un lugar duro, soltó a la tortuga y esta cayó directamente sobre la cabeza calva del poeta, causándole una herida mortal. La historia suena a chiste negro o a ironía del destino: el hombre que inmortalizó el drama y la fatalidad en sus tragedias, acabó sus días de la manera más absurda e inesperada. Algunos historiadores sugieren que Esquilo podría haber estado advirtiendo sobre un supuesto oráculo que predecía su muerte por la caída de una casa, y por eso estaba afuera.
El hecho de que el «padre de la tragedia» muriera por un proyectil reptil lanzado desde el cielo es un recordatorio salvaje de que, a veces, la realidad supera a la ficción más disparatada. Y sí, es difícil de creer, pero la historia ha atesorado este detalle como una de sus anécdotas más sorprendentes y curiosas.