Ojinaga, Chihuahua: el paraíso fracturado

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El próximo paraíso de gas shale se llama Ojinaga: un extenso municipio agricultor dentro del Desierto de Chihuahua, el más biodiverso de todo Norteamérica. Fronterizo con Texas, Ojinaga está delimitado por una serie de cordilleras que parecen una gigantesca ola a punto de azotar una planicie que recién se descubrió dentro de las cincoprovincias geológicas más ricas en gas shale en México.

A principios de agosto de 2014, el gobierno mexicano aprobó una serie de reformas secundarias a su Constitución en las que terminó con el monopolio estatal de hidrocarburos y permitió la participación de compañías privadas multinacionales. Con ellas, sería posible la explotación del gas shale en México, el cual es defendido como un recurso no explotado en el informe del gobierno mexicano sobre la Reforma Energética al indicar que, durante 2012, México solo permitió la explotación de tres pozos de extracción de gas shale, frente a los 9 mil en Estados Unidos.

Los habitantes de Ojinaga están divididos en opiniones. Por un lado hay quienes ven la llegada de la actividad del fracking como una oportunidad para detonar la economía de la ciudad, mientras que otros temen que sea un desastre ambiental.

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Para Miguel Ángel Carreón, el alcalde de esta localidad, esta nueva competitividad parece algo positivo y espera un boom económico que los saque de la miseria en la que los ha dejado la violencia generada por los cárteles de la droga que ahí operan.

Por otro lado, la asociación Chihuahua vs Fracking asegura que el boom económico esperado no se compara con el daño al medio ambiente que representa el fracking.

“La salud y el agua tienen un valor incalculable y el dinero no puede beberse. El desarrollo económico tiene que implementar soluciones a largo plazo que beneficien a las mayorías. No aceptamos la destrucción irrevocable de nuestro desierto, de nuestros mantos acuíferos, de nuestras plantas, de nuestro aire y nuestra salud para generar cuantiosas ganancias para unos pocos a quienes ya les sobre el dinero”, escribió la asociación en un correo electrónico de este reportero.

Además, cuestiona: “¿Pero, qué tan cierto es que el fracking crea miles de fuentes de trabajo, y para quiénes? ¿cuántos son trabajos temporales y cuántos son trabajos a largo plazo? ¿Cuál es la calidad de este empleo cuando los trabajadores se ven expuestos a sustancias tóxicas y accidentes? Si se va a arriesgar la fuente de toda la vida en la región, que es el agua, ¿no sería importante analizar seriamente los verdaderos beneficios?”

Rosy Sáenz, miembro de la misma organización y encargada de la ciudad de Ojinaga, ni siquiera cree en la promesa de la bonanza económica: “estas compañías siempre traen a su propia gente desde Estados Unidos, los empleos no van a ser para los locales.” Sobre este punto, el mismo alcalde de Ojinaga aceptó, en entrevista, que “en un inicio los empleados que trabajen en la fracturación hidráulica y perforación serán traídos de Estados Unidos por estar mejor capacitados”.

Las preocupaciones ambientales de Chihuahua vs Fracking se fundan en la polémica técnica de “fracturación” hidráulica con la que se extrae gas shale y que implica crear explosiones en el subsuelo para liberar los hidrocarburos profundos. Para ello es necesario realizar cientos de pozos (que ocupan amplias áreas ya que la separación entre ellos va de los 0,6 a los 2 km) e inyectar en cada uno de ellos millones de litros de agua mezclados con un cóctel químico y tóxico para extraerlo, según detalla en el este reporte de la Sociedad de Ingenieros Petroleros.

Esto, según Greenpeace, podría contaminar los mantos acuíferos, desabastecer de agua las zonas desérticas, generar contaminación ambiental y terremotos en zonas no sísmicas, como lo es el Desierto de Chihuahua. En un reporte publicado este año por la misma organización ambientalista se asegura que además se pueden causar afectaciones (degradación severa del y contaminación acústica) a la vida diaria de los habitantes de zonas donde se practica el fracking. Sumado a eso, años atrás, en 2012, el parlamento Europeo resolvió quelos países miembros de la UE “tienen derecho a decidir si explotar o no recursos como el gas shale, pero […] deben utilizarse en todo momento procesos que respeten el medio ambiente, así como aplicar las mejores técnicas a fin de garantizar la máxima seguridad”.

Texas: un espejo al futuro

Carrizo Springs, un pequeño poblado texano a 640 kilómetros al este de Ojinaga, era hasta hace tres años era un lugar para el ganado y la siembra. Después llegaron las compañías petroleras que encontraron un vasto yacimiento de gas shale en el subsuelo y ahora el ajetreo comienza desde las 5 de la mañana. Los camiones rugen, las pick up circulan por las estrechas avenidas, y el ruido de la maquinaria fracturando kilómetros de subsuelo ahuyenta el sueño de los poquísimos habitantes que no se dedican al negocio del fracking.

Carrizo, bautizada así por la abundante planta de tallo largo que ocupa sus campos, vive un auge económico derivado del petróleo y del gas shale. De acuerdo al sitio Bestplaces.net, dedicado a recopilar información estadística sobre ciudades estadounidenses, Carrizo Springs tiene actualmente una taza de desempleo de la mitad de la media nacional, mientras que la taza de crecimiento laboral es de 8.14%, cuando en todo Estados Unidos es de 1.18%.

Este crecimiento económico es palpable: es suficiente con visitar los bares y restaurantes a cualquier hora, o intentar hospedarse en uno de los concurridos hoteles, para constatarlo.

Unos días después de que las reformas energéticas secundarias fueran aprobadas en México, visitamos al alcalde de Carrizo Springs, Adrián DeLeón, para preguntarle cómo le ha ido al pueblo que dirige desde la llegada de las compañías que fracturan el subsuelo. DeLeón, dueño de algunos terrenos y de un restaurante que se ha beneficiado por el negocio del fracking, considera “que han dejado una importante derrama económica”. Sin embargo, DeLeón cree que el repentino aumento de nefropatías está relacionado con el fracking “el agua que bebemos es toda química, completamente llena de químicos”[1].

Por lo pronto, la apacible vida de los ancianos retirados, ganaderos y agricultores acabó. La mayoría de ellos se han ido y reciben unos 5 mil dólares por cada hectárea que rentan para la obtención de hidrocarburos. Ahora, la gran mayoría de la población de Carrizo Springs es de trabajadores de compañías petroleras, todos viviendo en hoteles o en RV´s (casas móviles).

Dos monstruos sobre el desierto chihuahuense

Mediante una solicitud de información pública realizada por el investigador Manuel Llano, se sabe que en México hay al menos 924 pozos de fracking repartidos en los estados de Coahuila (47 pozos), Nuevo León (182), Puebla (233), Tabasco (13), Tamaulipas (100) y Veracruz (349). Que para su operación, Pemex contrató a Halliburton, Calfrac, Schlumberger, o Baker Hughes y que el número de pozos puede ser mayor, ya que documentos de la Comisión Nacional de Hidrocarburos hablan de que hay mil 323 pozos que emplean ya esta técnica.2

En México el historial de Halliburton[2] no es alentadora: en julio de 2013 la compañía se declaró culpable de haber destruido evidencia física que la señalaba como culpable deun masivo derrame de crudo en el Golfo de México en 2010. Por otro parte desde 2012 Schlumberger -la empresa líder mundial en campos de petróleo- ha sido la sede de una serie de manifestaciones que pretenden crear conciencia sobre los efectos nocivos del fracking.


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