Oposición: Disculpas no bastan para reconquistar confianza de la ciudadanía

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En el panorama político mexicano de 2025, la oposición enfrenta un desafío existencial: recuperar la confianza ciudadana perdida tras décadas de gobiernos cuestionados. Partidos como el PRI, PAN y PRD –antes de perder su registro– han sido instados repetidamente a reconocer errores históricos, desde la corrupción sistémica hasta la ineficacia en temas de seguridad y desigualdad. Una larga lista de agravios incluye el escándalo de la Casa Blanca, el fracaso en combatir el narcotráfico durante el sexenio calderonista, y la impunidad en casos como Ayotzinapa. La pregunta ya no radica en si ofrecerán disculpas —algunos líderes, como Adriana Dávila del PAN, han comenzado a nombrar «equívocos» como la cancelación de la democracia interna—, sino en si tales gestos son suficientes para reconstruir la fe pública.

Históricamente, las disculpas políticas en México han sido escasas y a menudo forzadas. En 2025, figuras opositoras como Roberto Gil Zuarth y Hernán Gómez debaten sobre la «renovación» del PAN, cuestionando si se trata de un verdadero cambio o mero reciclaje de elites. Mientras tanto, encuestas como la de El Financiero revelan que el 70% de los mexicanos percibe libertad de expresión, pero esto no se traduce en confianza hacia la oposición, que se ve como «errática y pasiva» ante el avance del oficialismo. La presidenta Claudia Sheinbaum, en conferencias como la del 30 de septiembre, ha criticado implícitamente a la oposición por su «cinismo», recordando desastres como el narco-gobierno previo.

Sin embargo, expertos coinciden en que las disculpas solas son insuficientes. Como señala un análisis en Reporte Indigo, la oposición «opina y no acciona», limitándose a críticas diarias sin propuestas concretas. Para recuperar terreno, se requiere más: transparencia interna, alianzas con la sociedad civil y políticas que aborden desigualdades reales. En redes sociales, usuarios como Simón Levy han compartido testimonios personales de arrepentimiento por apoyar al oficialismo, enfatizando que «reconstruir México empieza con una nueva conciencia». Otros, como Hatsumi Nonaka, argumentan que México cayó por «manipulación narrativa» y desgaste emocional, no solo por errores opositores, sugiriendo que la confianza se gana con acciones contra la corrupción actual.

Casos recientes ilustran el dilema. Gerardo Fernández Noroña institucionalizó disculpas públicas como humillación, lo que erosiona la libertad de expresión y genera repudio generalizado. Diputados como Arturo Ávila de Morena exigen perdón a la oposición por «desastres» pasados, pero esto polariza más que une. En la Reforma Electoral 2025, la oposición aparece como «invitado de piedra», sin influencia real.

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En conclusión, aunque reconocer errores es un paso necesario, no basta. La confianza se reconstruye con reformas estructurales, rendición de cuentas y cercanía ciudadana. Sin ello, la oposición corre el riesgo de perpetuar su marginalidad en un México donde el 70% valora la expresión libre, pero desconfía de sus actores tradicionales. La verdadera reconquista demanda transformación, no solo palabras.

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