Javier Corral

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El tema: relevo en la dirigencia nacional del Partido Acción Nacional. Están en juego, no solamente la sobrevivencia del PAN como partido político; sino su esencia, los principios que le dieron rumbo y vida, y que deberían concretarse en acciones de gobierno desde el Poder Legislativo o Ejecutivo; o bien desde el ejercicio equilibrador de una oposición responsable y comprometida con la ciudadanía.

Las opciones son claras. En un extremo Ricardo Anaya, el candidato oficial, tan propio del régimen autoritario que debimos desterrar cuando fuimos gobierno, pero que no se logró. Es un joven queretano que consiguió liderazgo dentro del grupo de intereses político-económicos que encabezaba Gustavo Madero.

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¿Cómo lo logró? Conozco personalmente a Ricardo y a su grupo político. Creo que, comparado con los otros integrantes de ese grupo, Ricardo sí lee. Seguramente dispone de una amplia biblioteca que debe aportarle los conocimientos necesarios y útiles para la actividad política, además, habla bien. Los otros integrantes de su grupo de interés carecen de esas dos características. Ricardo encarna al personaje que requería el equipo de Madero para salvar la figura y tener algo qué decir a los electores. La transa y la componenda de su diario vivir, tiene que sostenerse con un discurso y una propuesta medianamente aceptables, algo hay que decir a la sociedad para que vote por el PAN.

Ricardo, además, tiene el respaldo absoluto del nuevo dueño del PAN: Rafael Moreno Valle, personaje que supo meterse hasta la cocina en estos últimos diez años. En el PRI fue operador político de Elba Esther Gordillo, llegó al Senado por el PAN en 2006, como parte de la negociación con Felipe Calderón. Hoy es Gobernador de Puebla y desde ahí se ha apoderado del PAN. Como todos los gobernadores de estos tiempos, dispone de gran cantidad de recursos públicos, propios del cargo, juega con las reglas del PRI, reprime y genera presos políticos. Quien se le opone dentro o fuera del PAN poblano, le espera la cárcel o el destierro político.

En el otro polo, tenemos a Javier Corral Jurado, un parlamentario completo. Un lobo solitario, lo cual es raro en la política mexicana. Carece de grupo dentro del PAN y en cada cambio de Legislatura consigue posicionarse y regresar al Congreso. Las televisoras lo vetan, los dueños del PAN en turno, lo obstaculizan, pero siempre consigue sus metas. Sin duda tiene mucha astucia. Como legislador, escucha, estudia, enfrenta, polemiza, propone, en suma, parlamenta. No tiene que demostrar su fidelidad al PAN: lo respaldan décadas de militancia. No tiene intereses económicos que lo pongan contra la pared. Su línea de acción suele ser el ataque y el cuestionamiento para legislar a favor de México, contra la red de intereses creados que obstaculizan el progreso de la nación.

Conoce muchos temas, en telecomunicaciones es un experto. En reforma política, combate a la corrupción, justicia y muchos otros temas más, es el primero en alzar la voz desde su curul para ser la voz de Acción Nacional. Así lo ha hecho durante décadas. Cuando fuimos compañeros de bancada, el grupo lo reconocía no sólo como un hermano mayor siempre presto a defender las banderas del PAN, sino como una autoridad moral capaz de enfrentar los intereses creados desde el Congreso y decirles de frente, sin temor alguno y, con conocimiento pleno, sus verdades. Sin duda esto último le ha generado animadversiones al interior del PAN. Adversarios políticos, muchos de los cuales hoy lo están apoyando, se entiende, esta en juego el Partido.

Corral también sabe negociar, no le teme a la palabra en el acuerdo político. Pero negocia con la autoridad y la libertad de no deber favores, ni tener trapitos sucios escondidos. Javier Corral es, sin duda, la mejor carta para dirigir al PAN, pero sobre todo para rescatarlo, para liberarlo de las ataduras de la corrupción en que se ha enredado, para enderezarlo y regresarlo a su ser y a la senda de los triunfos electorales.

Javier negociará con firmeza con el PRI y con los demás actores. Sin temor alguno encabezará la voz de la oposición. No tiene que demostrarlo, quien se interese encontrará en el Diario de los Debates del Congreso de la Unión y en los medios de comunicación nacionales, páginas y más páginas de críticas y propuestas bien fundamentadas.

Si no aparecen otros candidatos, la opción en el PAN es muy sencilla: O persisten en la senda de la debilidad frente el gobierno, de la exclusión de toda disidencia interna, de la corrupción y la componenda; o retomamos el camino de la unidad, con un liderazgo fuerte y con claridad de propósitos. Espero y deseo ver a Javier Corral al frente del PAN nacional. Si sucede lo contrario, se consumaría al menos, la pérdida de una generación del PAN, ese partido fundado por Manuel Gómez Morín en 1939, como instrumento ciudadano, al servicio de México.


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