Responsabilidad política

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A diario podemos leer de una gran de problemas a los que se culpa –por acción u omisión– a los políticos. Para muchos, esto es una injusticia, pues las causas de muchos de los asuntos que indignan al país entero no se originan en la estructura gubernamental, mucho menos en la clase política. Pero para otros, que parecen ser mayoría, la falta de previsión, de políticas públicas y, sobre todo, que continúen creciendo temas como la pobreza se deben –sin duda– a la falta de oficio político de muchos de los mandatarios en los tres órdenes de gobierno.

Culpables

Una buena parte de la opinión pública considera culpables de la amplia gama de males que nos azotan a los políticos. En muchos de estos juicios, no falta razón para coincidir con esta apreciación, luego de ver la forma en que se comportan los integrantes de nuestra clase política y de ver como problemas que venimos arrastrando desde hace décadas, siguen sin ser solucionados.

Podemos pensar en asuntos como la pobreza o la inseguridad, en los que gobiernos van y vienen, funcionarios, estrategias, políticas, programas, recursos destinados a su atención se suceden sin lograr solucionar este tipo de temas.

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Pero, eso sí, vemos como los funcionarios públicos que fueron encargados de resolver este tipo de temáticas, se retiran de sus puestos para continuar sus vidas sin preocuparse por su situación económica o su seguridad personal.

Si uno comienza a buscar la forma en que buena parte de nuestros políticos piensa –no ya de los temas de los que, en teoría, se deben ocupar–, se encontrará con algunas verdaderas joyas del absurdo, pues dibujan a personajes que o no están preparados para afrontar la encomienda o se trata de personas con ideas que los alejan de la realidad que deben conocer para modificarla a favor de los demás.

En años anteriores nos sorprendimos por la admiración que algunos dirigentes partidistas tenían hacia figuras como Adolfo Hitler, pese a lo provocado por el alemán. No obstante esto, hay quien lo sigue considerando modelo a seguir, reflejándolo en sus acciones, precisamente, de corte dictatorial, como algún dirigente nacional del PAN que organizó despidos masivos como norma o la política de que el ascensor del edificio nacional del Partido no debía ser ocupado por otra persona si él hacía uso del mismo.

Por lo regular, se trata de políticos que alcanzan posiciones importantes en el sistema mexicano, pero sin ofrecer alguna solución en el ámbito en el que se desempeñan.

Otro ejemplo lo tenemos en un mandatario que, al menos en teoría, gobierna una de las entidades del país azotada por la presencia del crimen organizado, en la que por supuesto las soluciones no llegan.

En un recomendable texto publicado en el portal Sin Embargo, Rita Varela Mayorga nos regala un retrato del gobernador de Veracruz, Javier Duarte de Ochoa, de quien nos enteramos –entre sorpresiva y lamentablemente– de que es admirador de Francisco Franco, hasta el extremo de compararse con el gobernante español –con fama de dictador, hay que agregar– incluso por el tipo de voz, pues como Varela recuerda, las propias palabras de Duarte lo reconocen así: “Un hombre de la historia que es considerado como un villano para muchos, para otros no, que es el Generalísimo Francisco Franco, que tenía mi mismo timbre de voz, un hombre con esa fortaleza”. Puede leer el artículo en este enlace.

Pero no es el único caso de un político con referentes que pueden ayudar a explicar su desempeño. Por lo regular, éstos esconden sus ideas personales en una gran cantidad de temas, pues lo que expresan en discursos o entrevistas es preparado por asesores que buscan ofrecer una imagen poco real de lo que en verdad es el político en cuestión.

Es por esto que vemos a gente de izquierda con un tren de vida de magnates, con servidumbre incluida; a representantes de la derecha, cercanos según su filiación política a la doctrina social de la iglesia, con más pecados que cualquier mortal; o a paladines de la lucha contra la corrupción con demasiados cadáveres en el closet.

Esto se explica, en parte, porque la ambición es lo que mueve a una gran cantidad de políticos que se incrustan en nuestro sistema, quienes no buscan encontrar soluciones, sino la forma en continuar dentro del presupuesto, utilizando una máscara para ganar la siguiente posición.

Como ciudadanos, nos corresponde desenmascararlos y exhibirlos en su justa dimensión, gracias al voto, a la vez que debemos exigir que ofrezcan soluciones, no evasivas ante problemas que no dejan de crecer.

En tanto, nuestra clase política se ha especializado en buscar a los referentes equivocados, evadiendo su responsabilidad.

Del tintero

En esta misma fecha, 16 de febrero, pero de 1922 se celebra la primera sesión del Tribunal de Justicia Internacional de La Haya, primer antecedente de un sistema mundial en este ámbito. Conviene la mención ahora que se ha hecho más común que instancias no nacionales investiguen asuntos en países con altos niveles de impunidad y corrupción, como ha sucedido en Guatemala en fechas recientes o aquí en México con el caso de los estudiantes normalistas desparecidos en Iguala.

Y es que si los encargados no pueden hacer la tarea, pues hay que importar a quien sí la haga.

Twitter: @AReyesVigueras


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