En el convulso panorama político mexicano de octubre de 2025, un grupo de líderes panistas ha elevado la voz contra la dirigencia nacional del Partido Acción Nacional (PAN), encabezada por Jorge Romero, exigiendo un «golpe de timón» que abandone la supuesta tibieza y adopte una postura inquebrantable en defensa de la democracia. Esta rebelión interna surge en un momento crítico, cuando el gobierno de Claudia Sheinbaum enfrenta crecientes señalamientos por erosionar la transparencia, vulnerar el Estado de derecho y encubrir presuntos vínculos de sus miembros con el crimen organizado. Los disidentes, que incluyen excandidatos a la dirigencia y figuras estatales, argumentan que el PAN no puede seguir navegando en aguas calmadas mientras Morena consolida un poder que amenaza las instituciones.
El detonante radica en los magros resultados electorales recientes, donde el PAN apenas retuvo bastiones como Chihuahua y Nuevo León, pero perdió terreno en Durango y Veracruz ante la arrolladora maquinaria morenista. En una carta abierta dirigida a Romero, firmada por al menos una docena de prominentes panistas, se demanda una renovación profunda: «A pesar de que el partido ha hecho algunos pronunciamientos, estos han resultado débiles y timoratos, ocupándose más de la política interna que de levantar la voz en defensa del pueblo. Esto es inaceptable». Critican la renuencia a confrontar frontalmente reformas como la judicial de 2024, que panistas ven como un asalto al Poder Judicial, o la opacidad en indagatorias de la Fiscalía General de la República (FGR) sobre nexos narco en gobiernos morenistas de Sinaloa y Guerrero. » Es indispensable que las manifestaciones del partido no se limiten a palabras vacías, sino que se conviertan en un discurso fuerte y en acciones que hagan presencia real de la militancia en hospitales, escuelas y comunidades donde el Estado ha fallado», reza el documento, evocando el legado de panistas como Vicente Fox, pero adaptado a la era Sheinbaum.
Este clamor se amplifica en redes sociales, donde usuarios y analistas acusan a las cúpulas del PAN y el PRI de priorizar intereses partidistas sobre el bien nacional. En X (antes Twitter), publicaciones virales tildan a ambas dirigencias de «cómplices pasivos» de Morena, recibiendo «dinero e impunidad» a cambio de silencio ante el «huachicol fiscal» y la militarización creciente. Un tuit con miles de interacciones resume el descontento: «PRI y PAN, unidos en la ruina de México por defender sus cuotas de poder, no al país». Estas críticas se intensifican ante escándalos como los audios de Adán Augusto López Hernández, exgobernación, vinculados a redes criminales, que la FGR investiga a paso de tortuga. El PRI, bajo Alejandro «Alito» Moreno, ha contraatacado llamando a Morena un «cártel narcoterrorista», pero redes lo ven como teatro electoral para 2027.
La dirigencia panista responde con moderación: Romero ha intensificado críticas a Sheinbaum por el «desplome de promesas» en seguridad y economía, augurando un «fracaso guinda» en 2027. Sin embargo, los rebeldes insisten en que esta retórica no basta; exigen boicots legislativos a iniciativas como la reforma telecom que habilita vigilancia masiva, y alianzas amplias con sociedad civil para monitorear la impunidad. En este contexto, la tibieza percibida no solo debilita al PAN –cuya aprobación ronda el 15% en encuestas de El Financiero–, sino que alimenta el monopolio morenista, con 70% de apoyo a Sheinbaum pese a controversias.
¿Prosperará esta revuelta? Depende de si Romero cede a la renovación o si los disidentes forman facciones, como en el PRI de los noventa. En un México polarizado, donde el 60% de la ciudadanía desconfía de la oposición según Latinobarómetro 2025, esta exigencia podría revitalizar al PAN como baluarte democrático o precipitar su irrelevancia. El reloj corre hacia las elecciones de 2027: la firmeza no es opción, sino supervivencia.
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