Kafkiana, nuestra política

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El adjetivo “kafkiano” se utiliza para calificar a una situación como absurda y angustiante, tal como el autor –del que deriva el término– utilizaba en sus obras. ¿Es posible describir de esta forma a nuestro sistema político, a nuestros partidos y a sus integrantes? La realidad parece indicar que si Franz Kafka, como muchos lo han hecho notar, fuera mexicano sería escritor costumbrista.

Absurdos partidistas

Si algo caracteriza a nuestros partidos políticos, son las constantes contradicciones que cometen cada día, pese a que muchos se dan cuenta de este tipo de situaciones. Por ejemplo, muchos dirigentes partidistas condenan la corrupción pero no ponen reglas para que sus militantes –sobre todo los que ocupan un puesto de elección–, se conduzcan de acuerdo a un código de ética, por no decir que pocos partidos cuentan con instancias para vigilar la correcta conducta de sus miembros.

         Con un enfoque kafkiano, por citar un ejemplo, el PAN ha tardado casi un año en hacer que funcione su comisión anticorrupción. El retraso, primero, fue porque el INE tenía que aprobar las modificaciones a sus estatutos que permitían el nacimiento de dicha comisión, para luego tardar en integrarla y aprobar sus respectivos reglamentos, con todo y que se acentuó la urgencia de contar con una instancia como esta luego de múltiples acusaciones a militantes del blanquiazul por temas relacionados con la corrupción –recuerden los moches y las denuncias en contra del exgobernador de Sonora.

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         Sobra decir que apenas empieza la comisión encabezada por Luis Felipe Bravo Mena a atender algunos de los asuntos que tiene sobre el escritorio, pero cuya investigación puede entrar en un túnel que la lleve por senderos incomprensibles como en El Proceso de Kafka.

         Cabe recordar que un anterior intento en el PAN, relacionado con casineros y su denunciado financiamiento a candidatos azules, llegó a ninguna parte porque simplemente algunos de los involucrados se negaron a atender a la comisión creada para investigar el tema, por lo que se acabó dando el clásico carpetazo al tema.

         Y qué decir de que ahora el PRI perseguirá a los gobernantes corruptos, sean del partido que sean, pese a que si algún partido aceitó y promovió un sistema en el que la corrupción era el principal engranaje era, precisamente, el PRI.

         Otro hecho que nos hace levantar las cejas y mirar en busca de una mejor explicación, es la disculpa que el Presidente Enrique Peña Nieto ofreció al promulgar el marco legal que da sustento al Sistema Nacional Anticorrupción, evento en el que aseguró, “este asunto me reafirmó que los servidores públicos, además de ser responsables de actuar sobre derecho y con integridad, también somos responsables de la percepción que generamos con lo que hacemos y en esto reconozco que cometí un error”, algo que si bien se agradece abre la puerta a otras interrogantes: ¿el error fue no cuidar los efectos de sus actos en la percepción ciudadana o el acto en sí?

         Tal parece que esto será parte de un nuevo debate público que, nuevamente, nos llevará a ningún lado.

         Siguiendo con enfoques Kafkianos, qué les parece las declaraciones de César Duarte, gobernador de Chihuahua, en el sentido de que no ha cometido ningún ilícito –pese a las denuncias en su contra y los resultados electorales que lo castigaron por ese tema–, y que será la historia la que pondrá a cada quien en su lugar.

         Entre los políticos con cargo de gobierno, viene siendo un lugar común acusar que se trata de un tema de percepción y no de realidad, cuando reciben una acusación por alguna irregularidad. La conseja popular les ha revirado que se les acusa de corruptos, no de tontos, pues hasta para hacer este tipo de actos hay que ser inteligente para que no salgan a la luz las pruebas.

         Y eso nos lleva a la historia de cierto senador que sueña con aparecer en la boleta para la elección a gobernador de su estado en 2018, quien ya ha sido acusado de pedir moche a contratistas de su entidad –difundido esto por un medio local– y que además busca contratar asesores “fantasmas” para quedarse con el 90% de su sueldo, pero queriendo que no lo conozcan y que le depositen en efectivo.

         Cierto que esta historia ya no sería propia de Kafka, sino de autores de guiones de películas de Luis Estrada.

         Lo cierto es que si no fue su inspiración, tal parece que la política mexicana está fuertemente inspirada en lo kafkiano, por no decir que una de las razones por la que los ciudadanos no quieren saber nada de ésta es precisamente por este tipo de actitudes y acciones.

         Así que cuando se escucha a un político hablar de la necesidad de dignificar la política, busquen si no tiene de asesor a Kafka… o a Chespirito para tratar de adivinar sus verdaderas intenciones.

Del tintero

Ahora resulta que el PRD ha pasado de ser el más grande partido representante de la izquierda a uno bisagra que coquetea lo mismo con Morena que con el PAN para realizar alianzas, tanto en 2017 como en 2018. Tal vez su lema podría cambiar a “Democracia ya, alianzas para todos”.

 

@AReyesVigueras


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