La extinción de los dinosaurios o del PRI

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El PRI recibió un severo golpe en la pasada elección, a pesar de que era esperado el descalabro nadie imaginó la magnitud del mismo.

Desorganizado y con una carga emotiva negativa en su contra como fuerza política ha quedado rezagado, una vez más, en un tercer lugar que incluso se antoja que pudo ser mucho peor.

Un partido acostumbrado a ganar durante muchas décadas ahora sólo es un remedo de lo que alguna vez representó.

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Ahora al parecer solo quedan escombros y egos maltratados, muchos de los priistas ya no presumen su militancia, en las pláticas prefieren mantenerse al margen, quedarse callados porque la única respuesta ante las preguntas sobre el fracaso forzosamente incluye aceptar las acusaciones de corrupción, aceptar que el partido tiene una imagen deplorable y que fueron traicionados.

Antes y durante el proceso electoral, el PRI enfrentó acusaciones sobre corrupción demoledoras que por la gravedad y cantidad de las mismas hacía muy difícil reconstruir la imagen del partido frente a la población.

Al inicio del sexenio de Peña Nieto el discurso priista se centró en la idea de que era un partido distinto, renovado, con ideas diferentes que al ser aplicadas contrastarían y demostrarían que «el PRI sí sabe gobernar».

Los escándalos fueron de tal proporción y tan mal manejados que quedaron grabados en la mente de todos los mexicanos:

  1. La fuga del Chapo Guzmán (22 de febrero de 2014)
  2. La matanza de Tlataya (30 de junio de 2014)
  3. Los 43 de Ayootzinapa (26 de septiembre de 2014)
  4. La Casa Blanca de la esposa de Peña Nieto (9 de noviembre de 2014)
  5. La llegada del avión presidencial mexicano (3 de febrero de 2016)
  6. El escándalo de Odebrecht que implica a los ex directores de PEMEX Emilio Lozoya Austin y a Juan José Suárez Coppel.
  7. El uso de aeronaves oficiales para asuntos particulares por David Korenfeld y Emilio Gamboa Patrón, cada uno por separado.
  8. La Gran Estafa protagonizada por Rosario Robles
  9. La fuga del ex gobernador priista Javier Duarte al término de su mandato acusado de corrupción.
  10. La fuga del ex gobernador priista César Duarte al término de su mandato acusado de corrupción.
  11. La fuga del ex gobernador priista Roberto Borge.
  12. La captura del ex goberndor priista Tomás Yarrington.
  13. El socavón en el Paso Expres de Morelos que implica al Secretario de Comunicaciones y Transportes.
  14. La invitación a Donald Trump para visitar México siendo aún candidato.
  15. Los gasolinazos.
  16. La casa de Malinalco de Luis Videgaray
  17. El plagio que hizo Peña Nieto en su tesis copiando 197 párrafos de otra obra.

Y muchos otros casos más…

Del 2015 al 2016 se precipitaron los eventos catastróficos para el PRI; a principios del 2015 los nombres para la sucesión presidencial apuntaban a dos posibles contendientes por el PRI; por un lado estaba el que sería designado por Peña Nieto y se presumía que sería Luis Videgaray, en ese entonces Secretario de Hacienda, y por el otro tomando mucha fuerza el senador sonorense Manlio Fabio Beltrones, en tercer lugar estaba quedando muy rezagado el hidalguense Miguel Ángel Osorio Chong, Secretario de Gobernación.

Se dice que el Presidente Peña buscó dentro de su grupo algún voluntario que quisiera llevar las riendas del Institucional, la encomienda era restaurar la imagen del partido político y la del presidente Peña, en ese momento, sin embargo, la lucha interna que amenazaba con un sisma de proporciones épicas dentro del tricolor, nadie quizo tomar esta misión suicida lo que obligó a darle las riendas a alguien que no era del grupo del presidente de la República.

