Quemar las naves y Acción Nacional

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Quemar las naves… se atribuye el hecho a Hernán Cortés, una vez llegado a México y con la firme intención de no abandonar su peligrosa aventura. Unos dicen que Cortés mandó quemar las naves para que nadie pudiera regresar a Cuba, pero más bien parece que las desarmó para utilizar los materiales. Daba lo mismo, lo importante era la decisión: ni me vuelvo ni nadie de los míos vuelve cobardemente.

Si emprendemos una aventura que consideramos de gran valor, con la firme decisión de no abandonarla, quemamos las naves. Claro que en el caso de don Hernán, se trataba de impedir que sus compañeros subordinados tampoco “se rajaran” y salieran huyendo a Cuba.

No sabemos si este capitán español sospechaba de posibles defecciones y de ser abandonado por algunos de sus soldados en estas tierras extrañas, pero sí sabemos que su capacidad de liderazgo le hizo mantener a todos en la aventura, y hasta sumar a otros enviados después desde Cuba para apresarlo y enviarlo a España.

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Tampoco sabemos si sus compañeros estaban o no de acuerdo con eso de quemar las naves, pero su conducta posterior, con graves pérdidas de vidas en la conquista de Tenochtitlán, parecen demostrar fehacientemente que su liderazgo era auténtico, y que la fidelidad recibida no requería evitar la huida de ninguno.

Esta debe ser la cualidad principal de un líder, el poder, de acuerdo con sus seguidores, quemar las naves y seguir adelante en la empresa iniciada, la que sea: no hay vuelta atrás.

Si intentamos ser líderes en aventuras, en empresas que no requieren ni arriesgar la vida ni la salud, sino en mejorar la vida nacional, para corregir rumbos y “desfacer entuertos” como Don Quijote, tenemos que ser capaces de convencer con buenos y valiosos argumentos a los demás de que vale la pena iniciarlas y continuarlas sin ceder terreno, sin cansarse o desmoralizarse ni volver atrás.

Por lo demás, quienes no se sientan líderes sociales o políticos, pero compartan los ideales de cambio del país, deben buscar a los auténticos guías y seguirlos, animarlos si flaquean o se sienten abandonados, y empujarlos. Convencer a otros de que valen la pena tanto la labor emprendida, como la buena fe y la capacidad del líder: ¡adelante amigos, quememos las naves, y vayamos al triunfo; lo lograremos, puede llevar poco o mucho tiempo, pero ganaremos!

La aventura del capitán Cortés era de conquista, pero ahora en Acción Nacional tenemos aventuras valiosas de RE-conquista: volver al origen y corregir rumbos ¡se puede! Hay los elementos intangibles de los valores doctrinarios, la experiencia y una larga trayectoria del bien-ser y del bien-hacer, que deben sobreponerse al oportunismo y al prevalecer de los intereses personales o grupales sobre el bien común en el panismo.

El desánimo y la frustración son naves a quemar, y las armas son encaminar la indignación, el deseo de cambio y la persistencia. Están los líderes y los militantes dispuestos, y están las leyes y mecanismos estatutarios para sobreponerse al mal-ser y al mal-hacer. La ciudadanía lo está esperando, y los buenos… ¡somos más!


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