Lo que podemos esperar en política para 2026

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El año que comienza depara sorpresas en el tablero político, más allá de la confirmación de que el proyecto de la Cuarta Transformación (4T) avanza en el terreno electoral y de que la oposición sigue sin encontrar el rumbo.

2026 arrancará con el debate de una reforma política de alcance nacional, cuyas modificaciones al estado actual de las cosas impactarán incluso en las filas del partido en el poder. La supresión de los escaños plurinominales y el recorte al financiamiento público pondrán a prueba la fortaleza de la alianza de Morena con el PVEM y el PT. Ambos aliados se verán mermados por estos cambios, pero hay un dato insoslayable: sin el Partido Verde, Morena carece de la mayoría calificada en la Cámara de Diputados, necesaria para que prospere cualquier reforma de gran calado.

Si este partido ya logró frenar la anterior reforma contra el nepotismo electoral —posponiendo su vigencia de 2027 a 2030—, ahora podrá encarecer su respaldo a una iniciativa que reduce su peso legislativo. La incógnita es si Morena está dispuesta a pagar ese precio.

El nuevo tablero electoral y el dilema de las alianzas

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En marzo de 2026 conoceremos a los nuevos partidos políticos que hayan obtenido su registro. De las cuatro organizaciones que se encuentran en la recta final, dos resultan particularmente llamativas. Por un lado, Somos México aspira a competir en 2027 de la mano de figuras como Guadalupe Acosta Naranjo y Fernando Belaunzarán, el exsecretario del INE Edmundo Jacobo Molina y académicos como Macario Schettino y José Antonio Crespo. Se presentan como los herederos de la Marea Rosa, con todo el capital simbólico que ello conlleva.

Por otro lado, destaca Construyendo Solidaridad y Paz (CSP). Surgido del antiguo Partido Encuentro Social (PES), este grupo ha adoptado las siglas de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo (CSP) en un movimiento que parece más que casual. Liderado por Hugo Erick Flores, actual diputado de Morena, CSP podría convertirse en el relevo del Verde si logra sobrevivir a los comicios de 2027 y si las desavenencias en la coalición oficialista persisten. El avance de CSP es notable; posee una estructura territorial que le ha permitido encabezar la carrera por el registro, cumpliendo con la organización de asambleas y la afiliación de militantes a un ritmo constante.

Finalmente, la oposición tradicional parece arrastrar la inercia de 2018. El PRI sobrevive gracias al ímpetu que imprime a sus presentaciones su dirigente nacional, Alejandro «Alito» Moreno, pero los sondeos lo sitúan a la cabeza en rechazo y percepción de corrupción. Tras la ruptura de su alianza con el PAN, su futuro es incierto; a pesar de proponer un nuevo frente para 2027, pocos apuestan por que revierta su tendencia decreciente en las urnas.

Movimiento Ciudadano (MC) deberá buscar candidatos para renovar la Cámara de Diputados apoyándose en sus bastiones de Campeche y Jalisco. Sin embargo, en Nuevo León, el actual gobernador se ha enfrascado en conflictos constantes, y la polémica iniciativa para delegar el mandato a su esposa amenaza con descarrilar el gobierno «naranja». El caso de Samuel García representa un auténtico dilema para el liderazgo de Dante Delgado.

El PAN debe demostrar que su reciente giro a la derecha le servirá para recuperar votos. En 2027 será el partido que más arriesga: además de la Cámara baja, pone en juego las gubernaturas de Aguascalientes, Chihuahua y Querétaro. Aunque lidera las encuestas en la primera y la tercera, su gran prueba de fuego será retener Chihuahua, hoy encabezada por Maru Campos, frente a la ofensiva que prepara Morena. El panismo tiene el reto de reconectar con la ciudadanía y retomar la senda del triunfo; una tarea difícil si la dirigencia nacional persiste en favorecer a cacicazgos estatales y margina a los cuadros que podrían representar la renovación urgente que el partido necesita.

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