El grupo cercano al presidente elaboró un plan para sacar de la contienda a Beltrones, nombrarlo presidente del partido y como los estatutos del PRI prohíben que pueda ser candidato a la Presidencia de México el dirigente del mismo, así Beltrones quedaría fuera automáticamente.

Además, la imagen pública del PRI era la más baja hasta entonces registrada, el presidente sabía que las elecciones del 2016 serían muy peleadas y el PRI perdería las elecciones en varios estados en los que gobernaba el Revolucionario Institucional, lo que dañaría la imagen de Beltrones.

Para poner un contrapeso al sonorense nombraron a Carolina Monroy del Mazo como Secretaria General del PRI, prima del presidente Peña Nieto, así que Manlio Fabio Beltrones fue el encargado de restaurar la paz interna del partido y llevarlo a buen puerto en las próximas elecciones.

El equilibrio interno dentro del PRI ya estaba roto cuando Manlio Fabio Beltrones tomó la presidencia del Revolucionario, el partido se encontraba en una seria confrontación interna que amenazaba con explotar mediáticamente, el Grupo Atlacomulco, el de Peña Nieto, mantenía un precario control sobre el mismo partido, además que la imagen pública e índices de aprobación del Presidente de la República se encontraban por los suelos; el PRI bajo la dirección de César Camacho Quiroz no podía encontrar el rumbo como para enfrentar las elecciones del 2016, internamente y públicamente la catástrofe era evidente.

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La lucha interna por el control del partido para así controlar la sucesión presidencial se volvió más dura y difícil de controlar.

El pronóstico para las elecciones del 2016 fue certero, el PRI recibía el mayor descalabro electoral y Beltrones tuvo que renunciar a la dirigencia del partido. A partir de su salida, y como se hizo notar en este espacio, en los pasillos del PRI se comentaba que Manlio Fabio estaba operando en contra del mismo PRI apoyando a Morena.

La Encuesta Nacional de Calidad e Impacto Gubernamental de 2013 mostró que el 47.60% de los mexicanos percibían que la corrupción era cotidiana en el gobierno priista de Enrique Peña Nieto, para el 2015, el porcentaje subió al 59.71% y la misma encuesta, pero del 2017, subió al 61.98%.

Indiscutiblemente los escándalos de corrupción, el implacable aumento en la inseguridad en toda la república y el pobre desempeño en materia económica con las constantes devaluaciones del peso y los gasolinazos incrementaron el disgusto social y en la mente de los mexicanos se convirtió en una exigencia que el PRI abandonara el gobierno.

El tránsito del gobierno del PRI durante todo el sexenio fue muy tortuoso y conforme iba transcurriendo el tiempo cada vez era más difícil revertir la desconfianza; el descrédito aumentaba conforme los escándalos de corrupción del PRI-Gobierno se daban a conocer, el equipo de Peña intentó con diferentes campañas mitigar los daños pero tan pronto se echaba a andar una de posicionamiento, a los pocos días se daban a conocer más escándalos.

En ese momento sonaba insistentemente que Peña Nieto elegiría a su sucesor en la presidencia de la República dentro de su círculo cercano; Nuño era muy mencionado, por su confrontación con la CNTE, y Videgaray por ser reconocido como un cercano amigo de Peña.

Al llegar al periodo electoral, el PRI-Gobierno sabía que perderían la elección si la enfrentaban con alguien de los cuadros internos del partido y la idea de ofrecer una «cara nueva» se complicó mucho porque todos los suspirantes estaban identificados con algún grupo de antiguo abolengo dentro del partido.

El grupo que controlaba al PRI decidió importar a un candidato ciudadano, inmaculado y que ofreciera un rostro joven, distinto y con la capacidad de gobernar al país.

José Antonio Meade Kuribreña fue el nombre que recorría los pasillos del CEN del PRI, no era militante, pero una rápida operación de modificación de estatutos y votaciones relámpago pusieron en la candidatura al Secretario de Hacienda.

Meade, hay que admitirlo, tenía hasta antes de la elección un perfil intachable, no militaba en ningún partido y además es carismático.

