El caso Segalmex fue un punto de inflexión que fracturó el discurso anticorrupción del entonces presidente Andrés Manuel López Obrador. En numerosas ocasiones, durante sus conferencias matutinas, el mandatario afirmó que acabaría con la corrupción, prometiendo barrer este mal «de arriba para abajo». Incluso, en tono desafiante, aseguró que se había acabado, «aunque se enojen los conservas», en una clara alusión a la oposición.
Sin embargo, Segalmex no fue el único escándalo de su sexenio. Jaime Cárdenas Gracia, exdirector del Instituto para Devolverle al Pueblo lo Robado (INDEP), renunció a su cargo argumentando diversas irregularidades dentro de la institución. El INDEP, creado para resarcir a la ciudadanía mediante subastas de bienes incautados o multas por actos de corrupción, mostró una falta de voluntad para actuar contra estas prácticas, según Cárdenas.
De igual forma, fuimos testigos de la remoción de directivos en las Aduanas, en medio de sospechas de actos irregulares. Esta situación motivó que la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) asumiera el control de este organismo –mientras que la Secretaría de Marina (Semar) se haría cargo de los puertos–, como parte de una estrategia para combatir la corrupción endémica.
Al final del sexenio, el balance dejó mucho que desear. La falta de transparencia y la eliminación del Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI) redujeron el combate a la corrupción a un simple discurso sin sustento en la realidad.
Las expectativas iniciales de que la corrupción sería erradicada se vieron frustradas por una avalancha de casos que evidenciaron lo contrario. Abundaron las excusas y los pretextos para disculpar o exonerar a los implicados sin una investigación adecuada.
Según un informe de Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI) de 2022, «aunque el 66% de las y los mexicanos considera al presidente (López Obrador) honesto, las expectativas de que la corrupción disminuyera en este sexenio han caído gradualmente. Actualmente, solo tres de cada diez personas consideran que la corrupción disminuirá en los próximos meses».
¿Qué faltó para que se cumpliera con una de las principales promesas de campaña? Es difícil determinarlo. Los discursos triunfalistas contrastaban con una realidad en la que se toleraban los actos ilícitos de los allegados al poder y se brindaba protección institucional a sus aliados.
Pero lo más preocupante no ocurrió durante el sexenio pasado, sino en el actual, pues la herencia de corrupción sigue manifestándose. Los escándalos no cesan, principalmente entre miembros de Morena, el partido que fundó López Obrador. El «turismo de lujo» de sus hijos y otros morenistas, la ostentación de prendas y artículos de marca en redes sociales que no se corresponden con los ingresos de quienes las presumen, y la revelación de propiedades millonarias de destacados militantes, son algunos ejemplos. Pero lo más alarmante es la falta de sanciones ante estas conductas.
Una encuesta de Consulta Mitofsky de junio de 2025 revela que el 81.5% de los entrevistados percibe «mucha/regular» corrupción en el país, frente a un 16.7% que la considera «poca/nula».
Quizá lo que más le duela al expresidente en su retiro político no sea haber fallado en su promesa, sino que sus propios hijos sean ahora percibidos como parte del problema. La ostentación de bienes de lujo y unas vacaciones en Japón con un costo de $177,000 por una semana de hospedaje, sin que se conozca el origen de sus ingresos, traiciona uno de sus postulados principales: «No puede haber gobierno rico con pueblo pobre».
- Mis redes: https://linktr.ee/areyesvigueras
There is no ads to display, Please add some