¿A poco no, mi gente? El Chicharito Hernández soltó varias frases misóginas, y ¡pum!, se nos armó el merequetengue. Que si es un llorón, que si está mal de la cabeza, que si el karma lo está castigando por su pasado… Y yo, aquí, pensando en que somos el país del mame, donde la indignación por un berrinche futbolero es más grande que el dolor por una maestra muerta.
El show del Chicharito fue trending topic en Twitter, en TikTok, en Facebook, en la sopa que me comí ayer. Pero la muerte de la maestra Irma Cruz Hernández en Veracruz, y la insensibilidad de la gobernadora Rocío Nahle, ¿dónde quedaron? Ah, sí, por ahí, en las noticias de la tarde, escondidas entre la nota roja y los memes del perrito bailando.
Y es que, a ver, un poco de seriedad, ¿no? Nos indignamos por un futbolista que ya ni en el Galaxy lo quieren, pero no por una maestra que pierde la vida por la violencia que nos ahoga. Nos quejamos de que el Chicharito se va a enojar si lo abuchean, pero no de que la gobernadora de Veracruz se haga la de la vista gorda ante el asesinato de una maestra, quien en vida se dedicó a educar a futuros ingenieros, doctores, o a lo mejor, futbolistas mediocres.
¿Acaso somos un país que tiene más corazón para el fútbol que para su gente? ¿O es que nos da más miedo enfrentar la realidad que nos asusta, que a un tipo que se viste de payaso para ir a jugar? A ver si un día de estos, en lugar de burlarnos del Chicharito, nos burlamos de la indiferencia.
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