Además Meade, por haber sido el Secretario de Hacienda en el sexenio de Felipe Calderón, tenía mucha aceptación dentro del PAN, lo que podía hacer que muchos simpatizantes de Acción Nacional se fueran con la finta y votaran por el candidato del PRI.

Parecía la estrategia ideal, pero en los pasillos del PRI muchos se sintieron desplazados y traicionados, para varios del tricolor traer a alguien de fuera era insultante e inaceptable pues retrasaba o cancelaba de tajo muchas aspiraciones políticas de varios líderes de los grupos internos, finalmente la supuesta candidatura de unidad resultó en una profunda división que terminó fracturando al tricolor.

Muchos priistas afirmaban que Miguel Ángel Osorio Chong y todo su grupo estaba operando a favor de Morena.

El regreso del exilio de Beatriz Paredes, que se mantuvo la totalidad del sexenio de Peña Nieto en Brasil como embajadora, aumento la certeza de que al interior del PRI se apoyaba al Abuelo Obrador, ya que de todos es conocido que Paredes fue mecenas de Obrador mientras fue gobernadora de Tlaxcala y Obrador fue Presidente Nacional del PRD (Ver el libro de Rosa Albina Garabito «Memorias para el camino»)

La estrategia de los «chicos» de Peña Nieto había fracasado.

José Antonio Meade trató inútilmente de unificar al partido, hizo muchos esfuerzos para tratar de calmar las aguas, desayunos, comidas, fotos, con cada uno de los líderes de los grupos agraviados, pero nada resultó, el PRI no se unificó y los rumores fueron creciendo sobre de que muchos de estos liderazgos comenzaron operar en contra de Meade apoyando al candidato de Morena.

Una pista de la desesperada situación que enfrentaba José Antonio Meade, fue la necesidad de cambiar de presidente del PRI en medio de la campaña, unos dicen que para dar la señal de que estaban rompiendo con el viejo PRI y otros, los más enterados, dicen que fue un cambio necesario porque se sospechaba de la lealtad de Enrique Ochoa Reza.

El resultado… José Antonio Meade perdió hasta en su propia casilla.Hay muchas preguntas que contestar sobre el futuro inmediato del PRI ¿Cual fue el daño real que el tricolor ha recibido? ¿Qué grupo podrá primero obtener el control del partido? ¿Cuantos más serán las víctimas de la guerra interna por el poder? y ¿cómo se podrá reconstruir un partido que, según muchos de los militantes y analistas políticos, está en ruinas? y ¿cuál será la estrategia?
¿Meade sabía que lo estaban engañando? o ¿fue tan cándido e inocente que de verdad creyó que ganaría?

Comienza al lucha por los despojos del PRI, por un lado el grupo del presidente saliente y, por el otro, todos aquellos descontentos y marginados por la forma en que se seleccionó a su candidato.

Las diferentes corrientes y grupos del PRI después del descalabro electoral se han lanzado contra René Juárez Cisneros –perteneciente al grupo de Peña Nieto–, exigiéndole que renuncie y convoque a nuevas elecciónes de la dirigencia del partido tricolor, algo que finalmente ocurrió, a pesar de que circulaba la versión de que la jugada de Videgaray y Peña Nieto era hacer que se mantuviera en la presidencia hasta marzo del año entrante para que dejara en la misma a Mikel Arriola.

Pero el enorme reto que va a tener el grupo que gane el control del PRI es que el financiamiento público que recibe se verá muy disminuido para el próximo año, de los mil 100 millones de pesos anuales que recibió en 2018 para el 2019 será menor.

Esto evidentemente causará una estampida hacia otros partidos de muchos priistas que se encuentran incrustados en las nóminas del tricolor y que ahora, a partir del 2019, se verán obligados a recortar; se estima que hasta en un 90% del personal podría ser despedido y el resto quiza vea sus ingresos reducidos.

El PRI se encuentra en el mismo caso que cuando perdió la elección en el 2006.

@EnriqueDavilaV


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