La efectividad de la protesta

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En nuestro país, los motivos para que se generen protestas callejeras son muy diversos. La opinión pública se encuentra dividida entre quienes defienden este tipo de estrategias y entre quienes dudan que realmente sirvan para resolver algún conflicto. La polémica continuará en tanto calles y avenidas serán cerradas en aras de una lucha que no todos comparten.

Protestas y más protestas

La protesta en espacios públicos ha tomado carta de naturalización en México. Si bien en otras latitudes también se realiza, aquí le hemos dado nuestro toque pues a diferencia de las puestas en escena de grupos como Greenpeace en Europa o Estados Unidos –en la búsqueda de que se tome conciencia de la importancia de la lucha por defender la naturaleza–, aquí se recurre más a marchas o plantones en la vía pública que a llamativos espectáculos con técnicas teatrales.

 

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         Queda claro que como recurso para presionar al gobierno a modificar una decisión que afecta a un sector de la población, la protesta callejera se realiza tanto en naciones como Bolivia por el tema del agua o en Venezuela en contra del gobierno que tienen, ni que decir de España con el tema del “paro” –que mantiene desempleados a millones de ciudadanos de la madre patria– o en Estados Unidos en la época en que la población afroamericana luchaba por sus derechos.

         Es decir, la protesta callejera no es un recurso exclusivo de un país o de un grupo social, sino un recurso para hacer notar que algo no anda bien.

         Con la reivindicación de los derechos humanos, muchos de los motivos por los que la gente protestaba se fueron acabando, aunque otros surgieron al darse distintas dinámicas sociales. Por ejemplo, el sector afroamericano ya no pide que se les reconozcan sus derechos, pues el tema de algunas de sus protestas recientes es en contra de la violencia policial.

         En nuestro país, dada la eficacia de los distintos órdenes de gobierno que tenemos, la protesta es un recurso que ha logrado, algunas ocasiones, resolver varios de los problemas que preocupan a la ciudadanía. Desde lo electoral, la inseguridad, falta de agua, injusticias hasta temas más locales como la solicitud de destitución de un funcionario municipal o un director de escuela, todos estos casos son ejemplos de motivos para protestar en las calles.

         No obstante, los medios han contribuido –o hemos contribuido– a que este tipo de acciones sean estigmatizadas por falta de seguimiento a lo que dio origen a una protesta y la forma en que se resolvió el conflicto que la motivó. Pero también algunos participantes en las mismas han ayudado a que parte de la población las rechace, pues lejos de tratar de utilizar la ocasión para informar de sus demandas, tratan a los testigos de la marcha por las calles como si fueran los culpables del tema que los obligó a protestar.

         Es aquí cuando vemos como una estrategia para presionar al gobierno y hacer público un tema que necesita solución, se vuelve en una simple oportunidad para que algunos traten de hacer desmanes a su paso, lo que también divide a la opinión pública entre quienes apoyan las demandas populares y quienes se manifiestan hartos de este tipo de cosas.

         Muchos ciudadanos se preguntan si son necesarios los recursos violentos en una marcha –quema de vehículos, barricadas, piedras–, a la vez que cuestionan a una autoridad que recurre a una policía que, evidentemente, no está preparada para atender una protesta callejera, a lo que suma la lentitud para dialogar o encontrar alguna alternativa de solución al problema planteado.

         Y es que este coctel ha resultado mortal para algunas personas –de ambos bandos– en tanto las protestas y la falta de soluciones se mantienen como las únicas constantes en estos tiempos.

         Así, en nuestro país la división entre quienes piden una revolución y apoyan cualquier manifestación callejera y quienes ya se muestran cansados de marchas y plantones que generan más problemas de los que resuelven, continuará en tanto la clase política del país siga con la insensibilidad para resolver los principales problemas que les toca resolver.

         Habrá protestas callejeras por temas justos –solicitud de agua o la construcción de una escuela, por citar un par de ejemplos–, pero también por temas que mueven a risa –apoyo a algún gobernador priísta en la endeudada Coahuila, para ilustrar este punto–, a la vez que muchos la utilizarán para defender sus privilegios o una causa válida y compartida por los demás.

         Es el toque que como mexicanos le hemos dado a este instrumento, el cual debería ser el último recurso y no algo que se tiene que llevar a cabo diariamente porque de lo contrario nada se mueve en este México en movimiento –según el actual gobierno federal–.

Del tintero

Un tema que tendrá impacto en nuestro entorno económico es la consulta para definir si Gran Bretaña continúa o no en la Unión Europea, el llamado Brexit, que podría presionar la paridad. La cita es mañana en terrenos europeos y habrá que estar al pendiente del resultado y sus efectos, en especial en el ámbito económico.

 

Twitter: @AReyesVigueras


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