Respecto de la iniciativa presidencial, opino:
1) El tema es complejo, delicado y trascendente; toca los derechos individuales y colectivos que dan vida y sustento a la comunidad. Coloca, en innecesaria colisión, la no discriminación con valores tradicionales.
2) Las injurias —entre grupos— rompen violentamente el frágil y lastimado tejido social. Los que visible o encubiertamente impulsan a los marchantes, deben ejercer su liderazgo para evitar expresiones de odio, que suelen terminar en delitos graves.
3) Los estudios revelan que amplia mayoría de mexicanos nos oponemos a que la ley llame MATRIMONIO a las uniones de parejas homosexuales; y una abrumadora mayoría estamos en contra de que indiscriminadamente se les otorgue el derecho de adopción. Sin embargo, no todo debe resolverse conforme al pensar, sentir o querer de la mayoría, porque en la democracia las minorías también tienen derechos.
4) El enfrentamiento de intelectuales “de izquierda”, “de avanzada”, “modernos” y “progresistas”, contra los defensores de “lo limpio”, “lo natural”, “lo sano” y “lo debido”, es falso debate. Lo útil y obligado será un diálogo nacional sereno, respetuoso e informado para lograr la coexistencia de los derechos puestos en conflicto, y una sana convivencia. Que nadie niegue derechos, que nadie destruya instituciones.
5) La Suprema Corte solo interpretó la Constitución. Resolvió que, conforme a ese texto, no debe impedirse el matrimonio a homosexuales; y —por mayoría— reconoció su derecho de adopción. La Constitución y los criterios de la Corte obligan, pero no son inmutables ni infalibles.
6) La iniciativa que sorpresivamente propone igualar en el texto constitucional la DENOMINACIÓN de las uniones homosexuales con las heterosexuales, y el derecho de adopción, hizo emerger súbitamente valores, conceptos, sentimientos, resentimientos y fobias presentes en la sociedad. Unos, exigimos respeto al matrimonio tradicional, sin negar derechos ni discriminar a las uniones homosexuales; éstas reclaman ser reconocidas como “diferentes”, pero denominándoles “matrimonio”.
7) La lucha contra la discriminación debe ganarse; la que busque destruir el concepto cultural y tradicional del MATRIMONIO, debe perderse. SI AMBOS NOS ASUMIMOS DIFERENTES, QUE LA LEY NOS RECONOZCA DIFERENTES, PERO CON IGUALDAD DE DERECHOS.
No hay mayoría calificada en el Congreso para aprobar la iniciativa presidencial, pero puede haberla para que la Constitución establezca igualdad de derechos y obligaciones en el MATRIMONIO de heterosexuales y en la UNIÓN DE CONVIVENCIA de homosexuales. No sería discriminatorio. De rechazarse esta fórmula, propongo incluir la poligamia en el MATRIMONIO, para seguir “avanzando”.
Sobre la adopción, próximamente le daré mi opinión.
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